El acomodo entre un tipo de régimen y la realidad de la persona. Porque, es obvio, el mejor régimen es aquel que más conoce y respeta a la esencia humana. Ir en contra de la naturaleza humana invalidaría al sistema que eso haga. ¿Hay compatibilidad o no entre las ideas del socialismo y las características de la naturaleza humana?

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Introducción: socialismo y naturaleza humana

Hay muchas críticas en contra del socialismo y que muestran la imposibilidad de sus supuestos y aplicación. Son sólidas críticas económicas. Chesterton usa otro camino muy diferente para hacer lo mismo.

Acude él a la naturaleza humana y en especial a las sencillas ideas de las personas. No son estadísticas, ni razonamientos sobre la formación de precios lo que anula al socialismo. Son su entendimiento de las necesidades humanas, tan simples como la de invitar un trago, presumir las frutas del propio huerto o sentir que nuestras casas son nuestros castillos.

La idea aquí examinada es de Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), el prolífico autor inglés. En el terreno político, la idea presentada deja ver un punto de vista muy diferente al usual. 

Cuando se hace una crítica del socialismo, suele tenerse abundancia de análisis económicos. Para el autor, en cambio, la crítica es otra. Es un asunto de examinar la compatibilidad entre la naturaleza humana el el régimen político de tipo socialista


📕 El libro consultado fue el de Chesterton, Cecil, G. K. Chesterton, a criticism., Seattle, WA. Inkling Books, pp 135 y ss, que contienen el escrito de G.K. Chesteron«Why I am not a Socialist», de 1908.


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El punto de arranque

Entra G.K. Chesteron al tema diciendo que se le ha pedido explicar cómo es que un hombre que tiene fe en la democracia y en la revolución, no es un socialista.

Más aún, establece también en el principio mismo que le disgusta de sobremanera el presente estado de la riqueza y la pobreza.

Claramente no es un socialista, pero al mismo tiempo tampoco es alguien que defienda el sistema económico de su tiempo.

Lo que se dice versus lo que se hace

A continuación señala algo que le servirá más tarde de argumento principal. Dice que es su opinión el dar mayor importancia a los argumentos teóricos de las personas que a sus propuestas prácticas.

Pone él más atención en lo que se dice que en lo que se hace, porque lo que se dice tiene mayores consecuencias de más largo plazo.

Si alguien le llegara a invitar una copa de una bebida de temperancia, esa propuesta le causaría sospecha. Pero si quien la invita dice «Bébala porque su esposa haría una viuda encantadora», entonces ya tiene elementos para decidir qué hacer.

Colocar esta aclaración tan al inicio causa sorpresa, pero tiene un uso posterior que le llevará a evaluar la realidad socialista y mostrar que el socialismo no es tan compatible con la naturaleza humana como muchos piensan.

Para ponerse a pensar

La crítica del socialismo, como un sistema incompatible con la naturaleza humana observada por Chesterton es original. Véase lo bello, lo bueno, lo verdadero.

Trata el tema de las diferencias humanas y presenta un argumento de apariencia esquiva. Es mejor decir «esto es mío y te lo doy», que decir, «eso es de todos».

En parte, acude al drama de los bienes comunes pero sin el componente utilitario.

Completa la idea del socialismo que solo puede existir modificando a la naturaleza humana y forzándola a un molde en el que no cabe, ni cabrá. La moral del socialismo no es compatible con las personas.

Felicidad humana y socialismo

Sobre lo anterior, apunta que el idealismo socialista no le es atractivo. Ni siquiera como idealismo. Lo que de él se percibe es un futuro con una felicidad que deprime. El futuro socialista no le recuerda a nada de la auténtica felicidad humana, de ningún día feliz que él haya vivido.

Queriendo explicar esto más, toma Chesterton un caso: las utopías socialistas sustentan la felicidad de las personas en el placer de compartir. Es decir, las descripciones del mundo socialista por venir tienen su base en el tener cosas en común.

Compartir es eso se hace por parte de quienes están en un parque público, o por quienes se sirven de una misma jarra de mostaza. Es una propuesta colectivista y comunista en su idealismo.

Hay placer en el compartir, pero no es eso lo único placentero para el altruista, ni tampoco es la mayor de las posibilidades altruistas. 

Dar, recibir y compartir

Dice el autor preferir el placer de dar y de recibir, que no es lo mismo que compartir. Incluso es lo opuesto de compartir.

Compartir está sustentado en la idea de que no existe la propiedad personal, pero dar algo a otros está basado en la propiedad, tanto como el quedarse con ella. 

Puede suceder que después de una extraña serie de intercambios generosos, ejemplifica el autor, todos estuvieran usando el sombrero de otra persona y a pesar de eso, seguiría existiendo la propiedad privada. Es mejor esto que el tener en común los sombreros.

Esto es hablar del plano ideal. Si fuera el autor un mago con una varita mágica o un Dios creando un planeta, dice, crearía un mundo de dar y de recibir, no uno de compartir.

No quiere que Pedro y Pablo tengan en común una caja de puros. Desea que Pedro dé un puro a Pablo y Pablo uno a Pedro. 

