La propiedad puede verse como una solución de problemas y resolución de conflictos. Son los propietarios y sus libertades los que producen soluciones a problemas públicos que se crean en propiedades colectivas.

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Introducción

¿Debe un restaurante permitirme fumar en su interior? ¿Debo dejar que usted se quite los zapatos en la sala de mi casa? ¿Debe una escuela permitir cursos sobre el diseño inteligente del universo?

Las tres preguntas son muy similares. Sí, también la de los zapatos. Y ellas tienen una respuesta en los derechos de propiedad.

En la similitud está la clave de la mejor comprensión de políticas públicas. Usted es el propietario de su casa. Usted decide si deja que sus invitados se quiten los zapatos. Después de todo es su casa y usted decide qué se hace en ella.

Con este planteamiento inicial, Henderson examina tres asuntos de política pública que son artificialmente creados y que podrían ser solucionados muy fácilmente.


📕 La idea fue publicada en Library of Economics and Liberty: Henderson, David R. How Property Rights Solve Problems, abril, 2012.


Soho SmokeFumando en restaurantes. «Soho Smoke» by kоnstantin is licensed under CC BY 2.0

El propietario decide

El inicio de la idea expone ese tipo de preguntas, con una que parece ser irrelevante y distinta, pero que no lo es.

¿Deben los restaurantes permitir fumar? ¿Deben las escuelas enseñar la Evolución o el Diseño Inteligente? ¿Deben las aseguradoras ofrecer métodos anticonceptivos? ¿Debo poder quitarme los zapatos en la casa de usted?

Será usted el que decida si me permite quitar los zapatos en su sala. Usted dirá que es su casa, que usted decide, ni yo ni nadie más. Y tomará esa decisión valorando mi compañía. Quizá me deje hacerlo porque le simpatizo. Por mi parte, si no me lo permite, podré soportar no hacerlo si valoro su amistad.

📌 El asunto se ha resuelto por medio de los derechos de propiedad. Es la casa de usted. El mismo principio puede aplicarse al resto de los casos. Los derechos de propiedad pueden ser usados como solución de problemas y conflictos.

Fumar en restaurantes

¿Deben los restaurantes permitir que sus clientes fumen? Dice el autor que él no tiene la respuesta, que en realidad nadie la tiene. Nadie, excepto uno, el propietario del establecimiento.

Él valorará las opciones, atraer más a los fumadores y menos a los no fumadores, o viceversa. Él decidirá lo que mejor piensa que le conviene.

Igual para los empleados del restaurante. Quizá no quieran trabajar allí quienes no sean fumadores, o quizá haya más rotación de personal. Puede ser que los empleados prefieran a los fumadores porque beben más y dan más propinas.

Lo mismo que mis zapatos en la sala de usted. Tampoco es un asunto de política pública, es uno de propiedad personal. Henderson anota que él aborrece el tabaco, pero que al mismo tiempo defiende los derechos de propiedad y la libertad de fumar donde el propietario lo permita.

Las materias en las escuelas

Este es otro caso en el que los derechos de propiedad pueden usarse como una solución útil de problemas.

¿Deben las escuelas enseñar Evolución o Diseño Inteligente, o ambos? La respuesta obvia es que se enseñe lo que sea verdad, pero eso no resuelve nada. Hay muchas opiniones muy diferentes al respecto.

La solución se busca en una decisión de política de educación pública. Siendo pública, la educación está pagada con impuestos de personas que tienen diferentes creencias. Unos creen en la Evolución, otros en el Diseño Inteligente, otros no se han decidido.

Una situación equivocada porque se obliga a la gente a contribuir a la difusión de ideas en las que no cree. Un acto tiránico, según Thomas Jefferson.

Hay conflicto porque el gobierno domina la educación pública. Si se retirara el gobierno de esa función, el problema desaparecería. Las personas decidirían a qué escuelas enviar a sus hijos, a las que enseñan Diseño Inteligente, Evolución, o ambas.

Por supuesto, algunos se indignarían frente a escuelas que enseñan ideas que ellos reprueban, pero eso no implica conflicto. Solo desaprobación de ideas de otros.

De nuevo, la solución al problema está en el respeto a los derechos de propiedad. Es decir, usar recursos de acuerdo con la voluntad de su propietario, que es lo que no permite el sistema de educación pública.

Aseguradoras y anticonceptivos

¿Deben las aseguradoras ofrecer anticonceptivos? Frente a lo anterior, la respuesta es ya sencilla de encontrar: que decida el propietario de cada aseguradora. Sus propietarios decidirán conforme a lo que ellos consideren mejor.

Tampoco es un asunto de política pública, a menos que el gobierno quiera que lo sea. Los derechos de propiedad lo solucionan mejor que el gobierno. Y los consumidores decidirán lo que ellos quieran.


«Si la historia nos muestra algo, es que la propiedad privada está íntimamente ligada con la civilización».

Ludvig von Mises

La propiedad como solución de conflictos

Es toda una institución. Lo ha sido por siglos, por milenios. Se le reconoce, primero, del lado negativo, por la prohibición que implica el no robar. Si eso está prohibido, significa que hay propiedad. Que ella es legítima.

