Un fenómeno político llamativo. La transformación del gobernante en agente de implantación de una causa o de una ideología. Por esto, el gobernante deja de gobernar y usa el poder estatal para establecer sus creencias en el resto. Una mutación política digna de ser estudiada. La idea del activismo político del gobernante
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Introducción: el activismo político del gobernante
Es un suceso frecuente en la político la mutación del gobernante en un activista con una agenda que quiere hacer realidad utilizando el poder gubernamental que posee su posición —hecho por el que deja de ser propiamente un gobernante.
Para explicar esta idea que convierte en activista político que debería ser simplemente un gobernante, debe comenzarse con el significado distinto de dos funciones.
📍 La tesis del gobernante ideologizado que deja de gobernar y se dedica a implantar su idea favorita de régimen político, pone sobre la mesa ideas como las razones de gobiernos demasiado grandes, el ansia de poder como adicción incontrolada y los la transformación de los ideales políticos.
Delegación o representación
Quiero plantear una diferencia entre los papeles y funciones de los gobernantes en puestos de elección popular —concretamente la distinción de ellos como delegados o como representantes.
Necesito primero precisar significados.
1. Delegación
Delegar se entiende como la acción de encargar, comisionar, encomendar, o facultar a alguien para una tarea —una persona envía a otra a realizar algo en su nombre.
2. Representación
Representar se entiende como sustituir, personificar, o relevar a alguien en una tarea —una persona asigna a otra la posibilidad de actuar en su nombre.
Representantes y delegados pueden ser tomados como equivalentes, cuando no lo son.
La diferencia
📌 Entre ellos existe una diferencia de poder —la que hace a un delegado responsable de cumplir con una orden lo que le da límites a su función, mientras que el representante no tiene esa limitación tan marcada.
Los representantes actúan como teniendo un poder abierto, general, que les permite actuar a nombre de otros —mientras que el delegado es alguien a quien se hace responsable de realizar algo y sin el poder tan abierto y general que tiene el representante.
Esta diferencia, que puede aparecer como tenue, marca sin embargo, una gran diferencia: el gobernante elegido es un representante, lo que le da más poder y mayor margen de acción.
Un delegado con la función de cuidar y hacer eficiente el gasto de gobierno difícilmente podría aumentar el gasto; pero si lo podría hacer un representante aduciendo que ese aumento es bueno para sus representados.
Otra causa por la que es más común la interpretación de gobernante elegido como representante y no como delegado, es la misma limitación de los ciudadanos. Tendrían ellos que ser específicos y conocedores en sus órdenes —lo que implica el tener conocimientos suficientes sobre asuntos de políticas públicas.
Gobernante es representante, pero…
Con lo expuesto antes, llego a donde quiero: el gobernante actúa más como un representante que como un delegado —es decir, tiene un mayor margen de acción y menos limitaciones a su poder.
Con una adición que altera lo anterior, la del gobernante que asume el papel de agente de alguna agenda política o ideología —que es lo que hace del gobernante un potencial activista político que antes que gobernar prefiere implantar sus ideas sobre el resto.
📌 Es el fenómeno al que me refiero. Un gobernante es realmente un representante de los ciudadanos que lo han elegido —y, sin embargo, se transforma en un agente activista que desde el gobierno, usando su poder, busca implantar agenda personal. Deja de gobernar propiamente y su poder se dedica a implantar la agenda política política de su elección.
El esquema de la transformación del gobernante
El cambio de papel que convierte al gobernante en un activista con poder de implantar su agenda puede ser comprendido en esta secuencia esquemática:
1 Entender que ante todo debe gobernar
El papel original y básico del gobernante es ese precisamente, el gobernar —lo que significa ser parte de las instituciones que tienen como misión central, dentro de los límites del gobierno, la protección del ciudadano, de su vida, derechos, intereses y posesiones.
Este es el punto de arranque del fenómeno que apunto —el de comprender que el deber del gobernante es gobernar. Y que eso significa la obligación única de crear un ambiente de respeto y protección a las libertades de las personas.
Esa protección incluye la de amenazas del exterior y del interior, muy especialmente, la protección contra los potenciales abusos de poder del mismo gobierno.
