Una forma errónea de razonar por la que a un experto célebre en un cierto campo se le cree igualmente conocedor y experto en otro campo que desconoce. La falacia de la credibilidad extendida.

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Introducción

Es una falacia, un manera equivocada de pensar y que comete el error de dar una credibilidad extendida e indebida a un experto o celebridad. Todo empieza con un cierto tipo de suceso.

Es el fenómeno ilustrado en Bono, el de la banda U2, cuando opina acerca de la deuda externa de los países. En A. Einstein opinando sobre religión. En J. M. Serrat promoviendo el socialismo.

Más en general, es el suceso de un gran novelista que opina sobre política económica. El de un gran futbolista defendiendo las medidas de un cierto gobierno. El de un muy buen actor que opina sobre moral o política.

De esta manera comienza esta falacia, con un inicio que mezcla a un experto o una celebridad expresando opiniones fuera de su área de conocimiento o especialidad.

La falacia de Chomsky

Una columna de Keith Burgess-Jackson, titulada La Falacia de Chomsky, explica la transferencia de conocimiento de una persona, de un campo a otro.

«Si Noam Chomsky no fuera un famoso lingüista, a nadie le importarían sus opiniones morales o políticas. El hecho de que las personas las consideren solo muestra que están cometiendo una falacia: la de transferir la autoridad de un ámbito en el que él es experto (lingüística) a uno en el que no lo es (moralidad política)». Mi traducción.

La falacia de la credibilidad extendida

📌 Un problema de traslado de credibilidad de una persona que se extiende mucho más allá de sus parea de conocimiento o especialidad.

Como cuando, por ejemplo, un célebre experto en cuestiones de tecnología informática opina sobre temas de filosofía moral y estas últimas opiniones son tomadas con la misma credibilidad que tienen sus opiniones tecnológicas.

📌 Es un fenómeno de transferencia de credibilidad personal del campo de su especialidad a otro que no es su especialidad. Una falacia informal de credibilidad ampliada o extendida de un terreno a otro.

Estructura de la falacia

Esta forma equivocada de razonar se sustenta en una estructura:

  • La persona A es experta o célebre en el campo k.
  • Por tanto las opiniones de A sobre el campo k son creíbles.
  • La persona A opina sobre el campo m que no es su especialidad.
  • Por tanto, las opiniones de A sobre m son también creíbles.

📌 La credibilidad de A en el terreno k, que es su especialidad, se extiende a las opiniones de A en el terreno m, que no es su especialidad. Como cuando un respetado teólogo opina sobre muestreo estadístico. O el experto en estadística opina sobre asuntos teológicos.

El problema

El centro de la dificultad, donde radica el error, está en la transferencia de credibilidad, la que ha sido extendida de un campo a otro y sin base para hacerlo.

El que una persona sea famosa y experta en un cierto terreno no significa que lo sea en el resto de los campos del conocimiento. Por lo que la credibilidad que reciban sus opiniones deberá estar en proporción al conocimiento que tenga realmente.

La fama que tiene la persona, entonces, crea un efecto halo en sus opiniones dando a todas ellas una credibilidad extendida y formando así la falacia.

Origen del problema

Es común el fenómeno al que hago referencia por una razón que tiene que ver con los medios de comunicación. Ellos son verdaderos especialistas en hacer la pregunta equivocada a la persona equivocada.

¿Podría preguntarse qué hacer en la economía de un país a un actor de cine? No, a menos que fuese un economista al tanto de la situación nacional. ¿O a un químico notable acerca de terrenos teológicos?

La situación tiene sus elementos muy marcados, que trato de aislar a continuación.

Pregunta equivocada a persona equivocada

El error de preguntar a una celebridad o a un experto algo sobre temas fuera de su área. Y eso tiene más probabilidad de suceder en campos morales, económicos, políticos y similares que en otros terrenos.

Sería extraño que a un novelista se le preguntara sobre algo sobre el compuesto químico del plástico. Pero es más probable que se le pregunte sobre la deuda externa de los países, o sobre el uso de las reservas de un banco central. O incluso se resalten opiniones de rechazo o apoyo a ciertos gobiernos.

Todos pueden opinar de todo

Gracias a la libre expresión, a nadie se le niega la posibilidad de opinar. La falacia de la credibilidad extendida indebidamente no solicita que las personas se abstengan de opinar fuera de su área de conocimiento o especialidad.

Lo que apunta es la caída en la calidad de las opiniones personales cuando ellas corresponden a terrenos de los que se tiene poco o nulo conocimiento.

📌 Y esta falacia consiste en presuponer que las opiniones de un experto o una celebridad en todo campo son todas de alta calidad y merecedoras de atención.

No es posible que las personas desarrollen opiniones sólidas en todos los campos. Por eso es necesario aceptar la figura de fuentes respetables diferentes campos, aunque incluso esto es un error cuando se lleva al extremo (falacia ad verecundiam).

Multiplicidad de celebridades

Este es un elemento que contribuye mucho a la falacia de la credibilidad extendida. La gran cantidad de celebridades o personas muy conocidas y populares provoca una atención desproporcionada en ellas y esto lleva a la curiosidad de los medios.

