La relación entre la firmeza de la opinión y el nivel de conocimiento. La ley de la terquedad, una idea de Montaigne. Cuanto menos se sabe de algo, más certeza tendrán las opiniones propias. Lo que es política tiene consecuencias desastrosas.
Tabla de contenidos
En breve
La columna explora la «ley de la terquedad de opinión» de Montaigne: cuanto menos sabe una persona sobre un tema, más firmes y seguras serán sus creencias al respecto.
Esto crea un escenario político donde opiniones infundadas compiten con el conocimiento experto y un cantante puede tener más influencia masiva que un crítico informado.
Esta ley afecta tanto al ciudadano común, quien vota basándose en opiniones contundentes pero poco fundamentadas, como al gobernante, quien, sin preparación, propone políticas con optimismo desmedido.
La combinación de un gobernante que desconoce los temas y una ciudadanía que lo apoya por coincidencia de opiniones puede llevar a la implementación de políticas gubernamentales erróneas respaldadas por la mayoría.
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Introducción
En sus propias palabras, Montaigne expresa la ley de la terquedad.
«Y resulta que nada se cree tan firmemente como aquello de lo que menos sabemos, y que ninguna persona está más segura de sí misma que aquellos que nos cuentan historias fantásticas, como los alquimistas y los que hacen pronósticos: astrólogos judiciales, quiromantes, médicos y «toda esa tribu»».
Exhibe una ley proporcional: en aquello de lo que menos se sabe se tendrán las creencias más firmes. La ley establece que la terquedad será inversamente proporcional al conocimiento que de algo se tenga.

La ley de la terquedad de opinión
Podrá, por tanto, pronosticarse que un individuo con pocos o nulos conocimientos de Economía expresará opiniones drásticas y definitivas acerca de ese terreno. Con total seguridad propondrá que, por ejemplo, se impongan aranceles a las exportaciones para proteger a los empresarios y trabajadores del país.
O bien, apoyará la idea de construir un tren de pasajeros sin recurrir al análisis de su costo de oportunidad. Confundirá a la pobreza con la desigualdad, y apoyará políticas redistributivas sin considerar efectos no intencionales. Y hará todo eso creyendo en la contundencia irrebatible de sus opiniones.
De esta manera se produce un escenario común en medios de comunicación y redes sociales. Allí se presentarán cara a cara opiniones sin fundamento que competirán con las de conocedores y expertos, sin que puedan distinguirse unas de otras.
Un cantante de música popular podrá apoyar a un gobernante con mayor efecto masivo que el que tenga la crítica de quien sabe mucho más de la propuestas de ese gobernante.
📌 La ley establece que la terquedad será inversamente proporcional al conocimiento que de algo se tenga. Cuanto menos sepa la persona de un tema opinará con mayor seguridad.
Para pensarse…

Los actores
Las consecuencias de la ley de la terquedad de opinión son variables, dependiendo del segmento de personas que la padecen.
⚠️ El ciudadano común es el caso percibido como común. Cuando entra a la arena política evaluando a su gobierno es víctima de esta ley. No diferente a los casos de fans de un equipo de fútbol que creen poseer mayores conocimientos que su entrenador.
Las opiniones de ese ciudadano, en un primer análisis, son de escasa consecuencia. Poco importa que el señor X crea que los gobiernos deban ser propietarios de los medios de producción, o que deba controlarse el precio de los alquileres de vivienda. Pero, en un segundo análisis, debe considerarse que el señor X emite votos en las elecciones.
Sin conocer de política, de leyes, de economía, de relaciones internacionales, el ciudadano común opina. Y vota por quien cree que tiene propuestas que coinciden con sus propias opiniones. Opiniones contundentes sustentadas en conocimiento escaso o nulo.
⚠️ El gobernante común es un caso poco examinado. La presunción que que él sí sabe de todos esos campos es demasiado optimista. Igual que el ciudadano común, este gobernante también es víctima de la ley de la terquedad de opinión.
Sin conocimientos ni preparación, propondrá medidas gubernamentales que, según él, tendrán garantía de éxito. Cuanto menos sepa de esos campos, más optimismo y contundencia dará a sus propuestas.

Conclusión: engaños y falsedades
Más palabras de Montaigne:
«El verdadero campo y objeto del engaño son cosas desconocidas: en primer lugar, porque su propia extrañeza les da credibilidad; en segundo lugar, porque no pueden exponerse a nuestro orden habitual de argumentación, despojándonos así de los medios para combatirlos. […] la ignorancia de los oyentes proporciona a tales asuntos ocultos un camino firme y amplio para que avancen en libertad».
El lector puede imaginar un escenario político común:
📣 El gobernante propone la política económica X. Asegura que ella es la mejor solución al problema Y. No conoce él el tema del que habla.
😃 Los ciudadanos escuchan la propuesta. Para unos, ella es razonable porque viene de una persona que debe saber del tema. Para otros, ella es la correcta porque coincide con sus opiniones. Tampoco conocen sobre el tema del que opinan.
🧨 Son elegidos gobernantes con apoyos populares importantes, que implantan políticas que tienen alta probabilidad de ser erróneas.
El escenario muestra las posibilidades de sucumbir a modas temporales de pensamiento que lleven a la aprobación de medidas gubernamentales erróneas y apoyadas por mayorías.
[Las citas son de Montaigne, Michel. The Essays: A Selection (Penguin Classics) (p. 93). Penguin Books Ltd. Edición de Kindle.
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