La definición de un concepto doble. Tiene un sentido económico y otro político. La combinación sorprenderá a muchos. ¿Qué es democracia económica? Sus aciertos, exageraciones y errores.

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Democracia económica: significado y características

Un mercado libre y una democracia política son muy similares. Ambos tienen su origen en la libertad humana. Esto puede ser visto fácilmente en los siguientes dos puntos:

1. Libertad económica es democracia económica

Un mercado libre es un proceso en el que las personas «votan» a diario, cuando actúan como compradores y consumidores expresando sus preferencias entre bienes y servicios que son una especie de «candidatos» que ofrecen promesas de satisfacción.

«[…] un mercado libre es un proceso en el que muchas personas actúan de manera individual, movidas por iniciativas personales, realizando intercambios entre sí y sin intervención gubernamental que oriente esas acciones». L. Girondella

Y las personas mismas actúan en libertad ofreciendo bienes y servicios con la esperanza de que se «vote» por ellos.

2. Libertad política es democracia política

La parte electoral de la democracia supone también que las personas seleccionan candidatos entre varios en competencia, no muy distinto a la competencia entre productos a comprar y producir que se da en el mercado..

El votante y el comprador son los grandes personajes en los dos campos. Son los que deciden y seleccionan, al mismo tiempo que son también los oferentes de opciones dee bienes y de alternativas políticas.

Una democracia económica

📌 Un mercado libre es en realidad una democracia económica cotidiana. Un proceso de elecciones diarias de preferencias de uso y consumo.

Difícilmente puede tenerse un proceso más democrático que el libre mercado, en el que todos «votan» a diario sin discriminación alguna. La democracia económica es, en realidad, otra manera de designar al libre mercado.

El otro significado de democracia económica

Lo anterior no tiene gran dificultad para entenderse, pero no parece ser comprendido por un cierto tipo de opinión que reclama «democracia económica» y la define de manera muy distinta.

Por ejemplo:

«La democracia económica es una filosofía socioeconómica que propone cambiar el poder de toma de decisiones de los gerentes corporativos y los accionistas corporativos a un grupo más grande de partes interesadas públicas que incluya trabajadores, clientes, proveedores, vecinos y el público en general». en.wikipedia.org. Mi énfasis.

En otras palabras eso sugiere el traslado del poder de decidir el uso de la propiedad personal a no propietarios de esos bienes. La persona A propietaria del bien w tendría que requerir el voto de las personas B, C, D, E… para usar a w, incluso aunque estas últimas no sean propietarias del bien en cuestión.

En un mercado libre, por ejemplo, las personas propietarias de un restaurante decidirían el menú que allí se serviría y sus clientes «votarían» el menú de acuerdo con sus gustos. Pero bajo un sistema que redefine a la democracia económica, ese menú tendría que ser aprobado por otros que no son propietarios ni siquiera clientes.

📌 Bajo esta propuesta de economía democrática las decisiones que corresponden a quien arriesga sus propiedades en un negocio asumiendo los riesgos correspondientes, serían tomadas por no propietarios que no asumen esos riesgos.

Intervencionismo económico

Propone que el libre mercado de bienes y servicios ofrecidos y comprados sea sustituido por un sistema político de voto al estilo electoral.

Esto persigue que las personas alteren las decisiones de negocios para crear, producir y distribuir bienes y servicios. Las decisiones económicas, en otras palabras, estarían sujetas a voto popular. O bien, a autorización gubernamental, o a consulta popular.

Incluso proponiendo que la democracia económica llegando a significar la «Propiedad colectiva de los medios de producción, distribución e inversión, así como de los recursos naturales de los diferentes territorios del país».

Un ejemplo de «democracia económica»

Para ser mejor entendido. Antes de lanzar al mercado un iPhone, la decisión de hacerlo se pone a votación general del país y se acata la voluntad de la mayoría. Una especie de consulta popular que frena o autoriza la apertura de un restaurante, el lanzamiento de una nueva cerveza, o las rebajas de una marca de ropa.

Lo que podría dar como resultado que en algún caso se hubiera cancelado la producción de televisores de plasma, la suspensión de la venta de autos eléctricos, o la construcción de una planta productora.

Votar para autorizar

Esta manera distorsionada de entender a la «democracia económica» como un proceso de voto general previo que interviene en las decisiones económicas de las empresas privadas, es aplaudida como una manera de influir en las decisiones que alteran la vida de todos.

Por ejemplo, SpaceX, antes de ser lanzado habría tenido que someter su idea a una votación previa que podría haber dado como resultado la cancelación de ese proyecto.

Sus inversionistas habrían tenido que suprimir su idea, no sin antes haber gastado en propaganda electoral para tener un voto favorable.

Ataque a la libertad y al derecho de propiedad

Esa supuesta «democracia económica» es en su fondo una transferencia del poder. El poder de tomar decisiones personales con recursos propios se anula. Debe pedirse permiso a todos para hacer algo con la propiedad personal.

Podría, por ejemplo, haberse prohibido a Spotify abrir su negocio, o anulado la idea de quien abrió un restaurante llamado El Sireno Panzón. Cada decisión de negocio estaría potencialmente sujeta a ser pospuesta esperando los resultados de un voto popular. Esto introduciría una incertidumbre adicional en las inversiones que elevaría costos.

Tiene, además, un problema obvio. Dada la cantidad de decisiones de negocios los ciudadanos tendrían que votar a diario en una variedad de temas y áreas de los que no se espera que tengan conocimientos suficientes. ¿Qué hacer entonces?

Lo que cualquiera se imagina y que es lo obvio. El gobierno se adjudica ese poder como representante popular y adquiere el poder para tomar decisiones ajenas usando recursos que no son de su propiedad. Un ejemplo, el prohibir que Uber opere en una ciudad.

La narrativa usual de la «democracia económica»

Esta forma de pensar tiene su narrativa conocida:

Las empresas privadas, las instituciones capitalistas y las ciegas fuerzas de la oferta y la demanda operan sin responsabilidad social, conspirando en contra del bienestar general bajo principios de egoísmo y lucro, por lo que el gobierno tiene el deber de regular a la competencia salvaje y crear un sistema económico responsable y colaborativo.

La narrativa de la «democracia económica», a pesar de sus buenas intenciones, tiene el problema obvio, el de que esos buenos propósitos no bastan. Supone que la intervención económica estatal es perfecta, no tiene problemas y resolverá los defectos del mercado libre.

La realidad es que el mercado libre tiene defectos (nada en este mundo es perfecto), pero también los tiene la intervención económica estatal y ellos suelen ser mayores y de peores consecuencias.

Por ejemplo, frena a la innovación y con ello a la inversión y a la eficiencia. Obstaculiza la creación de empleo y da entrada a la influencia de intereses creados.

Concluyendo

Quien defienda a la democracia política, si es lógico, tendrá que defender a los mercados libres los que también parten de la idea de la libertad humana.

Quien crea que las personas son capaces de elegir a quienes las gobiernan, debe suponer que también son capaces de seleccionar los productos que compran y producen.

Comprender a la democracia económica como un sistema de voto electoral sobre decisiones de uso de propiedad privada es una invitación a la construcción de sistemas de poder centralizado.


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[Actualización última: 2023-04]