Las defensas del matrimonio homosexual. Los argumentos que usualmente se esgrimen en su favor. Un análisis y examen crítico de cuatro defensas usuales y del propio matrimonio homosexual.
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Introducción
En lo que sigue quiero examinar los argumentos usualmente utilizados para apoyar al matrimonio entre personas del mismo sexo. Y hacer un examen crítico de ellos. Más adelante, hago un análisis del matrimonio homosexual.
Las defensas acostumbradas del matrimonio homoesexual
1. Contra la discriminación y en favor de la tolerancia.
Expresada de muchas maneras, esta primera de las defensas del matrimonio homosexual argumenta que no aceptar esos matrimonios es un acto discriminatorio.
Es decir, una acción similar a una separación social expresada en la prohibición de casarse. Una violación de derechos
También, se razona, se trata de una acción intolerante, que significa un desprecio a los diferentes. Es lo opuesto a lo tolerante que sería una sociedad abierta y progresista, moderna y actualizada. Se habla de opresión de mayorías sobre una minoría.
Examen
Este tipo de argumento, por sí sólo, es demasiado débil. Cualquier persona, en cualquier posición, podría usarlo para justificar lo que quisiera.
Podría usarse, en extremo, para validar posiciones como el robo, pues de no hacerlo se discriminaría contra el ladrón que sufriría de intolerancia de la mayoría que no es como él.
Por sí solo, la defensa del matrimonio homosexual que argumenta que su prohibición equivale a discriminación y no muestra tolerancia es de muy escasa solidez. Demasiado vago y general, argumenta de modo negativo.
No muestra razonamiento de justificación y se sostiene en una defensa simplista: «si no se permite, eso es discriminación». No contiene razonamiento lógico esta defensa del matrimonio homosexual.
2. A favor la inclusión social, evitar la marginalidad a los homosexuales
Similar al anterior, esta otra de las defensas del matrimonio homosexual, usa una defensa que se apoya en el reconocimiento y la inclusión de la homosexualidad.
Un reconocimiento legal y social que evita el vivir fuera de la sociedad, es decir, ocultamente. En sentido negativo es una petición razonable y muy sólida de no ser ilegales, de no ser perseguidos.
Esto, se dice, favorece a todos, pues se evitan exclusiones sociales —separaciones de la vida de los demás. Se considera un acto civilizado que no los separa, sino que los iguala con el resto en derechos y obligaciones frente a la ley.
Como persona
Esta defensa del matrimonio homosexual es un tanto confusa. Puede referirse al homosexual en sí mismo, como persona ante la ley. Pero también puede llevarse hasta la exigencia de la posibilidad de matrimonio. No son cosas iguales.
Si se trata del homosexual en sí mismo, es obvio que sería incorrecto darle un trato distinto al que recibe el resto —por ejemplo, un trato legal de inferior. Esto, que sucedía tiempo atrás, ha sido superado con razonamientos fuertes.
Su matrimonio
Si se trata de defender al matrimonio de personas del mismo sexo, la cosa es distinta. La petición de poder casarse y negársela, no es discriminación en sí misma.
Más bien la falta de cumplimiento de requisitos que todos los demás deben cumplir —como ser mayores de edad, acudir por su propia voluntad y demás. Los requisitos matrimoniales se aplican a todos sin distinción y uno de ellos es ser una pareja de distinto sexo.
Examen
Esta línea de argumentación, por sí sola, es también en extremo débil. Tomada aisladamente, podría ser usada por cualquiera en cualquier momento para reclamar exclusión social.
Un alumno que no cumple con los requisitos de admisión a una universidad podría usarlo para forzar su admisión.
3. Aceptar una realidad innegable que el gobierno debe aceptar
Esta otras de las defensas del matrimonio homosexual utiliza una realidad, la de que existe la homosexualidad —lo que nadie puede negar.
