La ocupación que atrae a quien tiene obsesión de controlar a otros. La profesión buscada por quien goza dando órdenes a otros. La carrera ideal para quien se extasía ejerciendo su poder sobre los demás. Esa posición personal que necesitan los gobernantes compulsivos, esos para quienes el tener dominio sobre otros es el máximo gozo.

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Introducción

Esta columna propone la existencia de un tipo de personalidad para la que los gobiernos son el mejor medio de realización personal.

Los gobiernos, incluso en las democracias republicanas son centros de gran poder, no se diga de sistemas personalistas de poder concentrado. Las empresas del sector privado, por grandes que sean, no acumulan en ellas el poder de un gobierno.

El llegar a ocupar posiciones de importancia en los gobiernos y desarrollar una carrera política, es, por tanto, una posibilidad de atractivo extremo para la personalidad que se satisface por medio del poder sobre otros.

¿Qué otra actividad atrae más a quien tiene sueños de poder que el ser gobernante? Ninguna otra alternativa existe que pueda equipararse con el poder que da un puesto de jerarquía en algún gobierno.

Esto crea la idea del gobernante compulsivo. Un libro de Andrew, Christopher. The Secret World: A History of Intelligence, contiene evidencias de eso.

Algunas evidencias del gobernante compulsivo

La personalidad de ese tipo puede mostrarse externamente con detalles significativos en sus conductas cotidianas. Estos tres son citados por el autor.

1. Carlos Marx y su certidumbre

Un ejemplo clásico, C. Marx y su certeza ideológica que le mandaba tratar con desprecio a quien le contradecía (p. 387). 

Un rasgo interesante: quien sea que presupone que posee la verdad absoluta tendrá una cierta inclinación a considerar a los demás como inferiores. Él, después de todo, es quien está en lo cierto y es quien debe mandar sobre los demás sin cuestionamientos.

2. El gobierno de la URSS, un polo irresistible

Otro caso, el de Lenin en su viaje en tren de regreso a Rusia. Dio instrucciones precisas acerca del fumar y del uso de los baños (p. 545). Otro rasgo interesante, la tendencia a entrar a ordenar la vida ajena incluso en los detalles más pequeños.

La implantación del comunismo en Rusia provee otro ejemplo, con su simplificación extrema que determinaba culpabilidad individual dependiendo de la clase a la que se pertenecía, el origen de la persona y su educación o profesión (p. 556). 

El gobernante compulsivo tiene prisa por lograr lo que pretende y emite dictámenes veloces de condena y castigo. El gobierno como polo de atracción para el autoritario con prisa.

Y otro rasgo curioso, el del mundo virtual en el que vive el gobernante autoritario. También lo ilustra un fenómeno en la URSS durante los años 30 del siglo pasado. 

La URSS tenía el mejor servicio de inteligencia en el mundo, interceptación de señales y número de agentes, pero fallaba en la interpretación de la información recopilada (p.594). Una muestra de que ese polo de atracción embrutece a quien llama.

3. Hitler y la obsesión de control

Un rasgo llamativo lo da otro caso, el de A. Hitler y su costumbre de dar responsabilidades similares a diferentes departamentos, de manera que siempre mantenía el control en sus manos (p.664). 

Más su desprecio por la información que contradecía sus opiniones pues se veía a sí mismo como infalible (p.646).

Otra cosa, la tendencia del gobernante compulsivo a rodearse de personas que le comunican lo que no lo contradiga. La información que llega por esos conductos está suavizada (p.693). 

De tal manera que llegan a creer sus propias mentiras, como en el caso de Sadam Husein creyendo que realmente estaba ganando la guerra (p.744).

El polo de atracción para el autoritario

📌 Expongo un problema político real, el que puede expresarse como una ley. La política atrae a la personalidad autoritaria y conforme crezca el poder que ella tenga más tenderá a vivir en su propio mundo, alejándose de la realidad.

Este alejamiento de la realidad propiciará un círculo vicioso de un aún mayor alejamiento y desconexión con la realidad. Y el poder, por su propia naturaleza, siempre tiende a excederse.

El gobernante compulsivo

¿Qué otra profesión puede haber para quien padece la obsesión de ser obedecido que la de gobernar con los menores contrapesos posibles? Ninguna. Este fenómeno contiene dos partes centrales:

A. La realidad de los gobiernos como grandes centros de poder concentrado.
B. La existencia de ese tipo de personalidad cuya mayor satisfacción posible es ejercer el poder sobre los demás.

Cuando coinciden las dos partes, lo que es muy frecuente, se eleva el riesgo de abusos de poder por parte de quienes tienen ese tipo de personalidad. Es por esto que se tienen sistemas de contrapeso político que buscan impedir esos abusos.

📌 El problema es obvio. La mayoría de quienes tengan la personalidad del gobernante compulsivo terminarán tendiendo carreras políticas y, por tanto, una gran cantidad de los gobernantes serán de tipo compulsivo. Ellos siempre estarán buscando formas de exceder su poder.

Nerón«Nerón» by Lionel Fernandez Roca is licensed under CC BY-NC-ND 2.0

Sus motivos y razones

¿Qué persigue el gobernante compulsivo en su posición de poder político? Sus motivos pueden ser muy variados, de los que apunto solo los siguientes.

Por supuesto, un motivo es simplemente el placer de ejercer su poder, en ver a los demás obedeciéndole incluso en sus más absurdas órdenes y más pequeños caprichos. Este es un gozo quizá similar al de la droga y que produce estados extáticos desconectados de la realidad. La idea de Nerón incendiado a Roma para inspirar alguno de sus cantos, ilustra esta motivación.

Otra motivación, y que debe ser muy fuerte en algunos casos, es la del gobernante compulsivo que se ha asignado la responsabilidad personal de implantar el modelo de sociedad que él considera el óptimo para el bien de todos.

También, debe considerarse un elemento que combina odio y agresión, dirigidos a grupos o sectores sociales a los que debe suprimir. Los casos del nazismo y la URSS ilustran esto con creces, al igual que casos de racismo, xenofobia y envidia sectorial.

Sea cual sea el motivo del gobernante compulsivo, así hable él de las más nobles de las intenciones, solo podrá realizarlas por medio de una posición de poder y no hay mejores que las que ofrece un gobierno. Con una ventaja adicional notable, no existen en realidad parámetros sólidos de evaluación de desempeño.

Conclusión

La columna propone considerar la existencia de un problema político que conduce a elevar las posibilidades de abusos de poder. El problema es obvio.

La mayoría de quienes tengan la personalidad del gobernante compulsivo terminarán tendiendo carreras políticas y, por tanto, una gran cantidad de los gobernantes serán de tipo compulsivo. Ellos siempre estarán buscando formas de exceder su poder.


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