Una forma errónea de razonar que parte de la premisa de que en todas las relaciones entre humanos, lo que una parte gana la otra parte lo pierde. La falacia del pastel constante, de la suma cero.
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La suposición de la falacia
Es en realidad una equivocación, una forma de pensar errónea. Incluso es una falacia informal cuando la suma cero se convierte en la premisa inicial de una estructura de ideas.
¿Qué es una suma cero?
«Los juegos de suma cero (o juegos de suma nula) son aquellos modelos de la teoría de juegos en los que la ganancia de un jugador implica necesariamente una pérdida de otro exactamente del mismo valor». eumed.net. Énfasis mío.
Imagine usted un juego de póquer. Lo que uno gana, el otro pierde. No es complicado. Sucede con un robo. Lo que el ladrón gana, la víctima pierde (aunque la valoración subjetiva de lo robado varíe entre ambos).
Existen, por tanto, situaciones en los que los beneficios repartidos suman cero. La pérdida de uno es la ganancia del otro. Pero no son las únicas situaciones, también las hay de suma positiva.
Sí, hay ocasiones de suma positiva
Lo siguiente permite entender mejor la falacia de la suma cero
«El antónimo o concepto opuesto [a la suma cero] es ‘juego de suma no nula’, que designa situaciones en las que al menos uno de los jugadores puede mejorar sus pagos sin que haya pérdidas para los demás jugadores». ibídem
Imagine usted a la persona que quiere comprar un automóvil y visita una agencia de autos. En esta agencia lo que quieren es venderlos. Las dos intenciones se armonizan cuando llegan a un acuerdo de precio, con un resultado de suma positiva. Ambos ganaron.
En los mercados libres
En un sistema económico de libre mercado, por ejemplo, las compras y ventas son ese juego de suma positiva, con beneficio mutuo. Ellas se realizan voluntariamente solamente cuando ambas partes perciben una mejora de su estado actual.
En una situación de libertad, los intercambios económicos son libres. Esta voluntariedad indica que la expectativa de ambas partes es ganar, pues de otra manera no se realizarían.
La falacia de suma cero
Esta falacia consiste en suponer que todos o casi todos los intercambios entre personas funcionan como un juego de suma cero. Es decir, que en ellos existe un perdedor y un ganador.
Es suponer que existe un juego de suma cero en los intercambios económicos libres y espontáneos. Esos en los que los participantes tienen la alternativa de rechazar el intercambio.
Una estructura mental
Esta falacia se ha convertido en una mentalidad, una forma de pensar que se aplica descuidadamente. Y sucede esto con frecuencia, cuando la persona toma a la envidia y al resentimiento como una posición moral.
Para un resentido, la noción de la suma cero es un recurso de gran utilidad porque provee una explicación que libera responsabilidades personales y explica situaciones indeseables. Usa narrativas como estas que llevan al subdesarrollo:
Yo estoy en una mala situación porque otros están en una buena situación. Si los demás empeoraran su situación, yo mejoraría la mías. Los pobres son pobres porque los ricos son ricos.
📌 Las políticas implantadas que surgen de esta falacia concluirán que para mejorar las condiciones de vida de unos será necesario e inevitable empeorar las condiciones de vida de otros. Esta es la única conclusión posible si se toma como verdadero el juego de suma cero.
Este es, en buena parte, el origen de las políticas de redistribución de la riqueza: quitar a unos para dar a otros. La suma cero está implícita y forma parte de una mentalidad.
Una intuición equivocada
Todo comienza con una intuición muy humana —y muy equivocada: lo que alguien gana otro lo pierde.
«En el siglo 16, Michel Montaigne concluyó en su ensayo número veintidós que ‘no se saca provecho para uno sin perjuicio para otro’ en el contexto de todas las transacciones. Este es el punto de partida de un error garrafal». A. Benegas Lynch
La idea es intuitiva en una primera impresión. El saqueo de riqueza en una guerra, el resultado de un asalto a mano armada, un fraude comercial. La mentalidad del mercantilismo es un ejemplo diáfano.
Volviendo a su explicación
Esquemáticamente, la suma cero supone que el beneficio de alguien es siempre el daño de otro; que la ganancia de uno es la pérdida de otro, lo que equivale a una suma algebraica de cero.
«Un Juego de Suma Cero (“Zero Sum Game”) describe una situación en la cual la ganancia de un participante está balanceada exactamente con la pérdida de los demás. Se llama suma cero porque si la ganancia está representada por un número positivo y la pérdida por un número negativo, la suma de todas éstas a la finalización del juego es cero». iaap.wordpress.com
Por ejemplo, el reparto de una tortilla de patatas: la porción que uno recibe ya no será dada a otro. Es una pérdida para el resto bajo el supuesto siempre de una cantidad constante a repartir. Si esta cantidad fuera creciente, esta falacia deja de tener sentido.
