Uno de los temas centrales de estos tiempos y para lo que se proponen medidas y políticas redistributivas. Tienen ellas como agente al gobierno. El combate a la desigualdad económica, un examen pausado de ese combate.

11 minutos

Aceptar la realidad

La realidad es innegable —existen desigualdades entre los seres humanos y, además, existe la idea de combatir esas desigualdades. Mi propósito es examinar esa idea de combatir desigualdades humanas en específico las económicas. ¿Deben combatirse y hacerlas desaparecer? ¿O ellas son partes naturales y necesarias del bien común?

Cuando se habla tan en general de desigualdades es imposible saber de qué se habla y, por tanto, comprender con exactitud los reclamos del combate a la desigualdad.

Es obvio que hay desigualdades deseables, como las de diferentes talentos y habilidades, que enriquecen a todos. Y es claro también que hay desigualdades que son indeseables, como la discriminación femenina en algunos países.

📍 El combate a la desigualdad económica atrae a temas como el de la sociedad igualitaria y su funcionamiento, el innegable fenómeno de que las políticas redistributivas crean aún más concentración de riqueza y también el de la desigualdad producida producida por la libertad.

Varios tipos de desigualdad

El primer punto es el de tener que distinguir entre las desigualdades que son bienvenidas y las que son reprobables —una faceta que suele ser poco reconocida en las discusiones sobre el tema.

La desigualdad de talentos y habilidades es bienvenida, pues ella permite satisfacción de necesidades con bienes creados debido a esas diferencias.

Quiero dar atención central a las llamadas «desigualdades sociales», que por definición son vistas como indebidas. ¿Qué son esas desigualdades? Pueden ellas clasificarse en dos tipos principales.

Desigualdades legales

Son las que se formalizan en leyes que discriminan a cierto grupo al que tratan como inferior. El impedimento a mujeres para conducir autos o estudiar es un ejemplo actual y claro. La esclavitud legal lo es, al dividir en dos a las personas, igual que la segregación racial.

Lo opuesto a la desigualdad formal es el conjunto de leyes que reconocen los mismos derechos y obligaciones para todos por igual —sin distinción de religión, sexo, creencias, edad y demás. Esta igualdad es deseable y está sustentada en la aceptación de una dignidad igual de todas las personas, lo que significa que ellas tienen iguales obligaciones y derechos sin excepción.

Desigualdades materiales

Son las que destacan las diferencias entre posesiones e ingresos de las personas, especialmente comparando a los más ricos con los más pobres. Esta situación se considera injusta, lo que ha producido llamados al combate a la desigualdad económica o material. Este reclamo de igualdad material tiene un problema.

📌 Mientras que la igualdad legal y de derechos establece la igualdad de trato, es decir, la ley aplicada a todos por igual respetando su idéntica dignidad, la igualdad material no especifica su punto de igualdad. ¿Deben todos tener la misma e idéntica riqueza e ingreso, o se admiten variaciones y hasta qué monto?

Con otra dificultad, la de la interacción que existe entre igualdad legal e igualdad económica:

⚠️ Si se aplica la igualdad legal, la libertad personal producirá iniciativas y decisiones personales que producirán desigualdad material.

⚠️ Si se implanta la igualdad material se tendrá que tener desigualdad legal para igualar los resultados materiales de las iniciativas y decisiones personales.

Desigualdad económica o material

Son las desigualdades económicas las que se ven más de cerca en los siguientes puntos para examinar la idea de su combate o desaparición.

Una comparación relativa

La desigualdad económica es un concepto relativo y por eso poco útil para la creación de soluciones. La desigualdad económica entre un billonario y un millonario puede ser sustancial, pero no representa un problema en sí mismo.

El punto es que la desigualdad económica es una forma inexacta de comprender el problema de la pobreza —de personas con ingresos tan bajos o nulos que tienen una muy mala calidad de vida. Este es el real problema y no el diferencial de ingresos. Es un problema de pobreza no de desigualdad.

Planteamiento ambiguo de la desigualdad económica

Cuando se plantea mal un problema, su entendimiento tiene fallas —lo que conduce a soluciones equivocadas.

🩸 Si el problema se plantea como uno de desigualdad material, el enfoque de la solución es redistributivo: quitar a unos para dar a otros.

🩸 Si el problema se plantea como uno de pobreza de unos, el enfoque de la solución es hacer que los pobres eleven por sí mismos su riqueza material.

