El más importante y básico de los deberes en la participación de la gente en asuntos políticos. El punto de partida y cimiento de la actitud política de toda la población. La primera obligación política del ciudadano. Jamás ser un incondicional de gobernante alguno y siempre sospechar de todo aquel que quiere gobernar.

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De entrada, la respuesta clara

¿Existe una obligación política de los ciudadanos que pueda ser considerada como la principal y más importante de todas?

Sí, ella existe y es muy simple. Nunca, jamás, el ciudadano debe convertirse en un fan incondicional de un gobernante. Ni siquiera de ese con el que más simpatice. La mejor y más provechosa actitud ante todo gobernante es la de recelar y sospechar. La razón es clara: siempre va a tratar de tener más poder. Siempre.

¿Hay otra obligación política después de la anterior?

Sí, esa segunda obligación política es la de asegurarse de que uno no se ha convertido en fan incondicional de un gobernante sin haberse dado cuenta. Esto sucede a menudo. Uno se da cuenta de haberse convertido en ese incondicional cuando empieza a defenderlo sin hacer caso a las críticas que se le hacen al gobernante.

¿Es malo entonces tener simpatías políticas?

No necesariamente, al contrario, quizá sea sano tenerlas por partidos políticos o políticos, y votar a favor de ellos. El problema cívico quizá mayor es el del ciudadano convertido en un defensor sumiso y servil de partidos y políticos.

¿Tiene el ciudadano la obligación de defender algún valor concreto?

Sí, la libertad. Su libertad. Y eso no se logra siendo un admirador sumiso de algún gobernante, al contrario. Lo mejor que puede hacer es defender la división de los poderes y hacer de eso su prioridad política.

Introducción

¿Cuál es la más importante de todas las obligaciones políticas del ciudadano? El primero de los deberes ciudadanos que deben tenerse en una sociedad libre y próspera.

La preocupación no es nueva. Montesquieu es quizá quien le dio la solución más conocida de las pistas para responder a la pregunta: la división del poder político en tres ramas que se balancean unas con otras para impedir el abuso del poder.

📌 ¿Por qué? Porque la más sana hipótesis política es sospechar siempre de todo gobernante, sin excepción. Pero esa solución es solo un principio general que merece más detalle y que es precisamente lo que hace Elster.

En buena medida, esta idea de Elster tiene un fuerte apoyo en otra concepción, la de Popper que habla abiertamente del riesgo de elegir a gobernantes indeseables. Un riesgo siempre presente que merece una solución sólida.


📕 La idea de Sospechar siempre de todo gobernante fue encontrada en Elster, J. (2007). Explaining Social Behavior: More Nuts and Bolts for the Social Sciences, Cambridge University Press, pp. 434-439.


Punto de partida, enfrentar la desconfianza

El autor inicia esta parte usando el título «The Organization of Distrust», la organización de la desconfianza, para tratar el tema de la división del poder político, la fragmentación del poder gubernamental, la protección contra bribones.

📌 Asimilar esta idea es un deber del ciudadano, aceptando la realidad por encima de ilusiones y fascinaciones personales. La primera y máxima de las obligaciones políticas de una sociedad sana es desconfiar de los gobernantes.

Las constituciones políticas, dice, desean ser mecanismos circulares, sistemas de pesos y contrapesos que balancean el poder de las instituciones políticas.

Pero aún así, la idea es dividir el poder político basado en la idea de David Hume: es una máxima política suponer que toda persona es un pillo (‘knave´= bellaco, bribón, villano), que tenderá a abusar del poder en su favor.

Todo poder puede ser usado para bien, pero también para mal. Y el abuso del poder tiende a ser usado más para mal que para bien.

📌 La narrativa usual de la participación política del ciudadano es colocada así en una perspectiva realista y sana, la de una suspicacia racional. No hay razón alguna que justifique que el ciudadano se convierta en un partidario incondicional de gobernante alguno.


«Sospecha de la gente que tiene o ansía poder. Nunca jamás te acerques al poder. No hagas amigos con gente que tiene poder real. Es peligroso».

— Stanley Kubrik

Bribones en el poder, la mejor hipótesis

Debe suponerse que todos los que están en el poder tratarán de mantenerse en él. Que aunque los gobernantes afirmen que ellos trabajan por el bien común, las personas debemos reducir nuestra confianza en ellos.