No hay en la literatura socialista alusión alguna a esta acción altruista de dar y de recibir. No hay en el socialismo esta parte de la naturaleza humana.

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Una fiesta socialista

En las visiones de los camaradas socialistas festejando en una reunión no hay mención del anfitrión ni del invitado. Nadie hay quien festeje el vino de su abuelo, ni las frutas de su huerto. 

Puede beberse en esas reuniones de las visiones socialistas, pero no es beber lo que importa, sino el trago de pie con los amigos (standing drink).

No es esto decir que estas cosas no sucederían dentro del colectivismo, sino que no acontecen en las visiones instintivas de ese estado. No se les ocurren a los socialistas pensar en esa parte de la naturaleza humana.

Desde luego que a lo anterior puede responderse que esas cosas sí sucederían dentro del socialismo. Por eso es que antes dijo el autor, que da menos importancia a las propuestas que al espíritu con el que ellas son hechas.

La implantación del socialismo

Cuando una gran revolución se logra, rara vez se implanta con la fórmula exacta con la que se originó, sino con la imagen de sus propias ideas sobre la vida.

Si el socialismo se implantara no se realizarían las propuestas planteadas, sino su visión ideal, la que ha olvidado estas cuestiones humanas. Los socialistas han dejado fuera de sus libros necesidades humanas y las dejarán fuera de sus repúblicas.

Chesterton, con las anteriores observaciones, apuntala sus razones en la naturaleza humana y su oposición al socialismo. 

📌 Los socialistas no ponen atención en las personas. El mundo socialista del compartir y del uso en común es opuesto a rasgos humanos reales, como el dar y recibir. Si se quieran usar palabras que seguramente Chesterton odiaría por demasiado abstractas, el socialismo tiene una antropología humana equivocada.

La gente común

Dice ahora Chesterton que sostiene una opinión que no es compartida por los socialistas, los anarquistas, los liberales, ni los conservadores

Cree él fuertemente en la masa de la gente común. No sus potencialidades, sino su realidad: caras, hábitos, lenguaje.

Esa gente está rodeada por situaciones económicas vergonzosas y una cultura tonta, y a pesar de eso, los pobres son los más sanos, alegres y confiables de la comunidad.

Votarán ellos por los socialistas, los liberales, o los conservadores, dependiendo de lo que quieran o no, pero, dice Chesterton, detestan el olor, los sentimientos y el ideal del socialismo. Nadie de la comunidad tiene ideas tan contrarias al socialismo como los pobres.

Ellos valoran sus casas, sus hijos, el ocuparse de sus asuntos. Tienen creencias como la de ahorrar para su propio funeral, o ver al matrimonio como un lazo real, o dar a los niños lo que les gusta no lo que alguien dice que es bueno para ellos. 

Nadie más cree en cosas como estas. Son la sanidad de la humanidad, los diez mandamientos del hombre.

Imponer el socialismo en gente así es eso, una imposición, igual que la imposición de la industrialización de Manchester. Esa gente es demasiado sana como para creer en esas imposiciones. Son sanos, pero también lentos, poco definidos y aborrecen la guerra civil.

Si la imposición se realiza por medio de elecciones, eso es de poco interés. La realidad moral es que la democracia tiene disgusto por el socialismo pero puede aceptarlo sin tomarse la molestia de resistirlo.

Globo de ideas afines

La idea del autor va contra el romanticismo político de la sociedad perfecta y hace referencia al mayor enemigo político: las ilusiones de utopías posibles.

Igualmente, el tema evoca ideas como el significado y formas del libre albedrío, la realidad de las conductas espontáneas humanas y sus efectos en la complejidad social y la complejidad económica.

Más aún, trata a la dignidad humana, la independencia personal y la inevitable libertad que así se requiere.

El mundo socialista, parece decir, es uno en el que no existirían la filantropía ni la caridad, donde el altruismo no tendría sentido, y tampoco la subsidiariedad.

Conclusión

Pensando lo que cree del socialismo, dice el autor, su atención va a la democracia. Si ella se mueve, aplastaría al socialismo con una mano y a los grandes terratenientes con la otra. No es que esté en contra del esos propietarios, sino que ese régimen es la negación de la propiedad.

Si los pobres se mueven en esa dirección será para dar a cada persona su propiedad, tener sentimientos acogedores, dar su lugar a hombres y mujeres, sostener la responsabilidad de cada hombre dentro de su hogar, dar y recibir.

Si es el socialismo el que cambia las cosas, la realidad se llenará de lo que la democracia detesta: el hablar sobre lo inevitable, el amor por las estadísticas, la teoría materialista de la historia, las trivialidades de la sociología.

Quizá la democracia nunca se mueva, quizá la gente acepte lo que sea si se le da suficiente bebida. Y termina diciendo que no es un socialista como tampoco un conservador, porque no ha perdido su fe en la democracia.

La naturaleza humana es una constante que está presente en todo tipo de régimen. Y, si los socialistas suponen que es «en el seno de la sociedad capitalista donde se forjan actitudes y valores individualistas y competitivos como la avaricia y la codicia», no deben olvidar que esos vicios aparecerán también en su sistema.


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