Sin embargo, de allí parte para sacar una conclusión que no se sigue de lo anterior, la de pedir al gobierno el reconocimiento del matrimonio entre homosexuales.
Es un razonamiento que parte de la premisa (1) la homosexualidad existe y de ella concluye que (2) el matrimonio homosexual debe ser aprobado legalmente.
Es decir, que la ley se modifique aceptando esa realidad —la de que sencillamente debe el gobierno permitir legalmente ese reclamo de matrimonio.
Examen
El problema mayor de esta forma de defender al matrimonio homosexual es de lógica —un non sequitur muy claro: que algo exista y sea real, no significa necesariamente que deba ser aprobado por la ley.
Un ladrón podría usar ese argumento por sí solo para pedir que si el robo existe, este debe ser aprobado por la ley.
Otro problema serio de esta manera de razonar es la petición de intervención gubernamental —lo que significa volver al poder político un árbitro moral, abriendo la oportunidad de que la moralidad se defina en quien tiene poder de coerción.
Es un camino hacia el totalitarismo y el intervencionismo moral, donde el gobierno define las reglas morales.
4. No tiene grandes diferencias con el matrimonio tradicional
Esta argumentación usa una comparación que no arroja diferencias entre la familia tradicional y la unión homosexual.
Afirma que se unen dos seres que se aman, que aunque no pueden procrear, si pueden adoptar y que incluso refuerzan la institución del matrimonio.
El problema de esta manera de defender al matrimonio de personas del mismo sexo es uno de definición.
Simplemente, quiere cambiarse la definición que dice el matrimonio tiene entre sus condiciones el unir a dos personas de sexo distinto que se aman con el fin de procrear —lo que se desea modificar a dos personas de igual sexo que se aman.
Examen
Esta otra de las defensas del matrimonio homosexual usa un argumento fuerte pues se trata de un cambio de definición, aunque no menciona las causas ni razones del cambio que pide.
Existe también una línea de argumentación que usa a la libertad y los derechos de las personas para justificar ese matrimonio no tradicional.
Las razones en esta categoría mencionan el respeto a la libertad, a los derechos personales —los que justifican la validez de un acto libre acordado entre dos personas y para el que se pide reconocimiento y legalización.
Se tiene derecho, se dice, a ser feliz y eso incluye el matrimonio homosexual.
Por sí sola la argumentación es débil —cualquiera la podría usar para justificar todo acto que se realice con libertad entre dos personas que están de acuerdo en realizarlo.
Un par de ladrones, armados con este argumento, podría defenderse diciendo que están robando de manera libre y acordada. Dirían que tienen derecho a la felicidad robando a otros.
Más, por supuesto, la petición de un cambio en la definición del matrimonio y la familia, de manera que se acomode a la petición hecha.
Defensas débiles
Mi tesis hasta este momento está ilustrada en la crítica de las lineas de defensa del matrimonio homosexual que examiné arriba.
El análisis de esas defensas del matrimonio homosexual son en extremo débiles y podrían ser usadas por separado para justificar los mayores excesos.
Si se quiere defender al matrimonio de personas de igual sexo, sus proponentes deberán argumentar en otra dirección más sólida y firme —comenzando por la naturaleza de la homosexualidad y su posible aceptación o rechazo.
Nada malo hay en el amor
A eso solo añado otra línea de defensa del matrimonio de personas del mismo sexo —la que dice que nada hay de malo en que se amen dos personas del mismo sexo.
Por supuesto, nada existe de malo en eso, en amarse unos a otros. Pueden amarse dos hombres y dos mujeres, sin que sea eso reprobable.
No es ese el problema de matrimonio homosexual, sino la realización de actos sexuales entre personas del mismo sexo, con o sin amor y que eso justifique el matrimonio. Una parte de la revolución sexual.
Lo que se critica es la confusión entre sexo y amor, haciéndolos equivalentes. Esto requiere una mayor explicación y ella se remonta hasta la naturaleza humana.
