La homosexualidad, sus defensas y reprobación, forman parte de las discusiones actuales. El propósito de este ensayo es explorar el tema y hacer un examen de los argumentos que la defienden, para al final apuntar direcciones hacia un mejor terreno de discusión.

Tiempo de lectura estimado: 15 minutos

Homosexualidad: bases de su defensa

Diferentes escritos que buscan defender y justificar a la homosexualidad usan en resumen dos argumentos centrales —los que pueden ser expresados así:

A. Es una realidad

La homosexualidad existe y es real —es una apelación a la aceptación de la homosexualidad que se sustenta en aceptar su realidad. Es el plano del «ser».

B. Aceptación necesaria

La homosexualidad, se dice también, debe ser aceptada y considerada correcta. Es el plano del «deber ser».

Ambos elementos serán examinados por separado en lo que sigue —analizando los argumentos que defienden a la homosexualidad y revisando su solidez.

Primero se examinara el elemento que sostiene que la homosexualidad existe, lo que da pie a su definición. A continuación se examinan los argumentos más comunes que la defienden como un deber ser.

La homosexualidad existe

Es el primero de los elementos en defensa de la homosexualidad —afirma que su existencia está comprobada en una realidad objetiva externa a la voluntad humana.

Se trata de una petición de reconocimiento de una situación que es sujeta a una definición no siempre explícita y que define a la homosexualidad.

Esa definición de homosexualidad establece que algunas personas son atraídas sexualmente a personas de su mismo sexo y que esa atracción es tan real como el atractivo sexual que se tiene entre personas de sexo diferente.

El criterio central de la definición es el sexo de la persona: el realizar actos sexuales entre personas del mismo sexo.

Es decir, se acepta la existencia de dos sexos que tienen una clara distinción física —mujer y hombre, y que entre ellos existe una atracción.

Pero a eso añade que en la realidad también existe una atracción sexual entre personas de igual sexo, entre las que existe actividad sexual.

En este elemento no hay dificultades de aceptación —todos pueden reconocer que existe la homosexualidad. El primer elemento de la defensa de la homosexualidad, por tanto, debe aceptarse —ella existe, es real y no puede dudarse que existen personas que la practican.

La homosexualidad debe ser 

Este es el segundo elemento de la homosexualidad para ser justificada y aceptada como conveniente —no solamente existe, sino que ella es válida y su práctica no debe ser reprobada.

Al contrario, debe ser aprobada y tener manifestaciones como la legalización de matrimonios entre personas del mismo sexo, la adopción de hijos en esos matrimonios, la explicación de la homosexualidad como una opción de vida en las escuelas primarias y otros más.

Es vital diferenciar el plano en el que este segundo elemento se mueve —mientras que no existe un problema de aceptación del primer argumento que afirma la existencia real de la homosexualidad, este segundo argumento se da en un plano muy diferente y que no implica una aceptación tan veloz.

En lo que sigue examino justificaciones que se han usado para dar validez a este segundo argumento, el de aceptar como «deber ser» a la homosexualidad.

Son los argumentos que afirman que porque ella existe, ella debe ser; que se trata de un derecho; que nadie posee la verdad sobre el tema; y que es ella parte de la naturaleza humana o bien un rechazo a una construcción social artificial.

1. Porque existe debe aceptarse

Esta justificación sostiene una tesis muy directa: la homosexualidad existe, es un hecho real y por esa razón debe ser aceptada como positiva y deseable.

Esto conduce a la conclusión inevitable de que los principios éticos y mandatos morales que la reprueban debe rechazarse.

La justificación de que lo que es también debe ser, es inválida —un non sequitur clásico que se niega a sí mismo y cualquiera puede reducir al absurdo. El que los robos existan no significa que ellos son deseable y buenos.

Desde luego, puede alegarse que existe, por ejemplo, el consumo de droga y la prostitución, pero que no conviene prohibirlos legalmente porque tendrían efectos colaterales muy negativos.

Es cierto, pero aún sin una prohibición legal, esas dos actividades serían siendo consideradas ética y moralmente reprobables.

Podría entonces alegarse que la homosexualidad debiera ser tolerada, sin castigos legales —un reclamo razonable en el plano legal, pero que no llevaría a aprobación moral ni ética, como tampoco al establecimiento de matrimonios de personas del mismo sexo.

