Esta columna propone una relación entre el tamaño del gobierno y la cantidad de corrupción que se sufra. Cuanto mayor es el gobierno será también mayor la corrupción.
Índice
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Introducción
Para exponer el principio de la relación entre el tamaño del gobierno y la cantidad de corrupción, inicio con un breve análisis de las ocasiones que la propician.
Corrupción: sus ocasiones
📌 La corrupción es un acto reprobable en sí mismo. Consiste en el aprovechamiento de la posición propia para lograr un beneficio personal ajeno a esa posición, es el abuso de la confianza depositada en quien ocupa un puesto.
El fenómeno de la corrupción puede ser mejor entendido de la manera siguiente:
A. Sin corrupción
• La persona A ocupa un cierto puesto, el que tiene ciertas funciones. Para realizarlas, el puesto necesita que la persona tenga cierto poder para ejercer las funciones y que tenga también responsabilidad para lograr lo esperado.
• La persona A realiza las funciones de su puesto, usando el poder que tiene y aceptando las responsabilidades, a cambio de un ingreso acordado previo —en este caso, esa persona realiza sus funciones sin corrupción pues todo lo que recibe es ese ingreso acordado.
En este caso sin corrupción, la persona A cumple con las funciones que de ella se esperan —y como se verá más adelante, cumple con otra condición: no realiza las funciones que no se le han dado, o mejor dicho, que no se esperan de A.
B. Con corrupción
• La persona A realiza las funciones propias de su puesto, igual que en el caso anterior, pero a su ingreso adiciona otros beneficios derivados de cobrar por ellos a terceros, no a quien le ha confiado el puesto.
En este caso con corrupción, la persona A añade a sus funciones otras, que no se esperan de ella y que no se le han dado, a cambio de lo que recibe un ingreso adicional por parte de terceros.
La naturaleza de la corrupción está en la adición de un ingreso adicional al ingreso formal y abierto que la persona recibe por realizar las funciones propias de su puesto.
La persona A es contratada por la persona B y esta última paga a A un sueldo a cambio de que A realice unas funciones.
Si A realiza esas funciones obteniendo un ingreso adicional al que acordó con B y ese ingreso viene de terceros a cambio de que A haga algo que no se espera de ella, eso es corrupción. Los terceros dan a A un ingreso a cambio de que A haga algo por ellos —y eso que A hace puede clasificarse en dos tipos de conducta.
Primero, A puede dar trato preferente a los terceros —una preferencia indebida por no esperada— como cuando a cambio de una cantidad de dinero la persona A provee un servicio que sí debería dar pero sin recibir esa cantidad.
Segundo, A puede dar un trato preferente a terceros —un privilegio indebido— como cuando a cambio de una cantidad de dinero la persona A provee un servicio que no debería dar.
Relación entre poder y corrupción
📌 De lo anterior, puede concluirse que el monto de corrupción será una función directa del poder que tenga la persona —a más poder, mayor probabilidad de corrupción. Y lo contrario, a menor poder menor probabilidad de corrupción.
No extraña, por tanto, que la corrupción se presente con más frecuencia en posiciones o puestos con gran poder. Ya que los gobiernos son el organismo que más poder tienen en una sociedad, sus puestos son los más propensos a sufrir corrupción.
Dos ejemplos
Para la construcción de una habitación adicional de una casa, se exige un permiso de obra con ciertos requisitos —el propietario de la casa cumple con ellos y presenta su petición para obtener el permiso: la persona que coloca el sello de autorizado en el permiso pide al propietario dinero para colocar el sello ahora, de lo contrario pospondrá indefinidamente la emisión del permiso.
En el mismo caso del permiso de construcción adicional, el propietario ahora no cumple con los requisitos legales y el permiso no puede darse —pero la persona que coloca el sello de autorización ofrece que a cambio de una cantidad ignorará la falta de cumplimiento de los requisitos y colocará el sello al permiso.