Puesto en otras palabras, Elster toma como punto de partida la misma idea de Popper: es una locura suponer que debe confiarse ciegamente en los gobernantes y sus buenas intenciones. Por tanto, lo más razonable es dudar siempre acerca de la bondad de todo político.

Esta es la primera de las obligaciones políticas de todo ciudadano razonable. Es el deber de reconocer y aceptar que debe siempre sospecharse de todo gobernante, sin importar de quién se trate.

Porque, dice Elster, debe suponerse que aquellos que están en el poder intentarán usar ese poder para mantenerse en él y expandirlo si se les presenta la ocasión. Nunca debe suponerse que están libres de sospecha.

Aplicar estas suposiciones a los gobernantes dependerá de si quienes crean una constitución persiguen el logro del bien común más que la satisfacción de sus intereses propios.

Un gobierno en el que se desconfía

La fuerza de la razón, persiguiendo el bien común más que el beneficio partidista, será más propio de una asamblea constituyente que de una legislatura normal.

En otras palabras, toda Constitución tiene esa misma de obligación política del ciudadano: debe estar escrita suponiendo que todo gobernante va a intentar abusar del poder que tiene en el gobierno.

Elster propone 12 ideas que siguen el mismo espíritu de la división del poder que Montesquieu sistematizó. Aquí, ellas han sido condensadas ligeramente en 9, agrupando a las que están ligadas entre sí.

Pero lo esencial es el mérito del autor al haber establecido con un nuevo énfasis la base que justifica estos nuevos detalles de la división del poder gubernamental. Más allá del bicameralismo y cosas similares.

La primera de las obligaciones políticas de todo ciudadano es la misma que tiene una Constitución: suponer que los gobernantes abusarán del poder que tendrán. No son ellos, jamás, perfectos y, por eso, sus gobiernos serán siempre imperfectos.

Nuevas perspectivas de la división del poder

¿Cómo prevenir las consecuencias de un mal gobernante? Estas son las ideas de Elster. Todas ellas están inspiradas en la primera de las obligaciones políticas del ciudadano responsable: sospechar siempre de todo gobernante.

Una idea que suele olvidarse a pesar de tener sustentos históricos sólidos, como el de la historia de Venecia.

La defensa de la libertad en una democracia republicana necesita de ciudadanos que participen en la política, que sirvan de contrapeso al poder político. Y eso significa que estén dispuestos a defender las ideas de la división integral del poder, es decir, principios como los siguientes.

1. Asignación aleatoria de tribunales

Evitar que el gobierno intervenga en cuestiones de justicia política, mediante la asignación aleatoria de tribunales o jueces, en casos de juicios criminales.

Si esto no se hace aleatorio, el gobierno puede llevar a sus opositores a juicios que aseguren un dictamen de culpabilidad. Es una defensa de la oposición y de sus críticos.

2. Elecciones independientes

Evitar que el gobierno manipule las elecciones, mediante una ley electoral muy detallada que se incluya en la constitución misma, sin dejarla a leyes posteriores.

Los cálculos y definiciones de distritos electorales deben ser fórmulas preestablecidas, o bien dejarse en manos de una institución independiente del gobierno.

Es una defensa de la posibilidad de elegir por medios pacíficos a otros gobernantes y presupone que quien ya está en el poder tratará de mantenerse en él.

3. Independencia de medios

Otra de las formas de solucionar el sospechar siempre de todo gobernante. Lo que se llama transparencia de la gestión de gobierno.

Evitar que el gobierno intervenga en el flujo de la información, mediante disposiciones que permitan la exhibición pública de actos de los gobernantes. Si hay medios gubernamentales, deben ser manejados por comisiones autónomas, no nombradas por el gobierno.

Los medios privados deben tener protección y las frecuencias de transmisión así como el papel deben ser manejados sin posibilidad de racionamiento gubernamental. Es una defensa, en detalle, de la libertad de expresión en general y de la crítica al gobierno en específico.

4. Banco central autónomo

Evitar que el gobierno manipule la política monetaria, mediante la creación de un banco central autónomo, que a su vez debe ser protegido de la posibilidad de tener funcionarios con ideologías que produzcan acciones desastrosas.