Es dependiendo de la idea que se tenga de la naturaleza humana, cuando se emite un juicio sobre la validez de la homosexualidad. Bajo una visión de esa naturaleza, ella es reprobable —es decir, incongruente con tal naturaleza. Bajo otra visión, no lo es.
Es el terreno de la concepción de la existencia humana, de su esencia, lo que al final marca la diferencia de opinión.
Precisiones sobre el matrimonio homosexual
Es ambición de muchos homosexuales —y de algunos que no lo son— lograr que las leyes de sus países contengan la posibilidad de reconocer como matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo.
Su razonamiento central es el de admitir la validez de la legalización del amor comprometido entre dos personas del mismo sexo y aceptar que su unión es un matrimonio como cualquier otro.
En lo que sigue analizo la validez de esa petición —con el objetivo de encontrar si tiene o no sustento desde el punto de vista legal.
Inicio con un análisis de los requisitos que usualmente se requieren para la celebración de un matrimonio. Un paso previo necesario al análisis del matrimonio homosexual.
Son las exigencias que deben cumplir las personas que desean entrar en ese tipo de matrimonio.
- Dos personas y nada más que dos.
- Mayores de edad según defina la ley a la que están sujetos, lo que supone permite un acto voluntario.
- Hombre y mujer.
- No ser parientes cercanos, ni tener otros impedimentos como estar casado, ni una condición física o mental que lo impida.
- Realizar un registro público de la unión que legalmente se reconoce.
- Amarse entre sí lo suficiente como para asumir un compromiso de por vida.
- Tener la intención de procrear descendencia.
- Celebrar el matrimonio con un evento que lo haga público y que consiste generalmente en ceremonia religiosa, que tiene sus requisitos propios, y en general un festejo.
Los primeros cinco son claramente los requerimientos legales que deben cumplirse en el matrimonio tradicional —y los tres últimos son presupuestos culturales que suelen tenerse.
Aceptación de requisitos
Quien desea contraer matrimonio —como una acción voluntaria— necesita entonces cumplir con esos requisitos legales. Quien no cumple con ellos, no puede casarse.
Por ejemplo, no lo puede hacer quien es menor de edad. Tampoco quien ya está casado, ni un hermano con otro.
Las exigencias legales presuponen, pero no exigen, pruebas de otros requerimientos, como el amarse, o tener la intención de procrear —lo presuponen o simplemente no les interesa probarlo.
Las leyes, por tanto, se limitan a hacer cumplir una serie de condiciones para conceder el matrimonio legal a esas personas.
En el caso del matrimonio, entre hombre y mujer, desde el punto de la vista de la ley, el gobierno se limita a asegurarse que las dos personas cumplen con esas condiciones: son dos, son hombre y mujer, son mayores de edad, lo hacen con libertad y no tienen impedimentos como parentesco o un matrimonio previo.
Allí se detiene la ley, sin exigir más condiciones que esas. Pero si el matrimonio quiere ser reconocido por alguna religión, entonces esta usualmente añade otras condiciones que deben cumplirse —y que varían dependiendo de la religión de que se trate.
Ya sea legal o religioso, el matrimonio tradicional puede entenderse como la culminación de una intención de personas que cumplen con ciertas condiciones —las que una vez satisfechas permiten a la autoridad emitir un acta que oficializa la unión.
Matrimonio homosexual
En el caso del matrimonio homosexual, su defensa, como dije antes, está basada en la solicitud de legalización de ese matrimonio por causa del amor que existe entre las dos personas.
Dos personas que se aman, suele argumentarse, tienen el derecho a legalizar su unión sin que su sexo importe.
Pero resulta que el amor entre ellas no es una condición exigida explícita y legalmente —simplemente es presupuesta por la ley, sin tener que demostrarse.
Esta realidad, este análisis del matrimonio homosexual, indica que el amor entre las personas quiere usarse como justificación del retiro de una de las condiciones legales previas que nada o poco tiene que ver con el amor.
