¿Existe algo como un salario justo? La pregunta, que resuena en los debates económicos y morales de hoy, fue ya diseccionada con lógica hace medio milenio. Los Escolásticos Tardíos, pensadores con los pies en la tierra, abordaron esta cuestión con una franqueza que hoy podría parecer deshumanizada, pero que ofrece una ruta clara hacia la prosperidad. Más la idea irrebatible de Schmiesing: los salarios justos deben ser posibles.
Índice
- Salario justo: las ideas de los Escolásticos Tardíos
- Salario justo y justicia conmutativa
- ¿Cuál es el salario justo?
- Justicia en decisiones libres
- Salario justo: libertad y consentimiento
- Salarios posibles: la idea de Schmiesing
- Punto de arranque
- Leyes de mercado, moral y salarios
- Realidad económica
- Discusión
- Conclusión
16 minutos
Salario justo: las ideas de los Escolásticos Tardíos
Los Escolásticos Tardíos realizaron un examen sorprendente, y hasta perturbador, sobre la cuestión del salario justo. De esto hace unos 500 años.
Las ideas de estos personajes tienen la ventaja de tener los pies bien puestos en el suelo y de seguir razonamientos de amplio sentido común. Sean aceptadas o no, estas ideas son sin duda difíciles de rebatir.
Ellas son fascinantes por dos razones. Primero, dan la apariencia de un juicio frío y calculador, carente de todo rasgo humano. Segundo, son lógicas y encuentran la solución para elevar los ingresos de empleados y trabajadores.
📕 El libro consultado fue Chafuen, Alejandro Antonio, Christians for freedom : late-scholastic economics. San Francisco. Ignatius Press, chapter 9, Wages, pp. 123-129.
📍 El tema de la columna se asocia con otros, como el de las propuestas para elevar salarios mínimos por mandato, las conquistas laborales y la causa principal del desempleo. Más las ideas acerca del seguro de desempleo y la ley laboral.
Salario justo y justicia conmutativa
Los Escolásticos Tardíos no andaban por las ramas. Para ellos, la cuestión de los salarios es parte de la justicia conmutativa. Esto significa que los salarios deben examinarse como parte de los procesos de compra y venta, los intercambios.
Esta perspectiva tiene su origen en Santo Tomás de Aquino. Para él, un sueldo es la remuneración recibida por un trabajo, algo como el precio del trabajo.
Para san Bernardino de Siena y para san Antonino de Florencia, el salario ya no es algo como el precio del trabajo, sino el mismo precio del trabajo.
La visión del salario como el precio del trabajo está confirmada en otros dos sacerdotes del mismo período.
Para Henrique de Villalobos, el salario debe ser tratado de la misma manera que son tratados los precios de los demás productos. Luis de Molina, dice que si una persona puede rentar sus pertenencias, lo mismo puede hacer prestando servicios a otros.
📌 Una vez determinado que el salario es el precio del trabajo, queda por ver lo que constituye un salario justo. El análisis del salario justo, primero, impone la necesidad de ver cómo se determinan los precios en el mercado.
Por ejemplo, Luis Saravia de la Calle dice que el salario de los trabajadores debe examinarse con los mismos principios dedicados a estudiar los precios de los bienes. Una vez establecido ese marco de análisis, vienen las definiciones de salario justo.
¿Cuál es el salario justo?
San Antonino menciona que el salario justo es ese que se establece por medio de la estimación común, pero sin mediar engaños.
Leonardo Lessio, 1626, dice algo similar. El salario es justo, si es similar al pago acostumbrado, mientras esté dentro de los límites del precio justo. Y agrega que si el sueldo cae por debajo del límite mínimo, no deben apresurarse conclusiones, porque muchas personas pueden aceptar libremente ese sueldo.
Esta manera de pensar también fue comentada por Luis de Molina. En su opinión, el salario justo es el que se paga por trabajos similares en circunstancias similares.
Por tanto, si el salario acordado para un caso concreto es al menos equivalente al más bajo que se acostumbra pagar en la región por un servicio similar, el sueldo deberá considerarse justo.
Justicia en decisiones libres
📌 Por consiguiente, para los Escolásticos Tardíos la costumbre y la decisión libre entre trabajadores y patrones es lo que determina la justicia en el salario.
A esta consideración, ellos añaden un elemento extra. Es un elemento sorpresivo y para muchos será perturbador. El salario y las necesidades del trabajador son cosas independientes.
Por ejemplo, Molina menciona que el patrón solo está obligado a pagar el salario sin considerar si es o no suficiente para el sustento del trabajador. El trabajador de hecho acepta un sueldo de manera libre porque, aunque no sea suficiente para sus necesidades, le ayuda y se complementa con otros trabajos que puede realizar.
📌 El punto central es considerar que cuando muchos están dispuestos a aceptar un cierto sueldo, este no puede considerarse injusto a causa de no ser suficiente para una familia que tiene muchos hijos, o que desea una casa más grande.
