Definición, significado y aplicaciones de la idea de usar explicaciones que son sencillas y con pocos supuestos. La idea de principio de parsimonia. ¿Qué es la navaja de Ockham?

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Introducción

Un fraile fransciscano en el siglo 14 tuvo una idea que aún ahora es fascinante. Guillermo de Ockham, tambión Occam, un inglés, creó la idea que ahora se conoce por su nombre: la navaja.

Es una manera de rasurar o cortar a lo innecesario y complicado cuando se buscan explicaciones. No es un principio absoluto, pero sí uno razonable. Cuando un suceso tiene varias explicaciones, la mejor de ellas es la más simple, sencilla y con menos supuestos.

📌 Otra manera de decir lo mismo es el de la ley o principio de la parsimonia. Las explicaciones mejores son las que contienen los menores supuestos o hipótesis. Es como una economía y ahorro de las explicaciones que persigue evitar lo innecesariamente complicado, y que también suele llamarse “elegancia” de la explicación.

En la vida diaria existe otro principio que es muy similar, eso de KISS —las siglas de keep it simple, stupid (hazlo simple, estúpido).

No es esta parsimonia un principio absoluto y total. Es una extraordinaria sugerencia que llama al sentido común de la sencillez aconsejando que mientras no se tenga más información. Lo mejor que puede hacerse es aceptar las explicaciones con menor complicación.

Leaf [a]2r of an incunable edition of William of Ockham's In primum librum Sententiarum (Urach: Konrad Fyner, 1483; ISTC io00014000) with hand-colored woodcut initials and rubrication

«Leaf [a]2r of an incunable edition of William of Ockham’s In primum librum Sententiarum (Urach: Konrad Fyner, 1483; ISTC io00014000) with hand-colored woodcut initials and rubrication» by Provenance Online Project is licensed under CC BY 2.0


«Si una cosa puede hacerse adecuadamente por medio de uno, es superfluo hacerlo por medio de varios; porque observamos que la naturaleza no emplea dos instrumentos [si] uno es suficiente»

S. Tomás de Aquino

Aplicación de la navaja de Ockham

Un libro (Dupre, Ben (2007), 50 philosophy ideas you really need to know (London. Quercus Publishing) da un gran ejemplo de la aplicación de la navaja de Occam.

Durante algún tiempo, en campos de trigo, maíz y otros cultivos, aparecieron áreas aplanadas que tenían formas intencionales y complejas. No podían explicarse sino por la intervención de alguien con inteligencia.

Esas formas en los campos, podían ser apreciadas mucho mejor desde el aire, revelando diseños y dibujos que podían ser interpretados de varias maneras.

Una de las explicaciones era la de la intervención de seres extra terrestres que así dejaban huellas del aterrizaje de sus naves e incluso mensajes en clave. La otra explicación decía que esas formas habían sido hechas por humanos en actos traviesos y de diversión que querían llamar la atención de la gente.

De esas dos explicaciones, siguiendo la idea de Occam, es preferible la parsimonia de las travesuras porque es la que menos supuestos contiene. Se conoce la existencia de actos traviesos en todas partes, pero la presencia de seres de otros planetas está sujeta a mucha discusión.

Consecuentemente, un ser racional acepta la explicación de las travesuras y no la de los OVNIS, al menos hasta que su existencia sea demostrada con certeza.

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Más aplicaciones de la navaja de Ockham

Otro uso del principio es el de los diagnósticos médicos —las enfermedades más comunes son las más probables frente a síntomas que también tienen enfermedades que lo son mucho menos.

También, puede usarse en el caso de las teorías de conspiraciones, a las que tantos están inclinados.

Supóngase que un candidato pierde las elecciones en un país y que él busca una explicación —frente a sí tiene dos posibles al menos: una dice que efectivamente perdió porque menos personas votaron por él y la otra dice que el menor número de votos se debió a una gran conspiración de sus enemigos.

Ese candidato tenderá a creer más en la conspiración que en la pérdida legítima de la elección —no aceptará tan fácil que efectivamente votó por él una cantidad menor de personas de las que esperaba y verá más adecuada la explicación de esa oscura conspiración en su contra. Hablará de esa explicación a los ciudadanos tratando de convencerlos.

Por su parte, los ciudadanos tendrán frente a sí mismos esas mismas explicaciones y deberán escoger una —siguiendo la sugerencia de Ockham, deberá ser la más sencilla y con menos supuestos, que es precisamente la de que no recibió tantos votos como el otro candidato. Probar la explicación de la conspiración y hacerlo muy bien será lo único que puede convencer a una persona razonable.

Naturaleza humana

No hay duda sobre la tendencia, muy humana, de buscar explicaciones a las realidades que nos rodean. La idea de Ockham es un consejo de mero sentido común. Cuando se usa razonablemente generalmente esta parsimonia da resultados.

Del lado opuesto a la sencillez de la navaja de Ockham se encuentran las explicaciones como las de las conspiraciones, que son mucho más complejas y contienen más supuestos —por lo que ellas deben ser probadas exhaustivamente antes de ser aceptadas.

Existe una buena proporción de personas que prefieren las explicaciones llenas de supuestos sin comprobar que las explicaciones más simples. Están ellas mucho más dispuestas a aceptar cuanta teoría de conspiraciones se les presenta que las explicaciones más razonables.

Sucede eso por una cualidad de las teorías de la conspiración: los complots son también sencillos de comprender si se hace caso omiso de los supuestos que contienen. Un complot es, al final de cuentas, la existencia de un grupo todopoderoso que se oculta de todos para lograr sus objetivos. Libros, películas y programas han usado esta explicación un sinnúmero de veces.

La sencillez percibida de una explicación basada en una conspiración es lo que la hace atractiva y funciona muy bien entre quienes no piensan en las consecuencias y supuestos que ella acarrea —todo lo que sucede, dicen, es obra de uno o más grupos que dominan al mundo.

Es maravillosamente simple también y sirve como explicación universal aplicable a cualquier caso y sin que requiera obtener información adicional, ni haber abierto un libro.

Si Ockham creó la imagen de una navaja para rasurar a las explicaciones que son demasiado complicadas, la teoría de la conspiración ha fabricado un mazo con el que golpea y destruye al resto de las explicaciones por razonables que ellas sean.


«No debemos admitir más causas de las cosas naturales que las verdaderas y suficientes para explicar su apariencia»

Isaac Newton

El origen y la idea central

La frase real de Ockham fue «Pluralitas non est ponenda sine necessitate», que significa, más o menos, las cosas no deben multiplicarse sin necesidad. Lo que lleva a un principio general que haría preferible a la explicación más simple de un hecho en relación a la más complicada.

En su sentido original, descrito por el mismo Occam, su idea es la de dudar de la existencia de una cosa cualquiera si ella no es evidente por sí misma, o no se tienen pruebas empíricas de su existencia, o no es algo requerido por la Biblia.

Algo como un sano principio de escepticismo que en su transformación actual se entiende como dudar de las explicaciones más complejas y preferir las más simples.

Es una solicitud de empleo de la razón expresada en el principio de parsimonia: en iguales circunstancias la explicación de menor complejidad es la que probablemente sea la mejor. Es una marcada preferencia por la simpleza y no por la complejidad.

No es un principio absoluto, tiene excepciones, pero es de gran ayuda en la formación de juicios y opiniones proponiendo que las explicaciones con muchos supuestos no deben aceptarse con facilidad sino cuando realmente se necesitan.


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