Sembrar el odio de clases. Atizar el sentimiento de envidia de unos hacia otros con la meta doble de obtener respaldo político. La envidia como una política de Estado. Sustento de redistribuciones.

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Introducción: la envidia

El significado universal de envidia está muy bien explicado en pocas palabras: «Tristeza o pesar del bien ajeno». Y se ha explicado con más amplitud:

«Se trata, por lo tanto, del pesar, la tristeza o el malestar por el bien ajeno. En este sentido, la envidia constituye el resentimiento (el sujeto no quiere mejorar su posición sino que desea que al otro le vaya peor)». definicion.de

🔎 La columna propone tres niveles de la dispersión o difusión de la envidia. Los del (1) nivel personal que al generalizarse pasan a la (2) envidia cultural o social y llegan a la (3) endivia institucional o política.

📌 El tema se relaciona con las ideas de la desigualdad social, clases y tipos, las cuotas para lograr igualdad y diversidad, el significado de igualdad de oportunidad y combatir la desigualdad económica.

Definición de envidia

Con lo anterior, es posible concluir las características de ese sentimiento.

🔴 Una reacción humana ante algo externo. Una actitud que se crea internamente.
🔴 Una valoración entre la posición propia y la de uno o más terceros que coloca a uno en una situación percibida como inferior y al otro en una superior.
🔴 Un estado de ánimo negativo con inclinación a acciones que lo remedien. El envidioso padece percibiendo el bienestar ajeno.

📌 La envidia es una actitud negativa ante la percepción de desigualdad entre el bienestar propio y el mayor bienestar ajeno.

Su origen está en la observación de una mejor situación de otro comparada con la propia. Como el envidiar la promoción de otro en la empresa en la que se trabaja, la suerte de quien ha ganado la lotería, o a quien se ha casado con la guapa rica heredera.

Un viejo tema

Ella ha sido tratada por siglos. Por ejemplo, Ovidio, el poeta latino, escribió: «La envidia, el más mezquino de los vicios, se arrastra por el suelo como una serpiente». Cervantes: «¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!».

Más, Unamuno con esta frase: «La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual».

También, Schopenhauer: «La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren».

Más esta otra muy citada:


«La envidia es la religión de los mediocres. Los consuela, alivia sus preocupaciones y finalmente les pudre el alma, permitiéndoles justificar su mezquindad y su codicia hasta creer que son virtudes».

Carlos Ruiz Zafón, The Angel’s Game

El poder de la envidia

Viendo a la envidia como la actitud negativa ante la percepción de desigualdad entre el bienestar propio y el mayor bienestar ajeno, es posible concluir que ella se traslada al ansia de que el tercero, percibido en una situación superior, la pierda.

Es decir, que sea igual a la del envidioso, o peor. Se desea que deje de tener el éxito que ya tiene en su profesión, que deje de tener la salud que goza, que no gane más dinero que uno. La envidia produce un deseo de mal en otros, en los envidiados. Algo que, con frecuencia, se convierte en acciones reprobables.

Puede ser una fuerza con gran poder destructivo, aunque se presenta en gradaciones de intensidad. Incluso, puede haber una envidia positiva que se convierte en motivación propia para mejorar y llegar a lo que los otros han logrado.

Sin embargo, la envidia negativa es el caso usual y puede ir desde instantes de contrariedad hasta obsesión generalizada. Claramente es dañina porque busca su satisfacción en el mal ajeno: la tristeza actual del envidioso se convierte en alegría con el mal ajeno.

Y más aún que tristeza, llega a reacciones de rabia y enojo que alteran a quien la siente.


«La envidia fue alguna vez considerada uno de los siete pecados capitales, antes de convertirse en la más admirada de las virtudes bajo su nuevo nombre, ‘justicia social’».

— Thomas Sowell

Dispersión de la envidia

Hay un riesgo general que consiste en la dispersión de los sentimientos de envidia, algo así como una pandemia nacional de envidia y que puede verse en tres niveles distintos de dispersión dentro de una comunidad.

🔴 Envidia personal e individual
🔴 Envidia social y cultural
🔴 Envidia institucional y política

Envidia personal e individual

En este nivel de dispersión, la envida es un fenómeno individual que padecen algunas personas y que las lleva a desear el mal en aquellos que están en una posición superior. Es el caso del que envidia la salud que otro goza y al que le alegraría que sufriera una enfermedad peor que la propia.

