El comercio opera igual, sea con personas del mismo país o de otras nacionalidades. No hay diferencias naturales entre uno y otro. Sólo cambian los lugares de residencia de compradores y vendedores. El funcionamiento del comercio internacional.

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Introducción: dos ideas de Adam Smith

Adam Smith provee dos puntos de partida para entender cómo funciona el comercio internacional. Son dos puntos de partida que iluminan el tema.

🔴 Uno, un consejo de sentido común. Razonar con sencillez ese funcionamiento del comercio entre naciones, el que no es distinto al manejo y gestión de una casa cualquiera. Administrar el hogar de una familia y hacerlo bien, dará sabiduría en el entendimiento de la Economía.

🔴 Dos, un aviso de riesgo. El de la soberbia de quien se juzga a sí mismo superior y obliga a otros a seguir sus mandatos, haciendo que ellos usen sus propiedades de la manera que él cree que es mejor, cuando quien más sabe y más interés tiene es el propietario de los recursos, no el pretencioso.

No es una mala introducción al tema del funcionamiento del comercio internacional.

El origen de un problema

Para explicar ese proceso debe comenzarse con una idea inevitable. A los gobernantes y ciudadanos les preocupa la prosperidad de su país y, muchos de ellos concluirán que se progresará más cesando la compra de bienes importados. Creerán que produciendo dentro del país esos bienes, serán más ricos.

¿Cómo impedir comprar bienes extranjeros? Aplicarles aranceles, es decir, impuestos a la importación. O bien, dictar la prohibición legal de ella (no distinto a la prohibición de bebidas alcohólicas). Así se busca producir dentro lo que ahora se compra fuera.

Esto es una gran promoción a la industria nacional, la beneficiada con la prohibición de importaciones. Esa industria ocupará ahora más recursos y dará más empleos. El monopolio de facto del mercado nacional se da a la industria nacional así protegida.

Entonces los aranceles son buenos ¿no?

La restricción de importaciones hará crecer a quienes producen los bienes que ya no pueden importarse, pero eso no quiere decir que así se haga crecer a la industria de total del país. Tampoco se le dará una mejor dirección a la economía nacional.

No hay regulación alguna de gobierno para el comercio, dice A. Smith, que pueda darle más industria a un país que la cantidad de industria que ya tiene y le permiten sus recursos y su capital.

Lo anterior no significa que prohibiendo las importaciones se da impulso a la industria nacional. Eso es un error. A lo más que puede aspirar una limitación de la actividad económica es a orientar al capital a donde de otra manera no hubiera ido, a sustituir a las importaciones. 

📌 El funcionamiento del comercio internacional con la nueva regulación gubernamental sólo puede alterar las decisiones de dónde y en qué invertir el capital que ya se tiene. Se destinará a reemplazar a lo que ya no puede importarse o es demasiado costoso hacerlo.

Y ya que las importaciones anteriores eran de productos que son más baratos de comprar en el extranjero, la industria nacional se dirigirá a sustituirlos. No tiene mucho sentido hacer internamente lo que puede comprarse a mejor precio en otra parte. El mismo principio que rige la gestión de la economía familiar.

La otra opción: libre funcionamiento del comercio internacional

Si la alternativa de la intervención de quien presupone saber más y, por eso, limitar o prohibir importaciones, no tiene fundamento, debe verse ahora cómo funciona la otra manera. La de dejar a cada quién la decisión de comprar y vender, dentro y fuera del país.

A. Smith anota observaciones perspicaces acerca de las decisiones de la gente dejada en libertad.

🔴 La preferencia de usar los recursos propios lo más cerca de uno. Por eso es que se prefiere invertir y trabajar en el país y no en el extranjero, a menos que el beneficio en el país sea muy inferior al del extranjero.

Se conoce mejor al propio país, sus personas, sus costumbres, sus leyes. Ante beneficios similares, se preferirá al propio país y así hay un impulso natural al empleo y a la industria nacional.

🔴 La búsqueda más beneficios personales. Los recursos propios son dirigidos a la industria que más beneficios pueda dar a cada persona. Siempre se intentará obtener el máximo de utilidades.

Eso precisamente es lo que hace que la persona dirija su esfuerzo a aumentar los ingresos de toda la sociedad. Buscando los máximos ingresos propios se elevan los ingresos de todos.