La ambigüedad se resuelve si se aclara la posición sobre qué es lo que se desea combatir, la desigualdad o la pobreza. Dependiendo de la respuesta se implantarán soluciones muy diferentes.

Impuestos redistributivos

Cuando se opta por decir que el problema es la desigualdad y no la pobreza, por ejemplo, eso llevaría a implantar políticas gubernamentales que consigan que los impuestos logren una «justa» distribución de las rentas o riqueza.

El mecanismo de esta política fiscal redistributiva implica un proceso con los siguientes pasos.

  1. Cobro de impuestos más altos a los más ricos —una discriminación legal según la definición anterior y que sería similar a la de cobrar más impuestos a las mujeres que a los hombres, o a los jóvenes que a los viejos.
  2. Acumulación de fondos en el gobierno —no solo los impuestos normales iguales para todos, sino también los impuestos adicionales cobrados solo a los ricos.
  3. Otorgamiento de esos fondos a quienes la autoridad ha decidido —fondos que son menores a los recolectados debido a gastos administrativos y, si sucede, corrupción. En este paso, los grupos mejor organizados tendrán más probabilidad de recibir los fondos que quienes no lo están.

Es una política que tiene fallas graves —discrimina contra un grupo en favor de otro y no usa con eficiencia los fondos recolectados. Se presta, además, a formación de grupos de presión. Más aún, las medidas redistributivas producen una aún mayor desigualdad material

📌 Si el problema fuera comprendido como uno de pobreza, la política fiscal sería totalmente distinta: impuestos bajos y promotores de la inversión productiva. Si el problema se planteara no como uno de desigualdad, sino de pobreza, es probable que las soluciones fuesen más productivas.

Entendiendo a la pobreza como la incapacidad de la persona para generar recursos (riqueza) que le permita vivir razonablemente, los remedios se enfocarán a otro tipo de medidas. Medidas como la capacitación, la educación y, sobre todo, el facilitar la apertura y crecimiento de empresas que creen empleos y, por eso, ocasiones para aumentar el ingreso de las personas.

Narrativa del combate a la desigualdad económica

La narrativa usual

La siguiente es esa narrativa, que he tratado de expresar lo más apegado posible a lo que he escuchado y leído.

El estado debe ser responsable del bienestar de sus ciudadanos pues originalmente la riqueza de la nación pertenece a todos los ciudadanos. Existen millones de personas las que carecen de ingresos suficientes para pagar medicina, educación, vivienda, alimentación, debido a la injusta distribución de la riqueza que es producida colectivamente y distribuida de manera desigual debido a que vivimos en un orden económico que está diseñado para que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres.

La narración es rica en su exposición partiendo del sentimiento de compasión que causa la pobreza para sobre eso colocar al gobierno como la solución —lo que no sería una sugerencia importante si no fuera por la hipótesis general de la que todo parte: la riqueza de la nación es propiedad de todos y la riqueza de se produce colectivamente, pero se distribuye sin equidad.

Las partes de la narrativa

1. La riqueza de la nación pertenece a todos los ciudadanos

Este es seguramente el eje central de la narrativa —lo que no significa mucho dada la imprecisión de lo que significa «riqueza». Ella se presta a interpretaciones diversas.

Quizá usualmente se entienda estrechamente como recursos naturales del tipo de petróleo, gas, metales en el subsuelo y recursos similares, a los que por definición coloca como propiedad colectiva nacional.

La definición puede ampliarse a otros recursos físicos, como mares, costas, tierras, ríos, aguas, aire y similares, a los que también coloca como propiedad colectiva.

📌 El problema que surge es obvio, pues ninguno de esos recursos tiene valor en sí mismo hasta que no es aprovechado por la intervención del trabajo humano —una acción en la que no pueden participar todos los nacionales en todas partes.

La producción de plata de una mina, por ejemplo, requiere esfuerzo y gasto varias personas y es ese trabajo lo que permite la apropiación del recurso producido. No han participado en esa mina 100 millones de personas, sino mucho menos —sería muy injusto que una persona que no ha invertido en la mina ni trabajado en ella reclame el producto del esfuerzo de otros.

La imprecisión de la palabra ‘riqueza’ es aún más notoria en cuanto se consideran recursos no físicos ni unidos a la geografía del país —la riqueza expresada en patentes, invenciones, procesos, invenciones, servicios, experiencia, no tiene un origen colectivo y, por eso, no puede considerarse propiedad de todos.

