La supervivencia de la democracia y, por tanto, de la libertad necesita diversidad de medios de comunicación. Pero también, ciudadanos bien informados. La democracia necesita opinión pública y participación ciudadana.
Índice
En breve
La democracia se distingue del totalitarismo por su opinión pública, que necesita libertad de pensamiento y expresión, además de un policentrismo de medios (varias fuentes de información). La democracia permite la crítica, el totalitarismo centraliza los medios y usa la educación como propaganda.
Sartori señala que, a pesar del acceso a información, los ciudadanos a menudo tienen poco conocimiento de los asuntos públicos. Aristóteles complementa esto, afirmando que el juicio colectivo del pueblo es más sabio y menos corruptibleque el individual, otorgando estabilidad a la democracia. La confianza en la capacidad ciudadana para autogobernarse es fundamental, negando justificaciones para el control estatal excesivo.
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Introducción
Una gran diferencia entre la democracia y el totalitarismo es su estructura de medios de comunicación. Y el interés en los asuntos públicos, necesario en la democracia, es muy pobre entre los ciudadanos.
Este es el tema de Sartori, especialmente la multiplicidad de los medios de comunicación como uno de los rasgos esenciales de la democracia defensora de la libertad. Más adelante, la idea se complementa con otra muy relacionada de Aristóteles.
📕 La idea fue encontrada en la obra de Sartori, Giovanni, ¿Qué es la democracia? México. Editorial Patria, capítulo V, «Opinión pública y democracia gobernante», Nos 4 y 5, pp, 65-71.
📍 La idea de que la democracia necesita de una opinión pública competente pone sobre la mesa ideas acerca del problema de la educación a medias y el dilema de la educación dogmática.
Opinión pública y democracia
Comienza el autor esta parte de su libro diciendo que la opinión pública es aplicable solo dentro de un sistema democrático. La opinión pública, a su vez, está sostenida en tres supuestos:
- Libertad de pensamiento,
- Libertad de expresión y
- Policentrismo de los medios.
Libertad de pensamiento
La libertad de pensamiento es sencilla de explicar. Ella demanda la posibilidad de que las personas tengan acceso a las fuentes de información que deseen, pero también que ellas puedan desechar las que no desean.
Es el ejercicio de control personal de los medios de información. Aquí, Sartori coloca una advertencia.
Esa libertad de pensamiento no tiene mucho sentido si ella no está guiada por el ansia de la verdad, de lo verdadero en lo sucedido, de lo verdadero en los razonamientos. Sin esta apetencia por la verdad, la libertad de expresión se torna un simple derecho a engañar y falsear.
También, la libertad de pensamiento requiere de un ambiente seguro, más allá de lo que la ley garantiza.
Libertad de expresión y policentrismo de medios
De la libertad de pensamiento sigue la libertad de expresión que es la capacidad para difundir lo que alguien piensa.
Dentro de la libertad de expresión se encuentra la organización de esa propagación de ideas, especialmente dentro de una estructura de comunicación de medios masivos.
Dentro de una democracia existen por naturaleza varios medios, diversos centros de emisión. Esto es una estructura policéntrica esencial a la democracia.
Esto debe ser reconocido, sobre todo ante una estructura opuesta dentro de las dictaduras y sistemas totalitarios, donde esa estructura es monocéntrica.
Medios en la democracia y en el totalitarismo
Sí, los medios de las democracias merecen muchas críticas, pero eso no obsta para reconocer que existen diversos medios en ellas y que esa diversidad no es propia del totalitarismo.
En este tipo de régimen dictatorial, los medios masivos son monocéntricos y monocromáticos, todos dicen lo mismo. Más aún, las escuelas en los sistemas totalitarios hacen que no exista diferencia entre educación y propaganda política.
Dentro de una dictadura, adicionalmente, se tiene un sistema cerrado de comunicación en el que no hay contacto con el exterior. Lo que hacen los medios de comunicación dentro del totalitarismo es meterse a la vida privada y aniquilarla.
Hay una diferencia entre la opinión publica que es producida por el policentrismo de la democracia y las opiniones que difunde el monocentrismo del totalitarismo, donde no existe la idea de una opinión del público.

¿Ciudadanos informados? No realmente
Después de algunas consideraciones no tratadas en este resumen, el autor entra al tema de lo que llama «la base de la información».
📌 Esto es el asunto de si los ciudadanos de un país están o no lo suficientemente informados de los asuntos públicos. La respuesta es negativa. El conocimiento de las grandes masas de ciudadanos sobre asuntos públicos es mínimo y pobre.
