Su definición, significado, connotaciones. Una expresión de amplio uso y con significado ambiguo que es usada a gusto de cada uno con efectos de connotaciones agradables de justicia y compasión. ¿Qué es hipoteca social?

8 minutos

Introducción, difícil definición

La definición de «hipoteca social» presenta la dificultad de otras expresiones similares. Propia de esas a las que añade el término «social» con un efecto colateral de indefinición, como sucede también con «deuda social».

Son expresiones que, al mismo tiempo, son populares y admiten una multiplicidad de interpretaciones. Terminan por ser modificadas a gusto de quien la emplea.

📍 Este es el campo de las palabras «sociales» y su proliferación, como en los conceptos de gasto social, deuda social, interés social, equidad social, desigualdad social, justicia social y responsabilidad social. Incluyendo el llamado a actuar colectivamente.

Significado de hipoteca social

Para lograr un entendimiento preciso de la expresión, lo que primero hago es citar algunos de sus significados.

Por ejemplo, esta de una universidad mexicana:

«Tengo claro que tenemos una hipoteca con la sociedad. No se vale permanecer con los ojos cerrados ante la realidad. Se tiene que hacer lo que sea necesario para beneficiar y elevar el nivel de vida de las personas. Todo mundo tenemos que pagar esa hipoteca social», así lo aseveró David Noel Ramírez Padilla, Rector del Tecnológico de Monterrey».

En otra parte, el mismo autor menciona a los principios fundamentales de la «hipoteca social» :

«Destino universal de los bienes, todos deben poder disfrutar de los bienes. Subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes. El bien común permite que las organizaciones y las personas sean plenas y se realicen».

Si se acepta eso del que todos «tenemos que pagar esa hipoteca social» la siguiente pregunta obligada es cómo se realiza el cobro del adeudo. No hay detalles al respecto, un problema de implantación muy severo. Cualquiera podría adjudicarse la función del cobrador y robar al resto con el pretexto de esa hipoteca.

Y se aproxima a una definición

En esta otra parte se dice que:

«Por hipoteca social se entiende la deuda que se tiene con la sociedad y que se debe a la propiedad privada. […] El enorme conflicto que se vive hoy en las sociedades de consumo, producto de los ideales liberales y capitalistas es que la propiedad privada en lugar de ser un camino para la caridad y la solidaridad, se ha establecido como una ruta de ambición y desorden social en donde el que tiene más es “mejor”».

El asunto empeora aquí, ya que establece que la propiedad privada implica una hipoteca ante la sociedad, sin especificar quién es ella. Y, más aún, esa hipoteca la causan el liberalismo y el capitalismo, al parecer porque en ese tipo de régimen no hay caridad ni compasión.

¿Debe entenderse que es, por tanto, mejor un régimen sin propiedad privada? Eso parece concluirse. La aseveración es demasiado débil y es no ofrece argumentos.

Es la mentalidad en la que se basan las políticas redistributivas que van más allá de los límites de un gobierno y fundamentan la tradición política de gobiernos grandes.

Otras definiciones, otros tonos

También hay una definición con tono ecológico:

«¿Qué hemos hipotecado entonces? Nada más y nada menos que el planeta y nuestros recursos naturales, nuestro activo más valioso».

En otra parte, hay un elemento religioso:

«[…] cuando Juan Pablo II ha recurrido a este concepto de la “hipoteca social”, como él mismo lo explica, desea poner de relieve aquel principio fundamental de la Doctrina social de la Iglesia. Los bienes deben servir “a la destinación general que Dios les ha dado”».

Hipoteca social, características

De lo anterior es posible destilar algunas características esenciales de la expresión «hipoteca social» —lo que intento hacer a continuación:

1. Propiedad privada

La expresión hace referencia clara a la propiedad privada, a la que no explícitamente reprueba pero sobre la que pone una carga vaga e indefinida.

Presenta posiciones de interpretación cómoda que pueden desvirtuarse y dar pie a regímenes de intervencionismo, o incluso más radicales cuya tarea es cobrar a los propietarios tal carga.

2. Deber colectivo

Incluye un elemento de deber de la comunidad de propietarios hacia la sociedad. Aquí es desafortunada la visión colectivista sustentada en clases y grupos que pierden la riqueza de la persona individual.

Con eso da un apoyo involuntario a regímenes socialistas e intervencionistas que desean limitar a la propiedad privada.

3. Intención caritativa

También contiene un propósito de ayuda o caridad hacia los pobres a quienes debe ayudarse para mejorar su vida. Es un deber que asigna centralmente al propietario.