La influencia del poder
Casos como estos demuestran que la corrupción tendrá diferentes montos dependiendo de circunstancias generales:
Donde operen regímenes de libre mercado y escasa intervención económica estatal, existirán montos pequeños de corrupción. En estos sistemas los puestos de gobierno presentan escasas oportunidades de aprovechamiento reprobable de los puestos públicos.
Donde, por el contrario, operen regímenes de amplia intervención estatal en la economía, la corrupción tenderá a ser mayor, pudiendo llegar a ser un gran problema. Es esa relación entre el tamaño del gobierno y el monto de corrupción.
Una dirección de la solución
📌 Es decir, una de las soluciones más estratégicas que pueden tomarse en contra de la corrupción es el implantar sistemas económicos con escasa intervención estatal.
Donde las leyes sean más complicadas y abundantes, las oportunidades de corrupción serán mayores.
Creo necesario añadir una breve nota sobre la naturaleza humana. Ella es la misma en todos los sistemas políticos y económicos —los seres humanos poseen las mismas faltas y defectos dentro de sistemas socialistas que dentro de sistemas liberales.
Lo único que hace un sistema liberal, en este campo, es crear un número menor de oportunidades de corrupción gubernamental.
Corrupción y gobierno, su relación
De ella se quejaba J.M. Luis Mora a muy pocos años de la independencia mexicana y también, en EEUU, hay muestras patentes de hace tiempo: la administración de W. Harding, probablemente sin él involucrado, pero con un secretario del interior que vendió derechos petroleros de propiedad estatal.
También está U. Grant, antes de Harding, con colusiones de sus funcionarios y empresas de construcción y ferroviarias. Y antes incluso, está A. Jackson, con favores personales.
Es un fenómeno gubernamental de todos los tiempos, incluso con un manual del siglo 16 para mercaderes, que aconseja hacer regalos a los agentes aduanales para que reduzcan el valor de las mercancías transportadas.
Universal y siempre presente, la corrupción ha querido ser erradicada con leyes que acaban por ser superadas por quien tiene la voluntad de hacerlo y procedimientos contables y financieros, como propiedades de empresas anónimas.
¿Qué hacer? Un artículo del Acton Institute, examinando el problema, recomienda un ataque de dos pinzas. Una de ellas es un gobierno limitado. Redimensionado como se diría ahora.
Cuanto más pequeño sea el gobierno menos oportunidades de corrupción existirán —un burócrata con un sello de aprobación es un corrupto en potencia. La otra pinza recomendada tiene que ver con la moral. Si la pinza de un gobierno pequeño es una solución estructural y de diseño, la pinza moral es una solución de conducta humana.
Las tentaciones de corrupción siempre existirán, aunque sean menores en gobiernos limitados, por eso también es vital la aceptación de un código moral en la población: las personas con mayor fortaleza moral serán menos propensas a caer en la tentación de la corrupción.
Esas dos pinzas no son remedios nuevos, tienen antecedentes de hace siglos, que se remontan a Isidoro de Sevilla, Santo Tomas de Aquino y otros, según dice el autor del artículo, Kevin Schmiesing.
No es simple el asunto
Al final, las cosas no son sencillas, pero son más simples de lo que se piensa. Imagine usted a un político corrupto, lo que no tomará mucho tiempo y piense cómo encontrar la solución de fondo a la innegable relación entre el tamaño del gobierno y el monto de corrupción.
Primero, lo que debe hacerse es quitarle oportunidades de corrupción. ¿Cómo? Retirándole poder, es decir, oportunidades de aprovechamiento indebido de su puesto. Son cosas como menos presupuesto y menos permisos a otorgar.
Así se soluciona parte del problema, porque aún así se presentan oportunidades de corrupción.
Segundo, laa otra parte es el fortalecimiento moral de la nación en general, lo que disminuye el número de personas laxas en su parte ética y aumenta la probabilidad de resistir tentaciones. Con esto en mente, usted no va a tener cero corrupción, pero sí va llevarla a mínimos aceptables.
Esta forma de atacar la corrupción es mucho más prometedora que la emisión de más leyes y organismos supervisores —con una consecuencia positiva: un gobierno limitado, con menores poderes será menos atractivo a las personas suya motivación sea el usar las posiciones políticas para enriquecimiento personal.