Es claro que la defensa de la homosexualidad no queda satisfecha con su tolerancia legal y desea ir más allá. Ir hasta el nivel de considerarla una situación meritoria, éticamente deseable y que lleve al rechazo de mandatos morales que la prohiben. Incluso con, por ejemplo, la existencia de ministros religiosos homosexuales en religiones que la prohíben.

Pero llegar a ese reclamo, razonando que lo que existe debe ser aprobado únicamente por ser real, no provee a la homosexualidad con una justificación razonable, ni lógica, ni sólida. Tiene necesidad de otras justificaciones más robustas, que examino en lo que sigue.

2. La homosexualidad es un derecho y un reclamo

Esta es otra posible defensa del deber ser de la homosexualidad y tiene su base en la ampliación de la lista de derechos humanos —consiste en una sencilla adición a ese listado: se agrega un derecho, el de la homosexualidad.

Se piensa que de esta manera el asunto queda resuelto y la homosexualidad pasa a ser algo tan positivo como el resto de los derechos humanos.

El sustento del agregado a la lista es directo —la homosexualidad existe, se practica y por eso, se tiene derecho a ser homosexual, lo que deriva en peticiones adicionales.

Si la homosexualidad es un derecho, por consiguiente se tienen derechos adicionales, como el del matrimonio entre personas del mismo sexo y el de dar educación infantil en la que la homosexualidad sea promovida.

El problema

Esta justificación tiene un problema de validez —la simple adición de un derecho a la larga lista que ya se tiene, no significa nada.

Cualquiera podría reducir esto al absurdo con el ejemplo del secuestrador, quien agregaría a la lista de derechos, uno nuevo, el de secuestrar personas. Y cualquier otro, por el motivo que sea, podría retirar uno de los derechos de la lista.

De nuevo, la mera existencia de algo no significa que eso sea igual a un derecho. Es, por supuesto, una realidad que existe la libertad de practicar la homosexualidad como muchas otras acciones, pero que exista libertad para hacer algo no lleva a la conclusión de que eso sea un derecho.

Sin duda, las personas tienen la libertad de arrojar piedras, pero esa libertad no la convierte en un derecho.

La conversión de la homosexualidad en un derecho falla por la aplicación de una falacia —la de hacer equivalentes dos cosas que son diferentes: la posibilidad de realizar una acción no equivale a que esa acción sea un derecho.

Las libertades son posibilidades de acción que están abiertas a las personas y que ella puede realizar —pero convertir a toda acción posible en un derecho es un error de lógica, muy similar al anterior.

3. Nadie posee la verdad sobre la homosexualidad

Es otra posible defensa de la homosexualidad —consiste en el argumento de que no es posible nada más allá de tener opiniones morales diversas y que ninguna de ellas constituye una verdad que puede ser absoluta.

De acuerdo con esto, las opiniones favorables sobre la homosexualidad son tan respetables como las opiniones contrarias.

Es un argumento fundamentando en el relativismo moral y contiene el error de usar una verdad absoluta, la de decir que no hay verdades absolutas, para afirmar que no las hay. Pero también contiene otro error de inconsistencia interna.

Para defender a la homosexualidad usa un elemento que en primer lugar llama a reconocer una realidad objetiva, la de que la homosexualidad existe —pero enseguida usa un argumento que sostiene que la realidad es subjetiva, el de que cada quien tiene su propia opinión y que todas ellas son verdaderas. Es una inconsistencia lógica.

4. La homosexualidad es parte de la naturaleza humana

Es otra defensa posible de la homosexualidad —y sostiene que la práctica de la homosexualidad es natural, parte de las expresiones y acciones humanas, por lo debe admitirse sin limitaciones.

Este argumento es de índole metafísico y corresponde a una concepción de la naturaleza humana —una que entiende a la persona como un ser libre y que limitar esa libertad es algo que va contra la naturaleza humana, la que sólo tiene una limitación: no alterar esa misma libertad en los demás.

La idea opuesta es la que también parte de la misma base de libertad —y que dice que los humanos son libres, pero que esa libertad está limitada por mandatos morales y éticos que van más allá de respetar la libertad ajena.