Molina es contundente al respecto, incluso señala que si el trabajador toma algo del patrón, eso se considera robo y hay obligación de restituirlo, aún en el caso de pobreza extrema.
La voluntad libre
La característica de libertad en la aceptación de un sueldo es una columna central en el pensamiento de estos doctores. Ese es el salario justo.
Por ejemplo, Domingo de Soto dice que el sueldo debe considerarse justo si es aceptado de manera voluntaria. Si hay consentimiento en la aceptación de un sueldo, no puede haber daño. En todo caso, si al trabajador no conviene un cierto salario, está en libertad de dejar a ese patrón.
Otro Escolástico Tardío, Villalobos, critica a quienes hablan de que un salario está por debajo de lo que es justo. Dice que eso no es creíble, puesto que en caso de ser cierto, el trabajador acudiría con el patrón que más salario le pagara.
Pero, ya que no pueden encontrar a ese otro patrón, simplemente aceptan el precio de su trabajo fijado en el mercado de manera espontánea.
Al igual que en el caso de Molina, para de Soto, no puede justificarse el robo al patrón, aun en caso de un salario que no sea suficiente para cubrir necesidades.
Salario justo: libertad y consentimiento
La libertad y el consentimiento mutuo en la aceptación de un ingreso son las claves del salario justo. Por parte el empleador, este tiene la libertad de rehusar el pago de un salario que considere elevado, según Villalobos.
Es de sentido común, que nadie pueda ser forzado a comprar o rentar algo que no desea. El problema está, desde luego, en la evaluación del precio del trabajo que presta el trabajador.
Si los salarios son bajos es porque los servicios prestados valen poco, que es lo que sucede cuando existen bienes en el mercado, pero no hay compradores. No hay motivo de queja por salarios bajos, pero sí hay una razón objetiva de ello. Las fuerzas de la oferta y la demanda entran en juego.
En el mercado se fijan los precios de los bienes, incluyendo el precio del trabajo.
Otro Escolástico, Joseph Gibalini toca este punto con claridad. El salario justo considera el servicio que presta el trabajador y toma en cuenta la abundancia o escasez de trabajadores que presten servicios similares.
El resultado de esto es el salario común para ese servicio que se paga en la región y repite que no hay por qué tener en cuenta las necesidades de los trabajadores.
El Cardenal Juan de Lugo reitera esa misma idea. El salario del servidor es justo si al menos es el mínimo de lo que comúnmente se paga por ese tipo de trabajo. Tampoco, dice, tiene relación con las necesidades del trabajador.
Pero, la cuestión no para allí. Al igual que otros de los Escolásticos, como Molina, Silvestre y Covarrubias, Lugo afirmó que el trabajador no tiene derecho a recibir sueldo cuando se ausenta por motivos de enfermedad, a menos que en el contrato de empleo se acuerde otra cosa.
«Si una comunidad tiene abundancia relativa de equipo de capital moderno, altos niveles educativos, trabajadores calificados y un sistema eficiente para organizar la actividad productiva, la productividad del trabajo será relativamente alta. Eso y nada más es la base de los salarios altos».
— Armen Alchian

Salarios posibles: la idea de Schmiesing
El gran tema de la idea de Schmiesing es el de la determinación de los salarios, el precio del trabajo humano. Un tema complejo que debe reconocer la realidad evitando trabajar en el vacío teórico, pero eso no deja de lado a las obligaciones personales, sean de justicia o de caridad.
La idea fue encontrada en la obra de Schmiesing, Kevin E., Within the market strife: american catholic economic thought from rerum novarum to vatican ii. Lanham, Md. Lexington Books, pp 37-39.
📍 El tema de la columna conduce a otros, como la causa principal del desempleo, el seguro de desempleo y tecnología y desempleo. Más conquistas laborales y trabajos nobles.
Punto de arranque
El tema del salario justo y digno ha sido y es sujeto de discusiones de economistas y moralistas.
La Iglesia Católica lo ha tratado ampliamente desde finales del siglo 19 en las encíclicas, y mucho antes por parte de moralistas.
En lo general dentro de los círculos católicos se reconoce que existe una obligación moral, la que obliga al empleador a pagar salarios dignos (living wages), lo que ha sido tratado de diversas maneras desde el siglo 16 con santo Tomás de Aquino [véase, por ejemplo, las ideas anteriores].
La clave del tema, desde el inicio de las reflexiones al respecto, ha sido un reto para los estudiosos del tema.
Por un lado está la cuestión de cómo determinar el monto que debe tener un salario justo. Por el otro, está el tema de cómo balancear dos realidades: la del derecho del trabajador a una vida digna y la de la viabilidad de los niveles de salario. El asunto del salario digno pero al mismo tiempo posible.
📌 Esta es la gran idea que Schmiesing señala. Es la de considerar no solo una de las partes, sino las dos. Tener salarios dignos, suficientes y posibles. Dice el autor que los asuntos morales y los económicos están entrelazados. No pueden tratarse de manera independiente.