El remedio está a la vista de todos. Si no se lleva a cabo, esa es otra historia muy diferente.
«Es poder atrae a los corruptibles. Sospecha de todos los que lo buscan».
— Frank Herbert
La relación entre gobierno y corrupción
No todos son enemigos de la corrupción —hay quienes con buen cinismo la justifican: dicen que ella sirve para aceitar la máquina burocrática que traba los procesos, permisos, licencias, concesiones. Es un enfoque realista y, seguramente, pesimista.
Si nada puede hacerse en contra de esa burocracia paralítica, un mal camino, pero mejor que cualquier otro, es el de la corrupción —dinero, regalos, favores, dados a miembros de la burocracia para lograr resultados más o menos inmediatos.
Esperar una solución de fondo sería una opción irreal, dicen, y con cierta razón. No queda más que aceptar, entonces, esa relación proporcional entre el tamaño del gobierno y la plaga de la corrupción.
Freno al progreso
Con independencia de lo anterior, lo que sí es posible asegurar es que la corrupción es un obstáculo al progreso. En el monto en el que ella exista, ella colabora a crear miseria o a no resolverla. La corrupción es un costo adicional para hacer negocio y pega a todos, incluso a quienes no intervinieron en ella.
La habitación que se deseaba construir resulta ser más cara al agregar el monto de la corrupción —tiempo y dinero. La persona gasta más y en esa medida su cartera termina con algunos miles de pesos menos, que hubieran sigo gastados o ahorrados y eso perjudica al oferente de eso que hubiera sido comprado.
Si se trata de una obra pública, como una carretera, su costo resulta mayor —el constructor debe pagar al burócrata por asignarle la obra y ese costo se refleja en gasto gubernamental extra que ya no puede usarse para, quizá, mejorar una escuela. No es posible dudarlo. La corrupción es dañina.
Pero reconocerlo no lo es todo —aún así, la actitud ante la corrupción puede tener sus gradaciones: desde la que la considera el gran mal a erradicar hasta la que la ve como un problema que no merece tanta atención.
Casos
Países como Pakistán y Afganistán están colocados en algunos de los peores lugares en su calificación de corrupción y eso no ha impedido que reciban ayudas de organismos internacionales —sabiendo con alta probabilidad en dónde terminará esa ayuda.
A esa heterogeneidad de visiones ante la corrupción ayuda una característica —la gran dificultad para probarla y su consecuencia natural: son necesarios muchos recursos y tiempo para probar cada caso. Esto tiene una consecuencia, la de no merecer atención los casos los casos de corrupción menores a un cierto monto —solo los grandes y notorios merecen atención.
E incluso cuando se realizan investigaciones, los involucrados posibles suelen mostrar un gran cinismo alegando su inocencia —a lo que debe añadirse la complejidad de redes que se hacen para ocultar esa corrupción.
No cabe duda, es un problema en sí mismo —pero embrollado por esa variedad de actitudes ante ella y las dificultades para demostrarla. ¿Cómo solucionarla?
La más drástica de las medidas posibles es la más obvia: si lo que da ocasión a la corrupción es la complicación burocrática, esta debe desaparecer al mínimo. Se intenta así hacer desaparecer la oportunidad que la crea.
El fondo de esa solución es el punto que quiero enfatizar: el tamaño del gobierno tiene una relación con las oportunidades de corrupción y esto se convierte en un buen argumento en favor de la mentalidad liberal que solicita gobiernos limitados. Desde luego es un argumento en contra del socialismo, que tiene como fundamento el aumento del tamaño de los gobiernos.
«Cuanto más corrupto es un Estado, más abundantes son sus leyes»
— Tácito
Una solución
La relación general es obvia: cuanto más grande sea un gobierno más probabilidades de corrupción presentará. Esto tiene una consecuencia clara.