Esta idea señala que el ser humano tiene una naturaleza tal que requiere el dominio de las pasiones y los instintos, y exalta la naturaleza racional del ser humano.

La libertad

Entre las dos concepciones del ser humano existe un mismo énfasis en la libertad —ambas reconocen que la persona es libre por naturaleza.

Pero en lo demás existe un abismo sustancial. Una legitima que todo acto libre es válido, el que sea, con la condición de que no impida esa misma libertad en los demás.

La otra señala que no toda acción libre es igualmente valiosa, que algunas de ellas son reprobables aunque no dañen a terceros.

Esta concepción de la persona humana sostiene la superioridad de las acciones racionales y espirituales, las que ponen riendas a los instintos que la persona comparte con otros animales —es lo que justifica como superior a las artes y el uso de la razón sobre, por ejemplo, los excesos en el comer y beber, y también en el instinto sexual.

El profundizar en esta defensa de la homosexualidad y su crítica, ayudará a centrar el diálogo en un terreno más fructífero que el de las anteriores defensas, que son inválidas. En la discusión, por supuesto, el gran tema será el de las consecuencias de cada una de las dos concepciones humanas.

Por ejemplo, la aceptación de la homosexualidad llevará también a la aceptación de una naturaleza humana en la que toda acción libre es respetable e igualmente valiosa si es que ella no altera libertades de terceros —lo que repercutiría en tener que aceptar como de igual valor el comer en exceso que el estudiar una carrera; el usar drogas que el ser caritativo.

La aceptación de la homosexualidad sosteniendo una base ética de que todo acto libre es meritorio significaría que cualquier regla ética o mandato moral que indique comportamientos personales deberá ser rechazado si es que no afecta a otros —ninguna regla ética que limite las libertades personales podría ser rechazado.

5. Todo es una construcción social

Esta defensa de la homosexualidad se apoya en la tesis de que físicamente no hay distinciones válidas entre hombres y mujeres, que las diferencias biológicas entre ellos no tienen efecto alguno en su vida —de lo que se concluye que las diferencias entre hombres y mujeres son simples convenciones sociales pertenecientes a una tradición que debe cambiarse a nuevas condiciones.

Si se toma como cierta la idea de que no hay diferencias físicas con consecuencias entre los dos sexos biológicos y que por tanto, sus diferencias son una construcción social derivada de una tradición que puede y debe cambiarse.

Esta defensa puede ser estudiada en dos niveles, el de las diferencias físicas y sus consecuencias —pero también en el de la tradición que ha creado una reprobación general de la homosexualidad y considerado como ideal a la familia con padre y madre.

En el nivel de diferencias físicas podría existir una posibilidad de examen —por ejemplo, la exploración de diferencias y similitudes físicas y su impacto en formas de pensar y actuar.

El objetivo del estudio sería encontrar datos que prueben o no la afirmación de que físicamente no hay diferencias entre los dos sexos, o si las hay, que ellas no originan diferencias en comportamientos.

Señalo que un examen de este tipo sería considerado políticamente incorrecto, pues va en contra de la hipótesis de la que parte la defensa de la homosexualidad —muy posiblemente sus partidarios se opondrían a realizarlo.

En el nivel de la tradición habría más dificultades de análisis —pero podría pensarse en los efectos que causaría el rompimiento con la tradición establecida. Es un área muy dificultosa que, sin embargo, sería de enorme interés.

Conclusión

Lo que he tratado de hacer es examinar los dos elementos de la defensa de la homosexualidad —con el propósito de fincar bases sólidas para la discusión del tema.

Acepté que la homosexualidad existe, una realidad, pero eso no significa que se acepte como positiva.

Examiné argumentos que la defienden y rechacé el que dice que su existencia es causa de su aprobación, así como el que afirma que se trata de un derecho más. Ambos son defensas débiles y sencillas de rechazar, al igual que la que se basa en el relativismo moral.

En cambio, otras dos dan pie a ser examinadas con mayor profundidad. La que afirma que la homosexualidad es una parte de la naturaleza humana puede ser examinada por medio de las consecuencias que tendría el aceptar que cualquier acto libre es válido.

Y la que sostiene que las diferencias entre hombres y mujeres son artificiales puede ser examinada con estudios que estudien esas diferencias físicas y sus consecuencias.