«Si tú ganas yo pierdo: suma cero» by Pedro Fanega is licensed under CC BY 2.0
También hay suma positiva
Pero hay relaciones que no son de suma cero, en las que las personas tienen todas un beneficio y su suma algebraica no es cero, sino positiva —eso que se ha llamado situaciones de «ganar-ganar».
El error consiste en creer que todas las situaciones son de ganar-perder —de suma cero— ignorando que también existen situaciones de ganar-ganar.
El comercio exterior es quizá el campo en el que más se manifiesta esta equivocación. Un caso de este error se muestra en el siguiente ejemplo de falacia de suma cero:
«El comercio internacional de nuestros días es, efectivamente, un juego de suma cero. Alemania es un país que obtiene muchos beneficios del exterior porque sus agentes económicos venden fuera más de lo que compran. Alemania tiene un privilegiado puesto en el mercado mundial y por ello (entre otras cosas) consigue alcanzar un elevado crecimiento económico. A España, en cambio, le ocurre lo contrario: sus agentes económicos compran en el extranjero más de lo que venden; y por ello tiene más dificultades para crecer económicamente». eduardogarzon.net
Otro caso de este grave error:
«En el período del TLCAN (1994-2015) se han importado alimentos por un total de 357,570.1 millones de dólares; cada año hemos tenido que sacar 16,253.2 millones de dólares de nuestra economía para comprar alimentos que podríamos estar produciendo». A. M. López Obrador
Casos de una mentalidad muy similar a la que ha animado al presidente Trump —quien ve en el déficit comercial la medida de éxito o fracaso del comercio internacional.
También hay suma positiva
La realidad es que también existen relaciones entre personas que son de suma positiva —en las que ambas personas tienen un beneficio, como sucede en el caso del comercio internacional y los intercambios voluntarios de libre mercado.
Insisto en el yerro de suponer que solamente existen relaciones humanas de suma cero. Un equivoco que conduce a decisiones equivocadas que reprueban «la salida de dinero para la compra de gasolinas y otros derivados en el extranjero», como lo expresó López Obrador en México.
O el reclamo en Venezuela de que «que la ‘importación’ es una de las causas que impide ‘vencer el hambre’ en el país».
La solución es la corrección de esta falacia y aceptar que existen relaciones de relaciones entre personas que son de mutuo beneficio. Una manera de probar que no todas las relaciones entre personas son de suma cero es histórica.
Insisto, si todas las relaciones humanas fueran de suma cero, se viviría aún hoy en la misma situación de miseria que se tenía en el origen mismo de la humanidad. Nada habría sido creado ni producido, todo lo que existía en ese momento habría pasado de unas manos a otras, sin crecer.
Conclusión: el error de fondo
Esto es lo que merece atención, el que la idea de la suma cero sea tomada como una realidad siempre presente y aplicable universalmente, sin excepciones. Es decir, presupone una realidad en la que nunca puede existir una suma positiva en los tratos entre personas.
📌 El meollo del asunto es lo subterráneo del concepto de suma cero. Está tan profundamente enterrado en la mentalidad de algunos que simplemente no se dan cuenta de él. Y, aunque se les explique, no llegan a desenterrarla. Simplemente, no conciben una realidad en la que la suma positiva pueda existir.
Si acaso llegara a ser aceptada la existencia de la suma positiva, eso significaría una resquebrajadura en esa mentalidad y muchas de sus opiniones se vendrían abajo. Esa mentalidad obcecada se convierte en política de gobierno, por ejemplo en este caso:
«[…] la riqueza de la nación y los frutos de trabajo de los mexicanos se distribuirán con justicia […]» A. M. López Obrador
Una mentalidad que presupone que:
— la riqueza no tiene dueño;
— los frutos del que trabaja tampoco son suyos; y
— repartirlos es un acto de justicia
Todo esto está sustentado en la mentalidad que tiene enterrada a la suma cero como ley universal.
Esta falacia ignora que existen juegos de suma positiva, que aceptan la realidad de que ambas partes pueden ganar en un intercambio libre y que de esta manera es posible crear riqueza.
Si la falacia de la suma cero fuera verdadero, no se habría creado riqueza ni tenido adelantos desde el inicio de la humanidad. Seguiríamos viviendo en cavernas.
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