Se trata de un vicio personal, una mala reacción individual que sufren algunos en diferentes niveles de intensidad. Sus deseos de mal ajeno son solo eso, deseos, que no llegan a acciones indebidas sino en ocasiones aisladas. Y la reacción generalizada ante esta envidia es la de reprobación general.

Envidia social y cultural

En este nivel de difusión de la envidia, ella se generaliza. Quienes la padecen son muchos y su número crece. La comprensión de la envidia se modifica y llega a convertirse en un razonamiento que poco a poco va siendo más y más aceptado. Se piensa que la causa por la que unos están mal es que otros están bien.

Más aún, el razonamiento de generaliza y colectiviza. La mala situación de grupos o sectores es causada por la buena situación de otros grupos o sectores. Se ha perdido la noción de una envidia personal y se pasa a una envidia que forma parte del marco de ideas de la cultura de la comunidad.

Este fenómeno de generalización de la idea toma tiempo. Necesita el apoyo de filósofos, académicos e intelectuales que den credibilidad a la explicación de la mala situación de algunos. Esto produce respeto a la teoría que lo propone e inspira a ser enseñada en escuelas y universidades, lo que dispersa aún más a la envidia cultural.

Es en este nivel que se popularizan las ideas de conflictos sociales, lucha de clases e ideas similares de rivalidades de intereses entre sectores. Las que se convierten en explicaciones de la percibida mala situación de colectividades.

El marco cultural de la envidia social se explica con simpleza transformándola con el uso de otro término, ‘desigualdad’:

😩 El grupo A está en una posición positiva
😩 El grupo B está en una posición negativa
⚠️ Por tanto, hay un problema de desigualdad que debe corregirse

Envidia institucional y política

La envidia social y cultural, en este nuevo nivel de dispersión, se convierte en plataformas de partidos políticos que prometen ayudar a los que perciben en mala situación por medio del retiro de posesiones de quienes piensan que están en mejor posición. La envidia se ha convertido en una política de estado.

Usando al poder político se aplican políticas redistributivas de riqueza que son respaldadas mayoritariamente por la población, cuya cultura ha asimilado a la envidia, con otro nombre, como algo de justicia social.

Su institucionalización se proyecta a tanto problema social, real o creado, que pueda ser explicado la simpleza de «tú están bien porque yo estoy mal».

Se crean conflictos entre grupos, como hombres-mujeres, razas y etnias, religiones, ideologías, lo que sea y se convierten en causas de intervencionismo estatal para su solución por medio de la nivelación.

El marco cultural continua con su marco mental:

⚠️ La corrección a esa desigualdad detectada es obligación gubernamental
⚠️ El gobierno actúa reduciendo la posición del grupo A esperando que eso eleve la posición del grupo B.

📌 La envidia ya ha pasado de ser un vicio reprobable a nivel personal a ser una política loable de gobierno. El cambio de lenguaje muestra eso al emplear expresiones como economía moral o solidaria, precios justos, deuda social, responsabilidad social y similares.

Discusión

Detrás de la envidia, su transformación en parte de la cultura y, más adelante, su conversión en intervención gubernamental, está la idea implícita de una sociedad ideal como meta a lograr. Ella es una sociedad igualitaria en la que exista cero envidia porque ya no hay diferencias entre las personas.

Sin distinciones entre ellas, la probabilidad de envidiar el éxito ajeno es de cero. Esta sociedad ideal, según esta mentalidad, es estática. Una vez que se llegue a ella, deberá mantenerse sin cambios porque los cambios ocasionarían diferencias entre las personas y la envidia aparecería.

Esta sociedad ideal, más aún, tendría que contener algún mecanismo que impidiera la realización de iniciativas personales que crearan diferencias. Por ejemplo, producir un zapato más barato crearía envidia en otros productores y no debería ser permitido. Incluso, alguien con una gran voz de soprano podría producir animosidad en otros cantantes por la diferencia entre ellos.

Es inevitable que en una sociedad igualitaria que sea forzada a permanecer así se requiera una fuerza encargada con la tarea de mantener en cero o cercana a cero la probabilidad de diferencias entre personas que pudieran causar envidia. El clímax de esta situación la ilustra muy bien la novela Harrison Bergeron, que inicia así:

«Corría el año 2081, y por fin todos eran iguales. No solo eran iguales ante Dios y la ley: lo eran en todo sentido. Nadie era más elegante, ni de mejor aspecto, ni más vigoroso o más listo que los otros. Tal igualdad se debía a las Enmiendas 211, 212 y 213 de la Constitución, y a la incesante vigilancia de los agentes del Disminuidor General de los Estados Unidos». Kurt Vonnegut. Mi énfasis.