El punto importante es tratar de explicar ese desinterés y esa falta de conocimiento del ciudadano. El asunto es viejo y se explicaba antes viendo el nivel de educación, decidiendo, por ejemplo, que quien no sabía leer no podía votar.
Ciudadanos sin información, otras precisiones
La hipótesis es la creencia de que la educación eleva el interés en las cuestiones públicas, lo que ha resultado falso.
Hay que buscar la explicación en otras partes. Aquí Sartori habla de tres puntos sobre los procesos de difusión de información.
Uno de ellos es el de la carencia de información suficiente, a la que no acepta pues si algo existe es información que nos anega. Otro de ellos es la parcialidad de los medios, lo que puede anularse viendo la diversidad de opiniones que existen.
📌 El asunto más serio es el de la pobreza cualitativa de la información, algo que la televisión hace peor. El hecho es que los aumentos en los niveles de educación no han producido más interés en los asuntos públicos.
Una de las razones es la del costo de la información. Adquirir información sobre cualquier tema tiene costos para quien difunde la información y para quien la recibe.
Por eso es que existen segmentos con especialidades de conocimiento, uno de los cuales es el conocimiento político. La educación en sí misma no iguala el conocimiento de las cuestiones políticas.
Una cosa es estar informado y otra es ser competente. Puede tenerse cierto nivel de conocimiento sobre asuntos públicos, lo que no significa que se posea competencia sobre el tema.
Dice Sartori que es común encontrar casos de salidas del tema de competencia propio a temas ajenos, con la consecuencia de una caída estrepitosa en el razonamiento.
Pedir a un gran científico que opine sobre asuntos ajenos a su campo, en especial acerca de política, es crear testimonios falsos. No es razonable esperar que el gran experto en un campo sea también lo sea en otro que no es de su especialidad.
El remedio está en una educación que incluya una mayor instrucción sobre asuntos públicos, pero no solo limitar eso a cuestiones informativas, sino muy importantemente a generar dominio en esas cuestiones.
📌 Fuente de información
Entra Aristóteles: la participación ciudadana
Los regímenes políticos, sin importar su signo, son consecuencias de ideas que alguien ha tenido. Esas ideas tienen casi siempre antecedentes que se remontan a la filosofía griega. Ahora se presenta una idea de Aristóteles, ligada a la anterior.
La idea de la confianza en los ciudadanos, por ejemplo, es una idea que simpatiza con los propósitos democráticos, pero, sobre todo, intuye la naturaleza de la estabilidad democrática. La democracia supone ciudadanos capaces y su activa participación política.
📕 La idea fue encontrada en Aristóteles, Política, Editorial Porrúa, Colección SEPAN CUANTOS… Número 70, 1994, pp. 216-217.
Democracia y participación ciudadana
Lo que Aristóteles empieza por afirmar es que el pueblo juzga en muchos casos mejor que un individuo cualquiera. Este es un elemento clásico de las democracias: la confianza es colocada en los ciudadanos de la sociedad.
Es la idea de las responsabilidades ciudadanas dentro de una democracia y que implica la participación ciudadana para conservar ese régimen de libertades sin abuso de poder.
Al creer en las bondades de los juicios de los ciudadanos, necesariamente se tiene una visión positiva de ellos. Los ciudadanos son capaces, tienen habilidades racionales. De nuevo, la noción de que la democracia supone ciudadanos capaces y participativos.
De lo contrario, no podrían emitir juicios en los que se puede confiar. Si alguien apoya el voto universal para la selección de gobernantes, por definición presupone inteligencia en todos los ciudadanos. De lo contrario, se declararía la invalidez de esos votos.
Es el supuesto de que los ciudadanos son capaces de auto-gobernarse.
Por naturaleza, la democracia sospecha de los juicios de un solo individuo, especialmente si los juicios provienen del individuo que está en el poder.

Menos corrupción
Aristóteles, además, trata otra ventaja de la confianza en el juicio popular. Una persona puede corromperse con mayor facilidad que varios individuos.
Dice que un cuerpo numeroso es más inmune a la corrupción, pues como el agua cuando es mucha, también la multitud está menos sujeta a corrupción que la minoría.
Esta es otra forma de expresar la esencia democrática. La intervención de una gran cantidad de individuos en los asuntos políticos actúa como una especie de seguro. Claro que siempre suponiendo base de la democracia, que los ciudadanos son responsables y capaces.
Una sola persona o un pequeño círculo de gobernantes tiene mayor probabilidad de corromperse que un número grande de ellos.
Pregunta el autor si ¿será más incorruptible un solo gobernante, o más bien los que son más en número? La respuesta suya se reitera, resulta más fácil corromper a una persona que a varias.