📌 Por esa razón, curiosamente, es que los hombres son llevados, sin intentarlo, a preferir lo que es mejor para la sociedad. Buscando su propio bienestar los ciudadanos, sin esa intención, terminan haciendo el bien a la sociedad. La búsqueda del bien propio termina produciendo el bien general.


«Cada individuo… ni tiene la intención de promover el interés público, ni sabe cuánto lo está promoviendo… sólo busca su propia seguridad; y al dirigir esa industria de tal manera que su producción pueda ser de mayor valor, sólo pretende su propio beneficio, y en esto, como en muchos otros casos, es conducido por una mano invisible para promover un fin que no era parte de su intención»

— Adam Smith

Entonces

Al preferir a la industria nacional buscamos nuestra seguridad. Al buscar máximas utilidades buscamos nuestro beneficio. Pero haciendo eso, sin quererlo expresamente, logramos el bienestar general.

Parecería como si una mano invisible nos guiara promoviendo algo que no era nuestra intención original. Al buscar nuestro propio beneficio con frecuencia promovemos el interés de la sociedad más y mejor que si lo hubiéramos buscado intencionalmente.

Además los ciudadanos están mejor preparados que los gobernantes para elegir el tipo de industria a la que quieran dedicar su capital y su esfuerzo personal. No hay nadie que sepa y conozca más acerca de cómo usar los recursos.

Y, si acaso el gobernante tuviera el atrevimiento de sustituir las decisiones de las personal y dirigirlas él acerca de cómo usar los recursos de ellas, estaría aceptando una responsabilidad innecesaria.

📌 Un gobernante que pretendiera reglamentar a la actividad económica adquiriría un poder que por seguridad de los demás no debiera ser dado a nadie. Sería en extremo riesgoso ceder ese poder a quien se piense lo suficientemente capaz y pretencioso como para querer ejercitarlo.

El origen del funcionamiento del comercio internacional es sencillo: lo que es bueno para la economía de un hogar, no puede ser malo para la economía de una nación. El de la casa sabe más sobre cómo usar sus recursos para satisfacer sus necesidades.

📌 Y en ninguna casa se hace dentro lo que sale más barato comprar afuera.

El zapatero no hace su ropa y el sastre no hace sus zapatos. El pescador compra carne al ganadero y el ganadero, pescado al pescador. En casa no se produce la cerveza ni el pan que son más baratos comprados fuera. Y si se compraran de desperdiciarían recursos de la casa. Todos ganan con la especialización.

Lo que sucede es que al importar lo que sale más barato en el extranjero, la industria nacional busca por sí misma las maneras en las que el capital nacional pueda ser mejor empleado; que no se desaproveche en cosas que otros hacen a un precio mejor.

Prohibir o restringir la entrada de mercancía extranjera es una medida que reduce y merma el ingreso de toda la sociedad. Es mejor el libre comercio que su restricción.

Realidad y buenas intenciones

La industria entera de un país puede aumentar solo en la proporción en la que aumenta su capital. Su capital solo puede aumentar en la proporción en la que pueda aumentar su ingreso.

Lo que sucede con las medidas de prohibición de importaciones es la disminución del ingreso. Esta disminución del ingreso hará que el capital entero de la nación no aumente.

Sí habría aumentado al seguir cada persona tomando sus propias decisiones sin interferencias, encontrando de esta manera su empleo natural. La lección es fascinante

Los gobiernos llenos de buenas intenciones y de loables propósitos emiten regulaciones económicas que alteran las decisiones de uso de recursos personales y, sin desearlo, causan grandes males con sus regulaciones económicas.

En cambio, los ciudadanos preocupados solamente con su propio interés toman decisiones libres acerca del uso de sus recursos y, sin imaginarlo, causan grandes beneficios al resto de las personas.

📌 Las buenas intenciones de la regulación gubernamental produce daños a la nación. Y el supuesto egoísmo de los individuos acaba por producir grandes beneficios a todos. Son esas las ideas del comercio libre.

Un tipo, del siglo 18, que se llamaba Anne Robert Jacques Turgot. Es relativamente desconocido a pesar de ser un economista brillante.

Siendo una especie de gobernador, intendente de Limoges, enfrentó una situación muy clásica. Los panaderos estaban protegidos de la competencia externa y habían pedido un aumento del precio del pan. 