Esta protección puede ser la aprobación por parte de una supermayoría parlamentaria, y, desde luego, la existencia de períodos preestablecidos de función.

Es una defensa de la libertad en el sentido de frenar la posibilidad de manejar la moneda en beneficio de quien está en el poder, sus planes y ambiciones.

5. Información autónoma

Evitar que el gobierno manipule la información estadística, mediante la asignación de esta función a instituciones autónomas.

Se trata de, como en el resto de las sugerencias anteriores, presuponer que el gobernante tiene un interés personal en mantener su poder y expandirlo, pudiendo alterar cifras oficiales que le favorezcan.

Es una defensa de las libertades que permite conocer la realidad.

6. Reglas de finanzas partidistas

Evitar que el gobierno mate de hambre a la oposición, mediante disposiciones que permitan subsidiar a los partidos políticos de acuerdo al número de votos y su proporción en las cámaras de legisladores o el parlamento.

Ese subsidio debe estar fijado en la constitución y tener una manera preestablecida de ajustarse en el tiempo. Es una defensa de la libertad política al mantener la posibilidad de opciones electorales.

7. Leyes no inmediatas

Evitar que el gobierno emita leyes que le beneficien, mediante disposiciones constitucionales que fijen que ciertos tipos de leyes entrarán en efecto tiempo después de su emisión, más de un año quizá.

La ignorancia sobre la situación futura será un freno a leyes de beneficio partidista inmediato. Es una defensa de la libertad, especialmente diseñada para frenar intentos de beneficio partidista inmediato.

Como el resto, esta propuesta constitucional surge de la idea de sospechar siempre de todo gobernante, sin excepción.

8. Cambios constitucionales con supermayoría

Evitar que el gobierno salte las disposiciones constitucionales usando su mayoría en las legislaturas, mediante reformas constitucionales que requieran supermayorías, o retrasos de aplicación. Y considerando a esas cláusulas de reforma protegidas de un cambio.

Más aún, los cambios constitucionales pueden deber ser revisados por la suprema corte o algo similar. Es una defensa de la libertad, sustentada en dificultades para hacer cambios constitucionales de beneficio al gobernante en el poder.

El sospechar siempre de todo gobernante lleva a la idea de proteger al país de cambios constitucionales de beneficio al partido en el poder, haciéndolos más difíciles.

9. Fuera ideologías en la corte suprema

Evitar la existencia de jueces ideológicos o dogmáticos en la suprema corte, mediante disposiciones que permitan destituirlos, con supermayorías parlamentarias, por ejemplo.

No deben existir jueces de por vida, ni deben poder ser reelegidos. Es una defensa de la libertad, que permite hacer cambios en el poder judicial en casos extremos y promueve renovaciones sistemáticas.

El sospechar de todo gobernante toma aquí una defensa contra la ideología que quiera implantarse haciendo uso del poder del gobernante mismo.

Resumen en dos puntos

La idea central de Elster es muy valiosa en dos sentidos. Ambos basados en la aceptación de que la mejor actitud que puede tenerse en cuestiones de poder es sospechar siempre de todo gobernante.

Es una imprudencia de graves consecuencias el suponer que los gobernantes tienen buenas intenciones, son capaces y no harán uso del poder en su propio beneficio.

1. Sospechar de todo gobernante

Uno, ha hecho explícito el fundamento de la fragmentación del poder y que es el suponer, como punto de partida, que toda persona es potencialmente alguien que aprovechará su posición de poder gubernamental para beneficio propio.

2. Ir más allá de la división del poder

Dos, ha entrado en el detalle más allá de la simple división del poder en ejecutivo, legislativo y judicial. La autonomía del banco central es solo un ejemplo del espíritu de esas sugerencias que persiguen organizar la desconfianza que se debe tener en todo gobernante.

Sin dejar de considerar adicionalmente la realidad del efecto que tiene el poder en los gobernantes, el de dejar de ver a la realidad.

Son esos dos puntos exactamente los que conforman el primero y mayor de los deberes que significa la participación política del ciudadano. Ella tiene dos manifestaciones claras:

  • Es un error convertirse en partidario fanático de cualquier gobernante.
  • Es un acierto siempre sospechar y recelar de todo gobernante, cualquiera que este sea.

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