El amor que siente una persona por otra no es un sustento legal sólido que pueda cambiar los requerimientos legales del matrimonio —ni en el caso del matrimonio entre hombre y mujer, ni en el de dos homosexuales.
El amar a una mujer no anula la obligación de un hombre de no estar casado, para poder casarse. El principio aplica a todos, homosexuales y heterosexuales.
Es igual a retirar una de las condiciones legales del matrimonio —similar a la de retirar la de ser únicamente dos personas, o la de ser mayores de edad.
No es algo que pueda tomarse a la ligera y que solo tenga como justificación el amor homosexual. El amor que se siente por otra persona, sea real o fingido, no es causa para poder excusar el cumplimiento de los requisitos legales del matrimonio.
La única posible manera de lograrlo sería el hacer literalmente una redefinición del matrimonio en su sentido legal y no está exento de consecuencias, pues redefine también a la familia al quitarle su condición de procreación.
Más la posibilidad de retirar el resto de los requisitos para tener uno solo, el alegato de amor entre las partes.
Globo de ideas relacionadas
El tema de esta columna está asociado con otras ideas, como el derecho al placer sexual, la noción de amigos con derechos y la realidad de que amar es una decisión libre.
Además de las defensas de la homosexualidad, las visiones del matrimonio y el significado de casamiento.
Conclusión
Dado el anterior análisis del matrimonio homosexual, mi tesis es que la concesión legal del matrimonio para parejas homosexuales es una ampliación de la noción de matrimonio.
Una ampliación realizada por medio del retiro de una de las condiciones exigidas para el matrimonio tradicional. Una ampliación que cambia totalmente la definición del matrimonio, similar a retirar la condición de mayoría de edad.
La ampliación se suele validar usando al amor entre las dos personas, cuando este argumento es irrelevante en lo legal.
Igualmente, se acostumbra argumentar igualdad de los homosexuales y los heterosexuales, una defensa que yerra seriamente. La igualdad no puede ser usada, válidamente, para retirar ninguna de las condiciones legales del matrimonio.
Un menor de edad de 12 años, por ejemplo, no podría argumentar su igualdad de derechos, para contraer matrimonio con una persona de 35 —tampoco alguien podría usar el argumento de la igualdad para evitar la condición de pasar un examen que lo admita en una universidad.
Y es que hay condiciones o estados a los que se llega cuando la persona satisface ciertos requerimientos, sin que la igualdad ni sus sentimientos puedan servir como motivos de aceptación.
Quien está enamorado de la música clásica, no puede usar el argumento de su igualdad para ser aceptado sin más requisitos a tocar en una orquesta sinfónica.
También, el argumento para apoyar la legalización de los matrimonios homosexuales, que se apoya en el amor y la igualdad para lograr su aprobación legal, es en extremo débil y solo puede aceptarse cuando se cambia el significado original de la palabra matrimonio.
Este análisis del matrimonio homosexual indica que quiere lograrse la legalización de esos matrimonios, sus proponentes deberán encontrar argumentos de mayor solidez y lógica —si logran tal legalización, será más por presiones políticas, electorales e intelectuales, que por argumentos de la razón.
Creo conveniente añadir otra idea. El amor entre personas es una obligación humana —deben amarse unas a otras, sean del sexo que sean, o a la edad que tengan.
El amor puede ser el punto central de los matrimonios de personas del mismo sexo, porque el amor es una obligación de todos (quizá el mayor punto del Cristianismo).
Lo que la legalización de esos matrimonios significaría no es el reconocimiento del amor que entre las dos personas se tienen, sino la modificación de la esencia misma del matrimonio/familia: darles un status para el que no cumplen requisitos.
[En esta columna, me fue de gran ayuda acudir a la idea sobre el tema de Coren, M. (2011). Why Catholics Are Right. McClelland & Stewart.]
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