Es así que los medios interrogan a las celebridades sobre temas que son ajenos a su campo de conocimiento. Esto ocasiona un fenómeno curioso, el de la existencia de verdaderas autoridades en ciertos campos que nunca son atendidos por los medios porque no son tan célebres.

Multiplicidad de medios

De los medios tradicionales, relativamente escasos, se ha pasado a una explosión de medios o canales posibles de usar para expresar opiniones por parte de cualquiera. Esto aumenta la probabilidad de que se cometa esta falacia de la credibilidad extendida.

Terrenos fáciles

Hay campos en los que las opiniones son difíciles o poco atractivas y que, por eso, son ignorados. Pocos se interesarían en la fórmula química de un compuesto medicinal.

Pero hay terrenos en los que las opiniones son fáciles y llaman la atención. Son los campos fáciles de economía, política, moral, religión y otros en los que se da esta explosión de opiniones que llevan a la falacia de la credibilidad indebidamente extendida.

Son campos en los que la simplificación predomina y el razonamiento escasea.

El sabio, el experto y la celebridad

Es una posición nueva. Nueva y extraña. La conocemos como el fenómeno de la especialización. Es algo que ha cambiado las cosas. Ortega y Gasset (1883-1955) ha explicado bien el curioso cambio de nuestros tiempos:

«Porque antes los hombres podían dividirse, sencillamente, en sabios e ignorantes, en más o menos sabios y más o menos ignorantes. Pero el especialista no puede ser subsumido bajo ninguna de esas dos categorías». La rebelión de las masas.

La irrupción del especialista

Antes de la especialización, podía decirse si alguien era sabio, muy sabio, algo sabio, o bien, si era alguien ignorante que nada sabía, o sabía poco, un era un tonto. Pero las cosas cambiaron debido a la especialización.

«El especialista sabe muy bien su mínimo rincón del universo; pero ignora de raíz todo el resto». Ibídem.

Se tiene entonces un cambio sustancial creándose un nuevo tipo de persona, esa que puede ser conocedora e ignorante al mismo tiempo. Sabe mucho de algo, es una eminencia en un cierto tema, pero de otros sabe nada o muy poco.

📌 Sí, la misma persona es simultáneamente sabia e ignorante, dependiendo de qué tema se trate. Esto es lo que ha creado un problema no enfrentado antes.

Previo a la especialización, usted podía tomar una opinión de alguien sabiendo que ella podía venir de un sabio o de un ignorante. Después de la especialización, ya no es posible hacer eso tan simple.

Ahora la opinión que usted escucha puede venir de alguien que es sabio e ignorante al mismo tiempo. Interesante problema. Uno que puede definirse como una falacia, la de la credibilidad extendida.

El aura de respeto se traslada de un campo a otro sin justificación, cometiendo un error de lógica: si es toda una autoridad en Física también debe serlo en Teología. Si es un autoridad médica también debe ser sabio en regulaciones económicas.

Este sabio-ignorante es, dice Ortega y Gasset, por tanto,

«[…] un señor el cual se comportará en todas las cuestiones que ignora, no como un ignorante, sino con toda la petulancia de quien en su cuestión especial es un sabio». Ibídem

Un muy buen teólogo hace un análisis económico de la Gran Depresión. O un especialista en Biología que pasa al terreno de la Teología sin inmutarse, creyendo saber lo mismo que el experto en ese campo. O una mente brillante en Física es tomada por muchos como una mente también brillante en otros terrenos.

Y ahora la irrupción de la celebridad

Las cosas se complican en este efecto aura por otro fenómeno de nuestros días, el de la celebridad. Me refiero a personas que son reconocidas en terrenos artísticos, como la literatura, el cine, o la música… y a veces, sin que exista causa aparente.

En este caso, su mero reconocimiento o popularidad les da credenciales suficientes como para emitir opiniones en terrenos ajenos al suyo; quizá sirviendo de relaciones públicas a un gobierno ; o a un movimiento internacional; o autoproclamados reporteros de noticias.

En resumen

Son los efectos de la especialización. Ese efecto aura que hace suponer, erróneamente, que quien es un experto en un campo también lo es en otros.

No significa esto que los expertos en un campo sean forzados a limitar su opinión a ese terreno. No, ellos pueden hablar de lo que quieran. Pero es indebido que piensen tener gran autoridad en lo que desconocen y, también, es vergonzoso que entre la gente común esto no se conozca.

Eso es precisamente lo que resalta la falacia de la credibilidad extendida.

Existen en la sociedad una enorme cantidad de opiniones que recibimos de medios, conversaciones y demás. Muchas de ellas son extraordinariamente débiles, provenientes de personas no expertas en la materia.

Tomarlas como ciertas es un riesgo imposible de evitar para personas que no tienen el tiempo para leer aquello sobre lo que opinan. La solución está en la prudente decisión de seleccionar fuentes creíbles, razonables y sobre todos, expertas en el campo en cuestión.

La falacia de la credibilidad erróneamente extendida apunta parte de ese modo equivocado de razonar. El de suponer que si una persona es célebre y experta en un campo, las opiniones que tenga en todos los demás campos serán también sólidas y de calidad.


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