Los tiempos no han cambiado mucho. Lo mismo hacen muchas empresas pidiendo protección de la competencia internacional.

Lo que Turgot hizo fue lo debido. Permitió la entrada de pan de otras regiones, quitando el privilegio de esos panaderos. La reacción de ellos es fácil de imaginar. Lo mismo pidió para otro producto protegido, el hierro francés. Debía importarse hierro del exterior.

Durante un tiempo, estuvo en el ministerio naval, el que se encontraba en un estado desastroso. Propuso que se aumentara la flota de barcos, pero comprándolos en Suecia, porque eso significaba un ahorro de un 40 por ciento. 

También es fácil imaginar la reacción en contra de la propuesta. Igual que actualmente, se alegaría que la compra en el extranjero produciría desempleo local. 

Turgot sabía más. Los suecos compraban vino francés, textiles franceses y otras materias, como azúcar y café de las colonias francesas en América. A todos convenían esos intercambios.

Las lecciones de Turgot

La más obvia de ellas es un entendimiento de la ciencia económica como una ampliación del sentido común: con un poco de talento, experiencia y prudencia es relativamente sencillo saber lo que se debe hacer en Economía.

Pero la mayor de todas las enseñanzas que deja la vida de Turgot es la enorme dificultad que se tiene al tratar de entender el funcionamiento del comercio internacional.

Se opondrán a él gente como los panaderos de Limoges, o las empresas que buscan ahora que el gobierno impida la importación de artículos competidores.

Dificultarán la tarea todos aquellos que obtengan privilegios gubernamentales de los que deriven rentas, como sindicatos y otros gremios. Ellos comparten con los gobernantes esas rentas y ninguno de ellos está dispuesto a perder sus ingresos. 

Los fabricantes de hierro, como los sindicatos de monopolios estatales ahora, dependen de favores legales a los que no renunciarán sin fuerte oposición.

Los gremios e intereses corporativos no gustan de gobiernos que les quitan privilegios. Quizá la enseñanza mayor sea esa, la de la oposición de los interesas especiales en contra del sentido común y de las reformas económicas. La similitud con el presente es asombrosa.

Abrir las fronteras al libre comercio es la decisión correcta y quizá por eso muchos, demasiados, se opondrán al ver lastimados sus prebendas y privilegios.

Se expusieron dos ideas fundamentales de Adam Smith sobre el funcionamiento del comercio internacional. La primera es la analogía con la administración del hogar, donde no se produce internamente lo que es más barato comprar fuera.

La segunda es una advertencia contra la arrogancia de quienes pretenden dirigir la economía ajena, ya que el propietario de los recursos es quien mejor sabe cómo utilizarlos.

Siempre será una tentación de los gobiernos proteger la industria nacional mediante aranceles o prohibiciones a las importaciones, creyendo que esto aumentará la prosperidad. Sin embargo, esta restricción solo beneficia a las industrias protegidas, sin hacer crecer la economía total del país ni dirigirla de manera óptima.

Limitar las importaciones simplemente desvía el capital hacia la sustitución de productos extranjeros, que a menudo son más caros de producir localmente.

Lo que es lógico para la economía doméstica (no producir lo que es más barato comprar fuera) también lo es para la economía nacional. Son los beneficios de la especialización. Restringir las importaciones reduce el ingreso de la sociedad y limita el crecimiento del capital.

Anne Robert Jacques Turgot, quien como intendente y ministro, demostró los beneficios del libre comercio al eliminar protecciones y buscar las opciones más económicas, a pesar de la oposición de los intereses creados.

La principal lección de Turgot es la dificultad de implementar el libre comercio debido a la resistencia de quienes se benefician de los privilegios y las regulaciones proteccionistas, una situación sorprendentemente similar al presente. La conclusión es que, a pesar de la oposición, abrir las fronteras al libre comercio es la decisión correcta.

📕 Este artículo usó ideas de Adam SmithWealth of nations a selected edition. (Kathryn Sutherland). Oxford University Press, Book IV, Chapter II, pp. 288-294. Y de Turgot, Anne Robert Jacques. The Life and Writings of Turgot: Comptroller General of France 1774-76 [1895]. Kessinger Publishing, LLC, 2007.


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