Quizá la mejor manera de comprender a la «hipoteca social» sea la de hacer referencia a la compasión y ayuda que tienen obligación de realizar quienes son propietarios. Su deber de usarlos también como instrumentos de ayuda, pero sin ser obligados a ello.

4. Repetitivo y duplicativo

📌 Eso es lo que me hace preguntar cuál es la necesidad de crear un concepto complejo y vago, de múltiples usos, a veces incorrectos, cuando simplemente puede hablarse del deber de ayudar a los más necesitados —una obligación moral personal de quienes tienen más.

No es entendible el por qué de complicar las cosas innecesariamente con el riesgo de desvirtuar un deber personal moral, abriendo la puerta a interpretaciones que pueden convertirse en ataques al derecho de la propiedad y expandir el poder gubernamental —lo que lastimaría a las personas mismas a las que debería ayudarse.

En resumen, encuentro que la expresión tiene escaso valor para enfatizar su intención y se presta a confusiones indeseables.

Un ejemplo

Una muestra de la inutilidad del concepto de «hipoteca social» es esta propuesta sobre quiénes y cómo pagar tal hipoteca:

«Gobernantes: Que se comprometan a que se tenga un Estado de Derecho, a actuar éticamente, a erradicar la corrupción. Políticos: Que seleccionen candidatos con pasión de servir […]
Empresarios: Que se involucren en dar respuesta a los desafíos de su comunidad.
Organizaciones de la Sociedad Civil: Que promuevan una ciudadanía participativa y activa […]

La lista de intenciones sigue

Instituciones educativas: Que tatúen en sus estudiantes que el pago de la HS no es una opción, es una obligación […]
Intelectuales: Que generen conciencia a través de escritos y participaciones en foros de la importancia del pago de la HS.
Familias: Que asuman el compromiso de tatuar en sus hijos los valores […] Que participen con sus hijos en proyectos de solidaridad.
Iglesias: Que transformen el enfoque sacramentalista a uno donde se haga hincapié en que lo importante es servir a los demás, y que seremos juzgados por el servicio a los demás […]

Y termina de esta manera:

Medios de comunicación: Que se comprometan a informar siempre la verdad, que internalicen que lo que lastima y daña a la sociedad no es que se diga la verdad, sino la manera en que se dice […] Que promuevan valores, no antivalores.
Personas en condiciones marginadas: Que renuncien al asistencialismo que solo incrementa su pobreza. Que huyan del clientelismo político y religioso de aquellos que solo quieren conquistarlos para sus fines».

Un reclamo ético

Llamar «hipoteca social» a un desiderátum como esta lista de ideales es innecesario. Cualquier deber de cualquier persona podría llamarse hipoteca social sin que eso añada valor al deber, quizá todo lo opuesto.

Me parece que, adicionalmente, esta expresión contiene un error fundamental, pues enfatiza a la propiedad como gravada por esa hipoteca social cuando en realidad esa propiedad es una cosa inerme que no puede ser sujeta de un juicio moral. Quien tiene el deber y la obligación de ser compasivo es la persona.

Hablar de que «sobre toda propiedad privada pesa una hipoteca social» es desafortunado porque la obligación de ayuda pesa sobre la persona que posee los bienes, no sobre estas propiedades.

Ventana de ideas afines

Otras ideas relacionadas son las de justicia y caridad, caridad pública o privada, justicia distributiva y filantropía y caridad.

E íntima conexión con las ideas de función social de la propiedad, los ataques a la propiedad privada y la innegable conexión entre propiedad privada y prosperidad.

Conclusión

Con un significado tan ineficaz, la expresión se convierte en un instrumento de gran utilidad para el discurso político que justifica políticas de redistribución.

La idea de la «subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes» que en sí misma es valiosa mientras se entienda como una obligación personal que solo puede existir cuando hay propiedad privada, presenta una tentación irresistible para la implantación de políticas redistributivas que anularán el potencial de la propiedad privada para crear riqueza que ayude a los necesitados.

La expresión «hipoteca social» es una manera rebuscada, inútil y peligrosa de sustituir indebidamente el deber moral personal de cada individuo de ayudar a los demás, especialmente aquellos que más lo necesita.

Sustituir palabras como ‘caridad’, ‘compasión’, ‘misericordia’ y ‘amor’ con esa expresión es erróneo.

Como en otros muchos casos, la promoción de una expresión vaga que tiene connotaciones compasivas y de buena intención conduce a un uso flexible y acomodaticio de ella. Crea causas y motivos para la adopción de la envidia como una política de Estado y refuerza sin proponérselo conceptos como la lucha de clases.


Otros lectores también leyeron…

[Actualización última: 2023-06]