📌 Si se quiere reducir la corrupción, la solución profunda es reducir el tamaño del gobierno. Esto es sencillamente reducir el número de oportunidades de corrupción y el monto promedio de cada acto de corrupción. Con menos dinero y menos funciones, la corrupción no desaparecerá, pero bajará notablemente.
Un gobierno muy grande maneja muchos recursos. Ese dinero es una tentación siempre presente para el gobernante, llegando incluso a ser la razón de ser de su trabajo político.
Creo que una buena parte de los gobernantes están motivados a seguir una carrera política por la posibilidad de tener ingresos de ese tipo.
Un gobierno muy grande es muy interventor. Da y otorga permisos, por ejemplo, de importación y exportación. Será en extremo tentador para quien busca privilegios de ese tipo ofrecer dinero a cambio de una decisión gubernamental a su favor.
Cuanto más funciones tenga el gobierno, más oportunidades de ese tipo de presentarán.
Realidades
La primera de ellas es la más clara de todas: los gobiernos socialistas e interventores sufrirán más corrupción que los gobiernos liberales, que son más pequeños. Un problema serio para el socialista y que le representa un defecto esencial del tipo de gobierno que propone.
También, se destruye la hipótesis irreal del socialista que presupone que sus gobernantes serán gente ejemplar no sujeta a la tentación del robo.
Hay que aceptar, sin remedio, que los gobernantes son personas igual que el resto y que sucumben a oportunidades de deshonestidad. Ningún régimen político puede presuponer que sus gobernantes serán mejor que el resto de los humanos.
Vender su poder y meter la mano en el presupuesto público será siempre una excitación para el gobernante.
Vale más actuar de la otra manera. Intentar tener a los gobernantes más honestos posible, pero por si acaso, reducirles las oportunidades de corrupción que abundarán a su alrededor. En la política, el idealismo lleva a pesadillas. No se vive en un mundo perfecto, habitando por ángeles.
Precisiones
La solución de la corrupción que reconoce la relación entre ella y el tamaño del gobierno necesita precisiones como estas.
Gobiernos más grandes, de mayor gasto y más funciones intervencionistas producirán más casos de corrupción —y viceversa, gobiernos más pequeños, de poco gasto y menos intervencionistas producirán menos casos de corrupción.
Países con estado de derecho más desarrollado producirán menos corrupción que países con un estado de derecho débil o inexistente. La probabilidad de castigo es mayor en los primeros que en los segundos.
Las campañas de trasparencia de actos gubernamentales no tendrán un efecto significativo en lo general, a menos que ellas sean aplicadas donde el estado de derecho sea claro y firme.
Las expectativas de honestidad y combate de la corrupción salidas de gobiernos grandes son irreales, pues no reconocen esa relación entre ella y el tamaño del gobierno.
En buena parte, la corrupción florece en ambientes en los que ella es parte de los usos y costumbres, es decir, se ha convertido en algo culturalmente aceptable. Cambiar usos y costumbres tomará mucho tiempo, pero no debe ignorarse.
Globo de ideas relacionadas
La tesis que asocia a la corrupción con gobiernos grandes llama a ideas adicionales, como cleptocracia, nepotismo, clientelismo político y corporativismo.
Así como al concepto de capitalismo de amigos.
También se relaciona con nociones económicas, como el error de ignorar a los incentivos en las políticas públicas, el proceso de toma de decisiones de un criminal y la idea de criminales racionales.
Conclusión
Se ha establecido la relación que existe entre el crecimiento de los gobiernos y la expansión de la corrupción. Como escribieron Becker, G. S., & Nashat, G. (1997). The economics of life.
«… la corrupción es común donde sea que el gran gobierno infiltre todas las facetas de la vida económica… En las economías modernas, las utilidades están más determinadas por los subsidios, impuestos y regulaciones del gobierno que por la administración tradicional y las habilidades emprendedoras… Solo hay una manera permanente de reducir la indeseable influencia de los negocios en el proceso político: debilitar la conexión entre negocios y política».
Y se propuso que una buena parte de la solución puede ser buscada en la disminución del tamaño del gobierno, lo que reduciría las oportunidades y la cantidad de recursos en sus manos.
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