En su fondo, es un monopolio. Uno sobre la propiedad exclusiva de un objeto, digamos, una casa, un auto. Ya que la casa es propiedad de la persona A, eso significa que no la puede usar B (a menos que A lo autorice). El arreglo es interesante y tienen sus razones.

Podríamos, por ejemplo, tener un arreglo que estableciera que un auto cualquiera pudiera ser usado por el que lo necesitara en ese momento. Una vez usado, se dejaría para el siguiente. No estaría mal, excepto por detalles prácticos.

Por ejemplo, el cómo compaginar necesidades múltiples simultáneas. Si varias personas necesitan el auto ahora mismo, tendría que tenerse un criterio de elección.

O, aún más, el cómo garantizar que el auto recibe mantenimiento adecuado cuando este puede ser trasladado a su siguiente usuario. Tampoco habría incentivos para cuidarlo.

Un arreglo de derechos de propiedad de siglos y que es una buena solución de problemas. Se resuelve el problema del uso simultáneo, del cuidado y mantenimiento. No está mal. Pero hay algo adicional. La propiedad privada crea incentivos para su uso productivo.

Propiedad crea incentivos

Todo comienza con la idea de usar las propiedades para hacer cosas que son también propiedades. Por ejemplo, un terreno para cultivar trigo. Su propietario siembra ese terreno, lo cuida, cosecha y resulta ser propietario también del trigo producido.

No está mal porque se pensará en producir lo que otros necesitan y lo que otros necesitan es a lo que se dedicará buena parte de las propiedades. El giro es fascinante.

📌 El propietario legal del terreno usará esa propiedad para satisfacer necesidades de otros.

Los otros, entonces, resultan beneficiados de la propiedad ajena. Piense en esto: Heineken pone al servicio de usted sus plantas cerveceras y usted puede decir que prefiere a otros proveedores. El no-propietario, paradójicamente, resulta ser el beneficiario de la propiedad de terceros.

Eso es para los bienes productivos, los que producen bienes que son usados para producir otros bienes y otros y otros, hasta que todo culmina en bienes que son usados o consumidos por las personas: una manzana, una cerveza, un auto, una casa, lo que a usted se le ocurra.

📌 El sistema funciona bien, razonablemente bien. Tiene sus problemas, sus áreas grises, sus posibles fraudes y engaños, pero coloca a la propiedad como algo que resuelve el problema de cuidado de las cosas y, lo mejor, crea el incentivo para usarlas pensando en otros.

Justificación de la propiedad

Queda un problema por resolver, el cómo justificar la propiedad inicial, por ejemplo el de una casa. La solución es relativamente clara: si la persona la construyó por si misma, eso la hace suya: su trabajo fue mezclado con los materiales de la casa (la idea de J. Locke).

Si usó a otras personas, el asunto se pone interesante. Digamos que contrató a un arquitecto, a albañiles y demás; que compró cemento, madera y otras cosas. Esto no altera el derecho a la propiedad de la casa si a los demás pagó por su colaboración. Esa colaboración fue otro de los recursos usados por él.

Los obtuvo gracias a la propiedad que otros tenían sobre ellos, como el dueño de la madera, de los tubos, del trabajo y demás. Esto tiene su fondo fascinante: gracias a las propiedades de otros, quien construyó la casa acabó como propietario de ella.

El funcionamiento de la propiedad privada es fascinante. Está en todas partes y sigue reglas de contratos la mayoría de las veces muy simples. Cuando usted compra en un supermercado, su «contrato» dice que usted selecciona lo que quiere al precio señalado y que paga en la caja al salir. Así de simple.

📌 La solución que la propiedad da a problemas, como la sencilla determinación de qué es robo, o el derecho a poner a un bien el precio que su dueño desee.

La maravillosa solución de la propiedad a problemas

Esto produce maravillas en la producción de bienes más abundantes y mejores para todos, especialmente para los consumidores finales. Piense en esto: incluso los propietarios más pequeños resultan tener a su disposición la propiedades de los más grandes.

La conclusión a la que puede llegarse, desde el otro lado, es bastante clara: alterar el sistema de propiedad individual tiene consecuencias serias.

Podrá producir descuido en el cuidado de las cosas. Reducirá el aprovechamiento de las cosas para producir más. Creará injusticia contra quienes producen y benefician a otros. Reducirá el estándar de vida de los consumidores. Producirá conflictos en las personas.

Otra cosa que llama la atención: el sistema tiene milenios, lo que muestra su valor en el tiempo. Con, además, evidencias de que donde la libertad de poseer ha sido atacada, ello ha coincidido con regímenes despóticos y tiránicos.

La propiedad personal es la mejor defensa de la libertad personal, de la soberanía individual. Y más aún, el sistema de propiedad es una buena solución a problemas y conflictos.

Concluyendo

Henderson termina apuntado que esos asuntos de política pública forman una pequeña lista de problemas que lo son solo porque el gobierno ha decidido que lo sean.

«La propiedad privada soluciona los problemas de la gente todos los días», dice al final.

Aunque la idea central de Henderson ha sido expresa antes, la manera en la que la expone y explica es muy valiosa. No es complicado proyectar el caso de los zapatos en una sala al resto de los casos. El lector puede explorar por sí mismo el caso de los subsidios a actividades culturales, por ejemplo.

La propiedad y los derechos del propietario forman una buena solución a problemas que se tienen cuando la propiedad es pública.


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