2. La riqueza es producida colectivamente

Esta es la otra parte del eje central de la narrativa distributiva —y es muy similar a lo anterior en el sentido de que contiene una gran imprecisión en el significado de «colectivamente».

Si «colectivamente» significa la asociación de personas que unen sus esfuerzos variados en la explotación de la mina, la palabra es adecuada —se trata de una colectividad que suele llamarse empresa y reúne a diversas especialidades.

Pero si «colectivamente» significa todos los habitantes del país, la palabra no describe la realidad —no todos han participado, ni trabajado en la mina. Tampoco todos han colaborado en la invención de un proceso, ni en la calidad de un producto.

3. El real problema es la mala distribución de riqueza

De la narrativa surgen políticas económicas que tienen ese común denominador de redistribución de recursos o riqueza: los gobiernos toman recursos de quienes «tienen mucho» y los reparten entre quienes se piensa que «tienen poco».

Combate a la desigualdad económica, las preguntas

Los reclamos de la lucha en contra de la desigualdad material obligan al examen y planteamiento de algunas interrogantes. Ese combate contra la desigualdad económica llega a plantear proyectos como este:

«La tarea política prioritaria debe ser trabajar para construir un nuevo orden social (político, social y económico) sustentado en una justa distribución de la riqueza social… Luchando por conseguir que los impuestos propicien una justa distribución de las rentas. Controlando exhaustivamente los paraísos y evasiones fiscales». www.inspiraction.org

La idea de la igualdad humana, en cuanto a su dignidad y valor, que lleva a un estado de derecho, ha sido notablemente ampliada. Incluye ahora la noción de «distribución de la riqueza» como función gubernamental. No es un cambio menor.

Las preguntas

Supongamos que estamos frente a quien eso escribió y queremos entenderle mejor.

Le haremos algunas preguntas que aclaren su idea. Por fortuna, alguien más ha preparado una lista de ellas, los Friedman, Milton y Rose:

«… decide qué quieres decir con igualdad. ¿Igualdad dentro de [un país]? ¿En un grupo de países seleccionados como un todo? ¿En el mundo como un todo?
¿Es la igualdad algo que se juzgue en términos de ingreso por persona? ¿Por familia? ¿Al año? ¿Por década? ¿Por vida entera?
¿Ingreso solo en forma de dinero? ¿O incluye ítems no monetarios como el valor de renta de una casa propia; la comida cultivada para uso propio; servicios realizados por miembros de la familia y no remunerados, notablemente los del ama de casa?
¿Cómo se tratarán las desventajas físicas y mentales?»

Y son esas unas muy pocas de las cosas que deben aclararse antes de pensar en hacer del gobierno una agencia redistribuidora de riqueza. Porque, después de todo, una labor de redistribución que sea eficiente debe establecer criterios muy claros.

Un caso muy claro, el del holgazán que por decisión propia no trabaja ni realiza esfuerzo alguno. ¿Recibirá esta persona una porción de la riqueza redistribuida?

Los partidarios del combate a la desigualdad económica no ha hecho su tarea, es decir, no han respondido a esas preguntas previas a cualquier intento redistributivo.

Esto es el poner sobre la mesa esta necesidad de responder a preguntas que definan bien a la «justa distribución de la riqueza» y sus detalles de implantación. Y hacerlo antes de realizarla, no sea que las cosas empeoren la situación actual.

Globo de ideas relacionadas

El tema se asocia con otras nociones como las cuotas para lograr igualdad y diversidad, la paridad de género, el impuesto a las herencias y el significado de igualdad de oportunidad.

Uno de los efectos inevitables del combate a la desigualdad por vías redistributivas es el crecimiento del tamaño y poder de los gobiernos.

Esto lleva a temas como las razones de gobiernos demasiado grandes, los problemas del exceso de poder y el principio doble del poder.

Más sus consecuencias en clientelismo político, patrimonialismo y la sobreprotección gubernamental del ciudadano.

Conclusión

Se ha examinado a petición que implica el combate a la desigualdad económica examinando narrativa, premisas, definiciones, suposiciones y, sobre todo, solicitando la aclaración de conceptos y la respuesta a preguntas que son obvias y necesitan responderse.


Otros lectores también leyeron…

[Actualización última: 2023-06]