La democracia y su asociación con la solidaridad y el bien común. ¿Puede la solidaridad condicionarse a la democracia? ¿Puede hablarse de democracia sin acudir al bien común?

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Introducción

Es una reacción humana muy natural el tratar de apropiarse de lo bueno —más concretamente el asociar ideas buenas con lo que uno ya piensa.

Los adoradores extremos de la democracia hacen eso. Intentan atraer hacia el sujeto de su adoración lo que sea que encuentran de bueno en otras partes. Por eso hablan de solidaridad democrática. Y de democracia y bien común.

Ese es el tema de la columna, examinar la intención de asociar a la democracia con la solidaridad y con el bien común. Comienzo con el primero.

📍 Las ideas examinadas aquí ponen sobre la mesa nociones como los peligros del exceso democrático y el dilema del interés personal y bien común. Así como los requisitos y condiciones de la democracia y sus valores.

I. Democracia y solidaridad

Se ha afirmado que la solidaridad es un valor democrático. O que el sentido de compasión hacia otros es un valor democrático.

El hablar de valores democráticos llega a exageraciones, como esta:

«Para fortalecer nuestra #CulturaDemocrática es indispensable, como mexicanas y mexicanos, apropiarnos de características que nos ayuden a convivir en armonía. Son características y cualidades que dirigen a nuestra sociedad para lograr que el proceso democrático se consolide y sea exitoso. Dentro de ellos encontramos: Honestidad. Solidaridad. Responsabilidad. Pluralismo. Libertad. Justicia social. Tolerancia. Igualdad. Respeto. Bien común. Legalidad. Justicia. Participación». gob.mx

Afirmar eso tiene un sentido de apropiación. La democracia haciéndose dueña de esos valores, como si fuera de ella no pudiera serse responsable, honesto, o respetuoso.

📌 ¿Son la solidaridad y la compasión valores democráticos exclusivos? Examino sus dos partes para examinar si es posible ser solidario y compasivo fuera de la democracia. Aunque la respuesta es obvia, aún así debe ser hecha explícita.

¿Qué es democracia?

Democracia es solamente un régimen político que trata de evitar abusos de poder por parte del gobierno. Lo hace dividiendo las funciones gubernamentales y cambiando de gobierno con cierta frecuencia por medios pacíficos. Nada más que eso es su funcionamiento.

Supone, la democracia, que el poder de una sociedad está en las personas y que ellas son capaces de elegir a sus autoridades y vigilarlas.

También, ella requiere ciertas condiciones para su supervivencia, como se ha especificado por parte de M. Novak —cosas como aceptar la imperfección humana, evitar el descontrol mayoritario y una oposición leal al régimen.

📌 Ella es un instrumento político imperfecto cuyo propósito es la defensa de la libertad humana y que, para funcionar razonablemente debe trabajar en conjunto con las nociones de república y estado de derecho.

¿Qué es solidaridad?

Solidaridad es algo más vago que hace referencia a colaboración mutua y libre, de ayuda a otros a quienes se considera como uno mismo. Claramente un fenómeno que muestra intenciones y realidades de ayuda, compasión, caridad, piedad.

Más en específico (mi énfasis):

«[…] se define como: adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros. La teología cristiana adoptó el término solidaritas, aplicándolo a la comunidad de todos los hombres, iguales por ser hijos de Dios y vinculados estrechamente en sociedad. En este contexto, vemos que para la teología el concepto de solidaridad está estrechamente vinculado con el de fraternidad entre los hombres, que les impulsa a buscar el bien de todas las personas, sólo por el hecho de que todos son iguales en dignidad gracias a la filiación divina». scielo.conicyt.cl

Es actuar con misericordia dando socorro a otros cuando lo necesitan —muy clásicamente mostrado en acciones de envío de ayuda a comunidades dañadas por desastres naturales, pero que no se detiene en eso.

Llega a acciones de sacrificio personal para mostrar piedad a quienes están en condiciones malas.

Solidaridad ¿realmente un valor democrático?

Esos dos elementos, tratados por separado, echan luz sobre si la solidaridad es o no un valor propio de la democracia. Lo sería sin discusión en el caso de que esa compasión por los demás no se hubiera tenido hasta el advenimiento de la democracia.

Y no, la ayuda y la compasión por los demás, la solidaridad, ha existido desde hace mucho tiempo, antes que la democracia y en regímenes no democráticos —el amar a otros como se ama a unos mismo tiene unos dos mil años y ha sido aplicado con independencia del sistema político en el que se vive.

📌 Por tanto, resulta al menos exagerado decir que la solidaridad es un valor democrático. Todo lo que puede decirse es que la consideración por los demás es un valor personal que puede o no aplicarse en cualquier sistema político.
Por tanto, es claro que no puede hablarse de la solidaridad como un valor democrático, como tampoco del respeto o de la honestidad como valores de ella. Son, eso sí, valores deseables, pero no son propiedad de la democracia. Existían mucho antes que ella.