Mi posición personal es reprobatoria de la homosexualidad. Ella degrada a la naturaleza humana rebajándola al seguimiento de pasiones e instintos.

Y, adicionalmente, sostengo que hay diferencias físicas y biológicas con consecuencias que diferencian a los dos sexos, sin que por eso pueda uno ser superior al otro, sino establecerse una relación complementaria entre ambos.


Otros lectores también leyeron


[Actualización última: 2023-06]

Notas extras sobre la narrativa homosexual, un examen

La defensa de la homosexualidad contiene una narrativa de dos partes al menos —las que examino en lo que sigue e intentando ver la calidad de su fondo.

Primera parte de la narrativa

La primera parte de esta narrativa está razonablemente expresada en los datos siguientes —se narra que,

«En 1973 la homosexualidad fue retirada del manual de Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, en los EEUU. En 1990 la homosexualidad fue retirada de la lista de enfermedades mentales en la Organización Mundial de la Salud».

El punto central de esta parte es afirmar que la homosexualidad ya no se considera una enfermedad mental y que eso está plenamente validado por una asociación de psiquiatras y por una organización que es parte de la ONU.

De acuerdo con esta narrativa, el resto de las organizaciones, instituciones, legislaciones que condenan o reprueban a la homosexualidad son homófobos —gente que los odia sin razón.

Problemas con esta defensa de la homosexualidad

En esta narrativa hay grietas que la debilitan —por ejemplo, las siguientes:

• La narrativa argumenta que un par de organizaciones de expertos han dejado de considerar a la homosexualidad como un padecimiento mental —un argumento blando que podría ser debilitado al nombrar otras dos organizaciones de expertos que contradigan la opinión.

• La narrativa sostiene que la homosexualidad no debe ya ser diagnosticada como una enfermedad mental —pero eso no era lo que se argumentaba centralmente, se acusaba la homosexualidad de ser una falta moral y no una enfermedad. Era un asunto ético, no terapéutico.

Esto último enseña uno de las peculiaridades del presente —la confusión entre moral y medicina. Se interpretan faltas morales como enfermedades y quieren ser remediadas con tratamientos médicos y terapias. La confusión es importante.

Segunda parte de la defensa de la homosexualidad

La otra parte de la narrativa en pro de la homosexualidad se refiere al uso de otro argumento sustentado en la premisa de quien se opone a ella debe ser considerado un opositor alimentado por el odio.

«A los homosexuales se les odia y persigue, se les tiene una repugnancia ilógica, cuyo origen está en las mentes de quienes creen en Dios, especialmente los ministros de religiones cristianas. Los homosexuales no son los seres desenfrenados y viles que se cree, al contrario son víctimas de agresión y acoso, lo que constituye discriminación y la negación de derechos. Todo esto constituye homofobia y ella debe desaparecer».

La narrativa, en breve, cuenta que la homosexualidad tiene enemigos, especialmente localizados entre quienes tienen creencias religiosas cristianas —y que los homosexuales con los dañados por actos reprobables en contra de ellos, como exclusión y discriminación, lo que viola sus derechos.

Problemas con esta segunda defensa

Esta parte de la narrativa en defensa de la homosexualidad tiene también fisuras considerables:

• Localiza la discusión en la definición de roles preestablecidos de víctimas y villanos —lo que sesga la discusión a su favor: la víctima es necesariamente quien tiene razón. El ardid funciona bien en medios de comunicación masiva y da riqueza al contenido de de noticias, pero no es válido.

• La estratagema impide la posibilidad de discutir el tema y lo ubica fuera de los terrenos que lleven a examinarlo racionalmente —desbarata toda exposición de examen de razones en pro y en contra. Es una falla de reducción del tema a la acusación de buenos contra malos.

• Acude al uso de un enemigo usual, el Cristianismo —sin incluir otros posibles opositores fuera del terreno religioso.

Conclusión

En conclusión, la narrativa usualmente usada para la defensa de la homosexualidad tiene las dos fallas que he apuntado —la de confundir enfermedad con falta moral y la de impedir una discusión lógica del tema.

Las dos fallas, sin embargo, no representan gran problema en sus actividades de comunicación con medios. Las fallas no son fáciles de detectar en medio de la superficialidad noticiosa —y, más aún, tienen elementos de novedad y estructura que aman los medios.