Nadie está exento de cometer actos necios y sin sentido ni lógica. Eso es una constante humana. Sin embargo, el caso más interesante es el del tonto habitual y acostumbrado con conductas que son tonterías frecuentes.

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Introducción: el terreno de la tontería

La ubicación más precisa del tan amplio tema, quizá se facilite mucho usando palabras de Erasmo de Rotterdam. Las de su obra Elogio de la locura o encomio de la estulticia.

«Está escrito en el Eclesiastés, capítulo primero: «Infinito es el número de los tontos». Siendo este número infinito, ¿no indica el común de los hombres, exceptuando un pequeñísimo número de ellos que no sé si nadie podrá ver?» p. 124 Austral. Kindle Edition.

La tontería, en otras palabras es algo que afecta a un gran número de personas. Nada que no se pueda reconocer con facilidad si es que hay voluntad. El punto debe resaltarse de nuevo. «Así se aprueba la frase de Cicerón, por la cual es justísimamente ensalzado y que poco ha mencionamos: «Todo está lleno de estúpidos»». Ibídem p. 125

📌 Como sea que ella se defina, la primera conclusión es la amplitud de su presencia entre los seres humanos. Es un fenómeno generalizado y universal, que sucede en todo tiempo y lugar. El fenómeno del tonto habitual.

Resulta fascinante que en el mismo libro, Erasmo use el ejemplo del gobernante para ilustrar un caso notable de este trastorno.

«Imaginaos un hombre como son a veces los reyes, desconocedor de las leyes, enemigo del bien público, o poco menos, atento a su provecho, dado a los placeres, hostil al saber, a la libertad y a la verdad; desinteresado por completo del bienestar de su Estado y que lo mide todo a tenor de sus caprichos y provechos» .p. 115

Precisiones extras

El significado puede ser aproximado viendo sus sinónimos: estupidez. necedad, memez, sandez, tontería, idiotez, simpleza, bobada.

Y la gravedad del asunto se intuye en las ideas de otros autores que en común resaltan la fuerza del tonto y sus tonterías.

«Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda». J. de la Fontaine.
«Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano». W. Goethe.
«El mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados. Entiendo que se subestima la estupidez». A. Bioy Casares

Para ponerse a pensar

De inmediato se recuerdan temas como las de la estupidez humana, bobadas y creencias tontas que son comunes, más el conocido fenómeno de que el poder embrutece.

Más la necesidad de recordar lo obvio y evidente, el natural desarrollo de juicios y el fenómeno de la estupidez colectiva. Más el dilema del conocimiento.

Entrando al campo del tonto habitual

La tontería puede ser comprendida como una gran torpeza para entender y comprender las cosas. Esto hace referencia a la falta de inteligencia, a la incapacidad de pensar, a la ausencia de sentido común.

La conclusión se expresa así, «Puede decirse, por lo tanto, que una estupidez es una tontería o algo que no tiene lógica».

La tontería tiene claramente connotaciones negativas que se asocian a personas que cometen errores, que realizan acciones faltas de lógica, que tienen conductas bobas y necias.

📌 El punto hasta aquí es la existencia de algo que se conoce como ‘tontería’ y de alguien a quien puede llamarse ‘tonto’, o algo similar. Y, más aún, que ese fenómeno es abundante en todo tiempo y lugar, una especie de constante humana.

El tema admite un análisis más detallado que colabore a un mejor entendimiento de la tontería y el tonto. El propósito, desde luego, es intentar disminuir su incidencia siquiera un poco (lo que sería un gran logro).

Globo de ideas relacionadas

El tema lleva a las leyes básicas de la idiotez humana y plantea la imperiosa necesidad de hacer realmente común al sentido común.

Llama también al conocido fenómeno de los argumentos basados en datos y números y a la sensata idea de la navaja de Ockham.

Tonto y tontería, la diferencia

En el análisis de esta constante humana, entre otras muchas más, es útil distinguir entre sujeto y conducta, es decir, entre el tonto quien es el actor y la tontería que es su acción.

Tonto habitual, el sujeto

Es la persona a la que se califica como tal. Por ejemplo, la persona que se toma una fotografía de sí misma desnuda y la envía a su pareja, o la persona que hace car-surfing. Quienes arrojan objetos a coches que pasan bajo puentes.

Se trata del actor que hace eso que no tiene sentido ni lógica, que es una necedad irracional.

Tontería, la conducta

Es la acción evaluada así, por la razón que sea. Quizá sea porque pone en peligro la vida o la salud sin razón alguna, como tomar medicinas al azar. O acciones cuyas consecuencias se conocen y no son deseables, como conducir un coche en estado de ebriedad.

Una deducción obvia

La distinción anterior hace posible sugerir la existencia de dos tipos de tontos, el esporádico y el habitual.

Siendo una constante humana la comisión de tonterías, puede concluirse que nadie está exento de ser un tonto ocasional. Es decir, toda persona comete tonterías sin excepción, pero el ocasional lo hace fortuitamente. En ella, las conductas tontas son más la excepción que la regla.

📌 El caso realmente interesante es el del tonto usual y acostumbrado, ese que persevera en conductas tontas y sin sentido ni lógica. En él, las tonterías son más la regla que la excepción.

Este último es la instancia de interés, el que genera ideas como la de B. Franklin: «Cualquier tonto puede criticar, condenar y quejarse —y la mayoría de los tontos lo hace». O, incluso en películas lograr frases como una de Obi Wan Kenobi: «¿Quién es más tonto, el tonto, o el tonto que lo sigue?»