Una sociedad más desigual

La implantación de una sociedad igualitaria, por tanto, necesita «la incesante vigilancia de los agentes» de un órgano con tanto poder como para obligar a las personas a no salirse del ideal igualitario. Por tanto, ya no es una sociedad igualitaria, sino una en extremo desigual, totalitaria.

Tendrá que tener un centro de poder político, con facultades extremas que eviten toda iniciativa personal que provoque diferencias. Su misión es el mantenimiento de la igualdad, es decir, la cancelación de las iniciativas individuales. Con una consecuencia inevitable, la disminución del bien común y el bienestar general.


«Hubo un tiempo en el que honramos a quienes crearon la prosperidad y la libertad que disfrutamos. Hoy honramos a los quejosos y demandamos a los creadores. Quizás eso sea inevitable en una era en la que ya no contamos nuestras bendiciones, sino todos nuestros deseos incumplidos».

— Thomas Sowell

La envidia como idea central

Se trata de una manera de hacer entender a la realidad propia encontrado culpables. Hacer pensar a la gente: «yo estoy mal porque tú estas bien». Propagar esa explicación como creencia universal y recolectar sus frutos políticos.

Es la conversión generalizada del sufrimiento personal que puede tenerse ante el éxito ajeno en una herramienta gubernamental que justifique políticas económicas de redistribución de ingreso y riqueza.

📍 Cuando la envidia es usada como base de la política, surgen temas como el odio a los ricos, la lucha de clases. Significado y mentalidad y el odio al éxito ajeno. También, las ideas del impuesto a las herencias y en general la de la sociedad igualitaria. Más el concepto de los sospechosos usuales y favoritos.

Envidia: política de Estado

Si la envidia es ese sentimiento «en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea en bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas tangibles e intangibles», a ella se le añade una explicación política.

Esto es lo que quiero resaltar precisamente, la adición de una explicación al sentimiento de envidia. La narrativa de la evidia como política de Estado es simple, cualquiera la puede entender:

«Si no tienes eso que otros tienen es porque ellos te lo han quitado. Son los malvados a quienes yo, gobierno justo, quitaré sus bienes para dártelos a ti».

La envidia, sola ella y en abstracto, es ese malestar de intensidad variable que se crea por no tener lo que otros tienen. Dejada así sola, no es más nada que un sentimiento negativo e indeseable que tiene sus consecuencias potenciales muy serias.

«¿Sabe Usted cuál es el pecado diabólico por excelencia? Así llama San Agustín a la envidia: pecado diabólico por excelencia. San Gregorio Magno afirmaba que de la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, la alegría causada por el mal del prójimo y la tristeza causada por la prosperidad del prójimo». infocatolica.com 

Envidia, un dogma de Estado

La envidia como política de Estado nace en la misma envidia, tomada como un dogma. Una creencia irrefutable que es base misma de la sociedad.

Tener envidia de otros es un cimiento político sólido que crea odios que la autoridad aprovecha para gobernar.

La causa

Lo que hace el odio entre clases es dar una salida a ese sentimiento negativo: tú estás en una mala situación porque otros están en una buena situación.

📌 El rico es rico porque tú eres pobre. Esta explicación se institucionaliza y, de manera colectiva, produce rencor. Es una explicación causal que liga el mal de unos con el bien de otros: es la riqueza de unos lo que ha causado la pobreza de otros.

Se crean, por tanto, dos clases inmediatas: los villanos y sus víctimas.

La solución

Pero es un rencor que tiene una solución política simple: tú tendrás eso que envidias si eliges como gobernante a tal o cual persona.

Ese gobernante que te ha explicado que tú estás mal porque otro están bien. El que te ha prometido que quitará lo que tienen y te lo dará a ti.

Demasiados sucumben a ese argumento, explicado en una sencilla relación de causa y efecto y se sustenta en un sentimiento humano común y frecuente. Por esta vía acontece un fenómeno terrible, la división social cimentada en el odio.

Sucede bajo ropajes teóricos de apariencia respetable, como los conceptos de explotación y plusvalía. Ellos se desparraman en diferentes nociones que en su centro crean culpas colectivas cuya solución es un gobierno con poder desmesurado.

Conclusión

Lo que he tratado de hacer es exponer la modificación que ha sufrido ese sentimiento humano inevitable, la envidia. La han transformado en una política de Estado.

En una justificación de acciones gubernamentales que crean división social y gobiernos desmedidos. Una explicación simple que cualquiera entiende y es usada por activismos redistributivos.


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