Sin embargo, queda un aspecto por aclarar. ¿Es la solidaridad un valor que puede asociarse más con la democracia que con otros sistemas políticos?

Por un lado, podría decirse que sí, que en la democracia se fomenta y se da más oportunidad en ella porque hay más libertades, por tanto, presenta oportunidades mayores de solidaridad con otros.

Por otro lado, podría argumentarse que regímenes opresivos, sin libertades, presentan aún más oportunidades de solidaridad —como en la historia de Schindler y el salvar judíos del nazismo.

Conclusión

Por lo anterior, la solidaridad con otros no es un rasgo democrático, propio de un sistema político. Es una virtud personal, propia de los individuos, con independencia del sistema político en el que se vive.

Quizá lo único que pueda decirse es que en una democracia se necesita de solidaridad solo en el sentido de que es un sistema que necesita más que otros de la participación de las personas en el gobierno —como aceptar que debe votarse, que debe conocerse de política y, en muchas ocasiones, ser parte de movimientos políticos.

En realidad, es mejor hablar de una sociedad virtuosa y hacerlo con independencia del régimen político en el que se viva. entre los que el más deseable es una democracia.

Más aún, es demasiado atrevido pensar que dentro de una estructura democrática las personas cambiarán su naturaleza y que, en una democracia ellas se tornarán solidarias.

Los méritos morales son independientes del sistema político en funciones. Por eso, hablar de solidaridad democrática tiene poco sentido.

II. Democracia y bien común

Lo anterior da una buena idea de lo que acontece cuando se intenta hacer que la democracia se apropie de la idea del bien común.

Se afirma que se tiene democracia cuando las personas de una sociedad buscan el bien común procurando el bienestar de todos y anteponen los intereses comunes o sociales a los intereses individuales propios.

En otras palabras, la democracia, según esa idea, significa una modificación profunda en la actitud humana, que debe cambiar sustancialmente —la persona debe dar prioridad a los beneficios de los demás sobre los beneficios propios.

Y ese cambio es necesario para poder decir que se vive dentro de una democracia. Por conclusión, se llega a decir que no se vivirá en una democracia si las personas ponen por encima de los intereses comunes a sus intereses egoístas.

Eso es lo que sostiene la idea a la que me refiero —y la que ahora examino en los puntos siguientes.

Democracia, el concepto

La democracia en su sentido original no incluye esa idea.

La democracia es simplemente un sistema político que divide el poder gubernamental de tal manera que se defienda la libertad del ciudadano ante posibles abusos de un poder gubernamental excesivo.

Nunca, jamás, consideró un cambio en las actitudes humanas. Al contrario, reconociendo los defectos humanos se crearon mecanismos que buscaran minimizar sus consecuencias: temiendo que los gobernantes siguieran buscando más su bien que el de los gobernados, se les limitó el poder, se les exigió dar cuentas y se les limitó el tiempo de gobierno.

Condicionar la existencia de la democracia a un cambio significativo de actitudes es irreal —muy similar a peticiones similares que se exponen en la teoría marxista y el nazismo, que hablan de un hombre nuevo.

La democracia es mucho más realista —no pide cambio alguno en la naturaleza humana— sencillamente la toma como es y crea mecanismos políticos que limitan el poder de los gobernantes por medio de la división de poderes, elecciones periódicas y autonomías internas al país.

¿Intereses comunes?

La propuesta de que solo puede tenerse democracia cuando todos anteponen los intereses sociales a los particulares comete además un error de omisión, el de nunca definir con precisión cuáles son esos intereses sociales o comunes. Esto tiene consecuencias serias.

La omisión de definición de bien social hace fácil que cualquiera lo defina a su modo y conveniencia, lo que llevaría a sacrificar el bienestar del resto ante el suyo.

Comete también un error de confusión y de simplismo al suponer que los intereses comunes o sociales son opuestos a los particulares —que para tener bienes sociales hay que tener males personales.

Esto es falso. No toda acción humana que busca el interés propio se opone al interés común.

La realidad es más compleja que esa oposición —en una enorme cantidad de acciones humanas al buscar el bien personal se hace también el bien a otros. El caso más usado para demostrar eso es el de la compra-venta voluntaria.

Se equivoca en otro sentido —la lógica natural de que el bienestar común está formado por los bienestares personales, siendo el primero la suma de los segundos.

Conclusión

He tomado la propuesta de que la democracia solo es posible de lograr cuando las personas colocan a los intereses sociales por encima de los intereses personales —y la he analizado dando razones que demuestran que se trata de una propuesta débil y poco justificada.

Esta propuesta, como muchas otras sobre la democracia equivocan la naturaleza de este sistema político, causando la debilidad de una buena idea.

Ni el bien de los demás antes que el propio, ni la solidaridad, son valores de los que la democracia pueda apropiarse. Son simplemente virtudes que se consideran deseables y que pueden tenerse fuera y dentro de sistemas democráticos.


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