Pero aún falta un examen mayor y para eso siempre puede recurrirse a Sócrates. Ese que fue calificado por el oráculo de Delfos como el más sabio (por una razón extraña que se verá abajo)


«Los mejores sirvientes del pueblo, como los mejores criados, deben susurrar verdades desagradables al oído del amo. Es al tonto de la corte, no al cortesano tonto, a quien el rey menos puede permitirse perder».

— Walter Lippmann

Entra el gran Sócrates

La aportación del griego al tema es indirecta, especialmente cuando afirma que «El único conocimiento verdadero es saber que no sabes nada», lo que ha sido abreviado a «Yo solo sé que no sé nada». Y califica al conocimiento como un bien, a la ignorancia como un mal.

Se reitera en esta otra expresión, «La única cosa que sé es saber que nada sé; y esto cabalmente me distingue de los demás filósofos, que creen saberlo todo».

La ignorancia inconsciente es, para Sócrates, la causa de muy grandes males, de vicios, maldades, errores. Todo por no saber lo que uno hace en realidad.

La breve noción es amplia en significado. De una manera u otra, contiene elementos que ayudan a conocer al tonto y sus tonterías examinando a su opuesto, al sabio.

🩸 Humildad. Ilustrada en el reconocimiento de no saber. Tienen algo de héroe ese sabio que acepta no saber.

🩸 Ambición. Es la intención de saber, el propósito de conocer porque eso es un bien y la ignorancia es un mal. Y todo, partiendo de la idea de no saber.

🩸 Giro de planos. Es la idea de aceptar que el conocimiento verdadero «es saber que no sabes nada». Esta es la real sabiduría, la cualidad del sabio, lo que lo diferencia del resto. No sabe, acepta no saber y quiere saber.

La propuesta central de la columna es proponer que esos elementos aportados por Sócrates pueden usarse para saber algo más acerca del tonto y sus tonterías, especialmente el usual y acostumbrado.

📌 Esto lleva a una ignorancia aún más grave, la doble ignorancia. Es la que sufren quienes no saben pero están seguros de saber y esa confianza en su supuesto conocimiento los lleva a grandes errores y males.


«Y ésta, si no me equivoco, es la clase de ignorancia que merece especialmente el título de estupidez.»

— Platón, «Sofista»

La humildad del sabio – la arrogancia del tonto

Al contrario del sabio que acepta su ignorancia, el tonto usual supone su conocimiento. Cree que sabe y sabe más que los otros. Es decir, parece existir una asociación fuerte entre la conducta consistentemente ilógica y la arrogancia del sujeto que la realiza.

Más aún, es probable que se tenga una dosis de altanería lo suficientemente grande como para producir en el sujeto un optimismo desmedido que le produzca confianza extrema en sí mismo. Si él supone saber mucho junto a eso crea un elemento adicional de euforia.

Y no solo eso, la carencia total de humildad en el tonto frecuente puede ligarse al sentimiento de desprecio a los demás. ¿Para qué consultarlos si él sabe más? Con un efecto posible adjunto, el de la terquedad perenne en sus ideas y acciones, lo que impedirá la entrada de acciones correctivas de los errores cometidos.

La ambición del sabio – la apatía del tonto

Al contrario del sabio que ambiciona remediar su doble ignorancia, el tonto consuetudinario se conforma con la idea de creer que tiene conocimiento. Permanece él indolente y apático ante la posibilidad de que existan cosas que no sabe. Su doble ignorancia adquiere la cualidad de ser intencional.

Es posible que su desprecio a los demás y su desinterés ante las posibles aportaciones de otros, cree a su alrededor un aislante que lo retire de la realidad y lo rodee solo de útiles que se sirvan para confirmar su supuesta sabiduría, conocimiento y saber.

Esto, por supuesto, podrá impedir la aceptación de errores y fallas en sus acciones y sus tonterías continuarán sin visos de corrección.

La prudencia del sabio – la insensatez del tonto

Al contrario del sabio que ha definido a su sabiduría como el reconocimiento de su ignorancia y su intención de solucionarla, el tonto constante se vanagloria del conocimiento que cree tener y se aparta del saber, es decir, de la realidad.

La consecuencia de eso es el acercamiento paulatino del sabio a la verdad y el alejamiento de ella por parte del tonto habitual.


«Pero cuando la gente está equivocada pero se siente inquebrantablemente correcta, se les retira la voluntad de aprender y eventualmente los lleva a un desastre. Y si se les hace responsables de algo, su doble ignorancia produce también un desastre para todos los demás. La mayoría de las calamidades políticas pueden verse de esa manera».

Farnsworth, Ward. The Socratic Method (p. 160). David R. Godine, Publisher. Kindle Edition. Mi traducción

Conclusión

La columna ha examinado los conceptos de ‘tonto’ y ‘tontería’ como sujeto y acción del autor de actos sin sentido. En concreto, la noción del tonto habitual, ese cuyas acciones necias son frecuentes y repetidas.

El examen hizo uso de ideas de Sócrates acerca de la sabiduría para que ellas, en su sentido opuesto, arrojarán luz sobre el significado de esos términos.

Eso dio pie a especulaciones acerca de la conexión del tonto con la temeridad, la ignorancia, la soberbia y la obstinación.


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