¿Qué política económica debe tenerse en un mundo dinámico? Una muy diferente a la que se tendrían bajo el supuesto de un mundo estacionario.

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Introducción

Depende del mundo que se vea. De cómo se entienda a la realidad. Y de allí, saldrán conclusiones muy diferentes.

¿Puede crearse prosperidad y riqueza, o no? Si se presupone que no, se harán cosas muy distintas a las que se harían si se piensa que sí.

📌 Y esto es quizá la base de muchos desacuerdos hoy. Hay dos posibles concepciones de la realidad en este sentido. La política económica será diferente en un mundo estático que en uno dinámico.

1. Un mundo estático e inmóvil

😩 Uno en el que no puede crearse más riqueza de la que ya existe. Lo que cuenta en ese mundo es tener lo más posible de lo que es fijo, sea oro, plata, lo que se quiera.

En este mundo lo que uno tiene no lo puede tener otro. La ganancia de uno es necesariamente la pérdida de otro. Es el mundo en el que el Mercantilismo está justificado: la nación más rica es la que más oro tiene, la que menos importa bienes.

Las preocupaciones morales de este mundo son de justicia distributiva: repartir éticamente lo que ya existe. Las consideraciones productivas son puestas de lado. Ni siquiera se consideran, pues no tienen sentido. En este mundo estacionario, las tasas de interés no tienen justificación.

Un mundo en el que la pobreza es la regla. No hay manera de evitarla. Todo lo que puede hacer la persona es pertenecer a una comunidad y acomodarse a ella, esperando nada que no sea protección. Las jerarquías son muy marcadas en este mundo y consideradas permanentes.

La política económica más lógica para un mundo estático está orientada a la distribución de bienes y recursos, exactamente lo contrario a un mundo dinámico.

2. Un mundo dinámico y cambiante

😲 Uno en el que puede crearse riqueza, más de la que ya existe. La riqueza en este mundo es creciente, no fija. Aquí lo que gana uno ya no significa la pérdida de otro, ambos pueden ganar.

El Mercantilismo ya no tiene sentido. Las naciones ricas no son las que acumulan oro en los cofres del gobierno. Son las que ha dejado libres a las iniciativas de las personas. Deja de tener sentido el énfasis grande en la política distributiva.

En este mundo dinámico la política económica considera a la moral contributiva, una justicia conmutativa. Todo el énfasis está en el hacer, en el trabajar y el usar. La pobreza deja de ser una constante, es posible remediarla.

Y surge la posibilidad de autonomía personal, de valerse por sí mismo, más allá de la comunidad. Es un mundo en el que ya no se depende de la distribución, sino de la contribución.

Dos mundos diferentes

La diferencia entre ambos mundos es obvia y sirve la explicar mucho de lo que sucede en la política de estos tiempos.

El mundo dinámico fue «descubierto» poco a poco y su gran estallido fue por allá de los 1800, en partes de Europa y EEUU.

Este descubrimiento de una sociedad dinámica que producía riqueza es fantástico, el mayor de todos los tiempos (más que la imprenta, más que girar alrededor del sol, más que el Nuevo Mundo).

Y sucedió hace poco, un par de siglos o algo más. Hace más de cien años, en 1900 la evidencia era contundente e innegable. La riqueza no es un monto fijo, ni es la cantidad de recursos naturales que se tiene. La riqueza puede crearse y su origen está en la gente, cuando se le deja libre.

Un descubrimiento grande

El descubrimiento es tan reciente que en algunas mentalidades no se ha registrado aún. Me refiero a formas de pensar que todavía presuponen que vivimos en un mundo estacionario y que, por eso, insisten en políticas económicas para un mundo estático.

Demasiadas de las opiniones políticas, morales y económicas que existen presuponen, sin darse mucha cuenta de ello, el mundo pasivo y letárgico en el que no es posible crear riqueza.

Cuando se habla más de distribución que de creación, cuando se enfatizan las demandas sociales y no las libertades, cuando se trata más el dar que el enseñar; cuando ese sucede, es que se piensa en un mundo estacionario. Eso es lo que presupone quien pide cerrar fronteras al comercio, quien propone impuestos progresivos.

Son los socialismos, los intervencionismos, los estados de bienestar quienes que suponen que aún se vive en un mundo inerte y quieto. Los que se mueven más por morales distributivas que por morales contributivas.

Esos que creen que las personas no tienen capacidades, ni talentos, ni inteligencia para crear más riqueza. Es tan reciente el descubrimiento de poder crear riqueza que aún no es asimilado totalmente por demasiados. Sí, es reciente.

Durante milenios se vivió ese mundo estacionario, pero las cosas han cambiado. Lo que queda por hacer es, entonces, aceptar la realidad y abandonar una manera de pensar que ya no coincide con la realidad.

The fall of the Berlin Wall - November 1989
«La caída del muro de Berlín, noviembre 1989» by gavinandrewstewart is licensed under CC BY 2.0. 

Conclusión

La idea que se ha planteado es la de dos posibles comprensiones de la realidad:

  1. Un mundo estático e inmóvil en el que no es posible crear riqueza.
  2. Un mundo dinámico y móvil en el que es posible crear riqueza.

Concluyendo que la política económica más conveniente en un mundo estático es muy distinta a la más adecuada a un mundo dinámico.

La cuestión ahora es reconocer cuál de esos dos mundos es el real y existente —lo que será simple de resolver: el mundo real y verdadero es dinámico, móvil, cambiante y crea riqueza.

Por tanto, la política económica que presupone un mundo estático, cuando se aplica a un mundo dinámico, entorpecerá la creación de riqueza y empobrecerá a la gente.

Un mundo dinámico en el que puede crearse riqueza necesita una política económica diferente a la que requeriría un mundo estático y estacionario en el que no es posible crear más riqueza de la existente.

Esa política económica adecuada a un mundo dinámico es la que permite, fomenta e incentiva el uso de la reserva pública de talento en toda sociedad —esas habilidades y conocimientos que hacen contribuciones a la creación de riqueza.

La implantación de esa política económica, sin embargo, no lo es todo —es decir, no podría lograrse ese mundo de prosperidad creciente con solamente un cambio de estructura económica. Se necesita también considerar el elemento humano moral y cultural.


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