2 De gobernante real a activista ideológico
El gobernante mismo que posee una serie de creencias adicionales a las de su deber de gobernar.
Son ideas, creencias, ideologías que él desea implantar en la vida de los gobernados —lo que le hace reconvertir su obligación de gobernar en una misión activista para la que aprovecha la fuerza y el poder de su posición.
📌 Es un gobernante que hace de lado su obligación natural de gobernar y se concibe como un político activista con una misión meta-gubernamental —la de hacer realidad las creencias que él tiene de una mejor sociedad.
3 Ilusión popular con sueños ideológicos
Un medio ambiente de opinión pública que es propicio al arribo del gobernante descrito antes —y que abre la puerta a propuestas de gobierno que relegan a segundo plano la obligación de gobernar aceptándose propuestas de activismo político.
Es una opinión pública que se ilusiona con proyectos de nación que prometen sociedades perfectas y justas por medio de la acción gubernamental que modifica estructuras y hará posible a esa sociedad sin imperfecciones que él quiere imponer.
4 La agenda personal aniquila libertades
La elección del gobernante convertido en activista político y el inicio de sus decisiones, las que tendrán dos características.
- El olvido de la obligación de gobernar protegiendo a las personas, sus libertades y posesiones.
- El inicio de la implantación de la agenda personal del gobernante.
Con un optimismo sin limitaciones, el gobernante dedica todo su tiempo y esfuerzo a volver realidad su idea de sociedad —la que considera una misión moral superior a la obligación de gobernar.
📌 El gobernante transformado en activista político usa la fuerza del gobierno a su disposición para implantar su agenda —incluso anulando a sus opositores por cualquier medio.
Las elecciones, entonces, ya no son propiamente comicios para elegir representantes o delegados que gobiernen por el bien común, sino una apuesta a doctrinas e ideologías que buscan ser implantadas y que quizá cambien en las siguientes elecciones.
5 Metamorfosis de gobierno
El gobernante convertido en activista político modifica entonces el uso del poder estatal, que ya no será usado para gobernar, sino para implantar la agenda política del gobernante elegido.
Podrá, por tanto, anticiparse una reducción en la calidad del gobierno, debido al descuido de su obligación esencial.
Inercia hacia el crecimiento gubernamental
Por medio de ese proceso por el que un gobernante se torna en activista político y usa al poder del gobierno para instituir su noción de sociedad perfecta, se genera una inercia política.
Es la inercia política de crecimiento gubernamental —ese gobernante añadirá funciones y responsabilidades, aumentará gastos, emitirá más leyes y hará crecer a la burocracia.
También, concentrará más poder en el gobierno y eso reducirá libertades ciudadanas, a las que debía proteger, no eliminar —y lo que hace por una razón: esa es la única manera posible para instituir el proyecto de sociedad que él tiene en mente.
La curiosa situación
El que haya sido elegido un gobernante que en realidad es un activista político que quiere implantar su propio proyecto de sociedad, plantea una pregunta obligatoria: ¿qué privilegio tiene él para implantar su «utopía» sobre el resto de los ciudadanos?
El haber sido elegido por mayoría no significa que tiene permiso para obligar a todos a vivir come él quiere que vivan. La sociedad no debe vivir bajo la autoridad que obliga al resto a vivir como ella quiere que viva.
📌 La situación puede verse contemplando los dos elementos que la crean y ponen a la sociedad entera en riesgo de dictadura:
- El activismo político de un gobernante que ambiciona instaurar su idea de sociedad ideal.
- El poder que como gobernante tiene esa persona para instaurar su proyecto de sociedad por la fuerza.
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Conclusión
El punto central de este texto ha sido el resaltar la existencia de un fenómeno notable.
📌 La existencia de gobernantes que en realidad son activistas políticos de gran amplitud y que, una vez en el poder, usan la coerción del gobierno para instaurar el tipo de sociedad que ellos quieren hacer obligatorio para todos.
Este fenómeno produce el descuido de las funciones naturales de un gobierno, la caída de su calidad institucional y el crecimiento de un aparato gubernamental más costoso que se usa a voluntad del gobernante.
Está muy ligado a los conceptos de tiranía, dictadura y totalitarismo, que son sistemas de gobierno que conceden poder excesivo al gobernante.
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