Si se profundiza en esta idea, pueden extrapolarse nociones que tienen en común la idea de la diversificación del poder en la sociedad.
La democracia significa en esencia el reparto del poder entre los ciudadanos. Cada ciudadano tiene un poco de poder. Ninguno de ellos tiene poder en cantidades desproporcionadas. Esto reduce la probabilidad de corrupción.
Menos pasiones
Dice el autor que bajo el dominio de la cólera o de otra pasión semejante, se corrompe necesariamente el juicio individual, mientras que es difícil que todos se corrompan al mismo tiempo. Otra faceta de la democracia suponiendo ciudadanos capaces que participan responsablemente.
Es más fácil que una persona monte en cólera a que lo hagan varias. Es más fácil que se equivoque uno a que se equivoquen todos.
Aristóteles expresa una mayor confianza en el actuar de muchos y sospecha del actuar de pocos. En el fondo, está hablando de la estabilidad que produce la democracia con ciudadanos responsables y capaces.
📌 Será muy probable que una nación gobernada por un solo individuo sufra las consecuencias de las pasiones de ese individuo. En la democracia sucederá lo contrario. La nación democrática no estará sujeta a esos vaivenes ocasionados por los antojos y las rarezas del gobierno de una persona.
Por tanto, la democracia produce estabilidad. Los habitantes de naciones democráticas no temerán acciones erráticas y caprichosas de gobierno. Disfrutarán de la visión de un futuro no sujeto a los antojos gubernamentales.
Otras conclusiones
Aunque Aristóteles no expande la idea, es posible inferir otros efectos más.
Si se confía más en el juicio de varios que en el juicio de uno solo, como se dijo, necesariamente se concluye que existe confianza en los ciudadanos.
Se piensa que los ciudadanos tienen las habilidades y la razón suficiente como para actuar y decidir.
Esto significa la negación absoluta de escuelas políticas como el nazismo, el comunismo y el dirigismo estatal. Ellas colocan todo el poder de la sociedad en una elite que niega las habilidades del resto de los ciudadanos.
La única posible justificación de cualquier tipo de intervencionismo es suponer que los juicios y las capacidades racionales de los ciudadanos son inferiores a los de los gobernantes.
En consecuencia, quien sea partidario de la democracia hará bien en poner atención en otros aspectos. Deberá ver más allá de las elecciones limpias y de las leyes electorales.
El cimiento de la democracia es la confianza en el ciudadano particular lo que hace posible el federalismo, la autonomía municipal, la separación iglesia-estado, la separación economía-estado y la división de poderes gubernamentales.
Pero sobre todo, quienes creen en la democracia, saben que ella otorga estabilidad a la sociedad, al hacerla ajena a los vaivenes de los caprichos del gobernante demasiado poderoso.
Resumen
La columna explora la intrínseca relación entre la democracia y la opinión pública, diferenciándola radicalmente del totalitarismo. Giovanni Sartori destaca que la opinión pública en una democracia se asienta en la libertad de pensamiento, la libertad de expresión y el policentrismo de los medios de comunicación.
A diferencia de los regímenes totalitarios, donde los medios son monocéntricos y la educación se confunde con la propaganda, las democracias fomentan la diversidad de voces. Sin embargo, Sartori advierte que la libertad de pensamiento requiere una búsqueda de la verdad y que la libertad de expresión puede degenerar en engaño sin este fundamento.
A pesar de la multiplicidad de información disponible, se señala una pobreza cualitativa en el conocimiento de los ciudadanos sobre asuntos públicos, un fenómeno que no se corrige automáticamente con el aumento de la educación.
El costo de la información y la especialización del conocimiento implican que no todos los ciudadanos son igualmente competentes en todas las áreas, lo que puede llevar a opiniones infundadas, especialmente en política.
Complementando estas ideas, se recurre a Aristóteles para subrayar la importancia de la participación ciudadana y la confianza en el juicio colectivo.
Aristóteles argumenta que el pueblo, en su conjunto, juzga mejor y es menos susceptible a la corrupción y a las pasiones individuales que un solo gobernante o un pequeño grupo. Esta dispersión del poder entre los ciudadanos reduce la probabilidad de corrupción y los vaivenes caprichosos del gobierno, otorgando estabilidad a la sociedad.
La democracia, al confiar en la capacidad de los ciudadanos para autogobernarse, niega implícitamente las justificaciones para el dirigismo estatal y el control de élites, defendiendo el federalismo, la autonomía y la separación de poderes como expresiones de esa confianza fundamental en el individuo.
En esencia, la democracia es un sistema que, al repartir el poder y confiar en la razón colectiva, protege a la sociedad de los abusos y las inestabilidades propias de los regímenes autoritarios.
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