El sinsentido tiene fuerza. Lo ilógico persuade. Lo irracional convence. Esta es la seducción de lo absurdo. ¿Quiere alguien influir en muchos? No confíe tanto en lo racional como en lo emocional y simple.

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Introducción: la propuesta de Napoleón

Todo comienza con una frase conocida de un personaje célebre: «Es más seguro influir en los hombres, producir en ellos más efecto, con absurdos que con ideas sensatas», Napoleón. Esta es la semilla de lo que sigue.

¿Quiere alguien persuadir a la multitud? ¿Desea tener influencia sobre las personas? Hay una forma segura de lograr esa meta: comuníquese con ellas con ideas alocadas desechando las racionales. Así tendrá más éxito. Lo insensato persuadirá más que lo sensato.

📌 La idea central es llamativa. Lo absurdo, ilógico y sin sentido tendrá más probabilidad de persuadir que lo opuesto. Desde el otro lado, lo racional, lógico y con sentido, no tendrá mucho poder de convencimiento.

Una idea similar a la de Cicerón: «Las masas se dejan influir más fácilmente por la emoción que por la razón». La sugerencia es la misma: la razón y la lógica tienen menos poder que las emociones y los sentimientos, cuando de convencer se trata. Más lo que puede verse como la notificación de Voltaire: «Quienes pueden hacerte creer absurdos, pueden hacerte cometer atrocidades».


«Las verdades más grandes son las más simples y tan palpables que para muchos se vuelven invisibles»

— Leon Tolstoy

Houston Obama mural

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La seducción de lo absurdo: las explicaciones

Para la mayoría, la idea de que lo absurdo, ilógico y sin sentido tiene más poder de convencimiento que lo racional, lógico y sensato, debe aparecer al menos como sorprendente. La expectativa natural sería esperar lo contrario.

La seducción de lo absurdo tiene, sin embargo, explicaciones. Estas son algunas de ellas.

La atracción de lo nuevo y atrevido

Es la seducción que atrae por novedad y diferencia, suponiendo que lo nuevo es siempre mejor, descartando a lo anterior como «viejo» y sin valor. Si, además, tiene dosis de atrevimiento y osadía en contra de lo ortodoxo, mejor aún. Una idea presentada como nueva, emocionante y atrevida será más atractiva que otra expuesta con un orden lógico y disciplinado.

La propuesta de que en ciertos libros sagrados o construcciones sagradas hay mensaje proféticos ocultos, tendrá buena posibilidad de ser creída, aunque las evidencias científicas no muestren nada de eso.

El cimiento de las creencias propias

Esta explicación de la seducción de lo absurdo es la producida por las opiniones y sentimientos personales anteriores. La influencia de lo irracional será importante cuando coincida con los prejuicios y las intuiciones arraigadas en las personas. Si la idea presentada coincide con el pensamiento personal será más convincente que si ella se opone a ese pensamiento, aunque esto sea racional y lógico.

Cuando alguien ya recela de cierto grupo social, aceptará con facilidad una propuesta que culpe a ese grupo de los males nacionales. La seducción de lo absurdo se observa bien en la idea de «si se repartiese en dinero de los ricos, la pobreza se acabaría».

Este es un fenómeno de búsqueda y aceptación sólo de información acomodada a las creencias propias, haciendo de lado a las que las contradicen —incluso intentando prohibirlas, como en la censura de lo políticamente correcto—.

El atractivo de lo simple y obvio

Lo absurdo y alocado tendrá gran influencia si ello es fácil de entender pudiendo ser expuesto en frases cortas y memorables que cualquiera puede repetir. Un argumento que requiera esfuerzo para su comprensión será menos convincente que uno que no necesite.

El déficit comercial será velozmente aceptado como una pérdida nacional injusta, a pesar de que bien razonado muestre que no hay tal pérdida. Las buenas intenciones de grandes proyectos gubernamentales serán aplaudidas sin atención a su costo de oportunidad.

El medio ambiente propicio

La seducción de lo absurdo y tonto se eleva también cuando influyen los ambientes en los que la persona existe. Por ejemplo, el pensamiento grupal hace que el individuo se amolde a la opinión generalizada. Una idea absurda y falsa, pero popular, ejercerá presión sobre la persona para que piense igual que el resto. Estar en descuerdo le costaría la pertenencia al grupo.

Otra explicación conectada con la anterior es el medio ambiente de desinformación. Ella puede diseminarse con rapidez en redes sociales y noticias en línea, con atractivo suficiente para difundirse con rapidez y hacer de lo absurdo algo seductor y digno de ser reenviado por el seducido. Este es el fenómeno de las noticias falsas.

25.11.2022 Pedro Sánchez participa en el acto de PSOE por el 25N

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Algunas precisiones

La tesis de la columna enfatiza el poder de lo simple aunque ilógico, de lo irracional pero novedoso. Algo que ha sido llamado la seducción de lo absurdo, el poder de persuasión de lo falso e insensato.

Es un aviso precautorio que establece la necesidad de examinar esa posibilidad como una realidad y no una ficción. Muchas ideas que en su inicio pueden parecer insensatas resultarán verdades posteriores. Sin embargo, también muchas otras serán ideas falsas, tontas, absurdas que ocultan a la verdad y dificultan la posibilidad de llegar a ella.

También conviene añadir dos efectos relacionados con la seducción de lo absurdo.

Ha sido apuntado que las personas con escaso conocimiento en un campo lo sobrestiman y creen poder tomar decisiones atrevidas que el experto reprobaría. El derecho a opinar conlleva la responsabilidad de saber.

También, puede existir un efecto contraproducente. Cuando confronta ideas opuestas a las suyas, la persona puede reaccionar tornándose aún más convencida de las que ya tenía.


«La forma más eficaz de destruir a las personas es negar y borrar la comprensión que tienen de sí mismas».

— George Orwell

Conclusión

No es infrecuente escuchar frases como «sólo usamos el diez por ciento de nuestro cerebro», o ilustraciones que representan a vikingos y cascos con cuernos, o la opinión de que Colón suponía que la tierra era plana. Quizá son ideas son consecuencias severas.

Pero, el poder seductivo de lo absurdo y falso tiene consecuencias cuando se encuentra en los terrenos de decisiones económicas y políticas. El proteccionismo y los aranceles pueden ser «vendidos» con simpleza al inexperto, al igual que la idea de políticas redistributivas sin considerar sus efectos no intencionales.

Algo similar pasa con las suposiciones generalizadas de que el intervencionismo estatal no tiene consecuencias negativas, de que la democracia es el régimen perfecto. Las falacias del materialismo histórico son un buen ejemplo de la seducción de lo absurdo.


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