Leyes de mercado, moral y salarios
Si los salarios son determinados con apego estricto a las leyes de mercado por medio de la oferta y demanda de trabajo, entonces hay poco espacio para consideraciones morales.
Si por el contrario, los salarios pudieran ser alterados de acuerdo con la sola voluntad del empleador, entonces no habría espacio para las consideraciones económicas.
Ninguna de esas dos posibilidades extremas es posible. La mención de que en la realidad ambas consideraciones están inevitablemente entretejidas aporta un punto de vista mejor y más sólido, que evita propuestas que solo consideran una de esas consideraciones.
📌 Una de las partes del debate sobre el tema explora si el pago de un salario justo es un asunto de justicia o es uno de caridad.
Justicia o caridad
Dentro del catolicismo, como lo menciona el autor, existen ambas posiciones las que surgen de interpretaciones distintas de la Rerum Novarum, donde se dice que «el salario no debe ser en manera alguna insuficiente para alimentar a un obrero frugal y morigerado [de buenas costumbres]».
El punto es si eso es una obligación de justicia y solucionar el asunto de la conmutativa que pide igualdad en el intercambio de bienes. Si un trabajador realiza un trabajo de mayor valor que el de otro, ¿puede en justicia reclamarse un pago igual a los dos?
📌 La noción de un salario familiar suficiente para el sostén de una familia no caería bajo la justicia conmutativa. Podría existir esa obligación como caridad, pero no como justicia.
Schmiesing añade otra pieza de información a la anterior. Al tratar este tema, el de los salarios dignos, suficientes y posibles, deben considerarse aspectos económicos y morales. Pero también debe considerarse otra cosa: no es un tema simple como suele ser tratado.
📌 Un posible resumen del tema, de acuerdo con estas ideas católicas es aceptar que sí existe una obligación en justicia de pagar un salario digno. Y en ocasiones la obligación por caridad de pagar un salario familiar.
Realidad económica
Hasta aquí la posición moral es clara, pero a ella se añade otra cosa. La realidad económica debe ser tenida en cuenta para no caer en el caso de cerrar una empresa que no puede cumplir con las obligaciones de salarios.
Es decir, la realidad marca las posibilidades del cumplimiento de las obligaciones. Quizá sea posible traducir esta idea a una general de prudencia. Es decir, cuidar que el cumplimiento de obligaciones de justicia y caridad no produzca una situación peor a la que se trata de resolver.
Sería absurdo que si una empresa no pudiese cubrir salarios considerados dignos, ella tuviese que cerrar causando el desempleo de todos sus trabajadores.
Lo que estas consideraciones dejan ver es un panorama en el que no son admisibles las posiciones simples, definidas estas como las que hacen de lado la dualidad del tema.
Para pensarse

Discusión
La disyuntiva siempre está allí: se eleva o no el salario mínimo, y qué sucede en cada caso. Una columna del WSJ trató este tema hace tiempo, iniciando con la cita del New York Times en 1987, «El salario mínimo correcto: $00.00». No es que se trabajara gratis, sino que debía no tenerse salario mínimo.
Subir el salario
¿Elevarlo o no? En la primera impresión, quizá las personas vean que es una buena idea elevarlo. Después de todo, con más ingresos se vive mejor y todos quieren vivir mejor y así se remedia la pobreza.
Pero la cuestión no es tan simple. Un buen economista, se ha dicho, examina los efectos secundarios de ese tipo de decisión. Los salarios no solo deben ser dignos, también deben ser posibles.
Efectos no intencionales
Es aceptado que una elevación del salario mínimo producirá un beneficio real, pero sólo a los que tengan y mantengan su empleo. Quienes estén en busca de empleo saldrán lastimados con menos oportunidades.
Elevar el salario mínimo, en otras palabras, no es garantía de creación de empleos, sino de que ganarán más los que mantengan sus empleos.
Y, de hecho, la elevación del salario incrementa el precio del trabajo, reduciendo la cantidad demandada. Es decir, se socava la creación de empleos, lo que tiene una implicación interesante: si el salario mínimo dejara de existir, se crearían más empleos.
La columna dice que existe un cálculo aceptado: una elevación del 10% del salario mínimo destruye de 1 a 2 por ciento de los empleos de los jóvenes.
Desde luego que el problema es de largo plazo, afectando a jóvenes que sin empleo retrasan su acumulación de experiencia de trabajo, la formación de una familia y pueden elevar la informalidad económica e incluso la delincuencia.
Más aún, el pronóstico de pérdida de empleos es general, no se sabe en qué sectores ocurrirá.
Uso político del salario mínimo
A pesar de la evidencia en ese sentido, el salario mínimo se mantiene, más para uso político que beneficio económico.
El gobernante puede usar al salario mínimo como herramienta de popularidad, cuando prometa elevarlo, una medida seguramente aplaudida por quienes no ven los efectos secundarios.
Pero aplaudida también por los sindicatos, cuyos miembros son protegidos por esa tarifa de entrada, el salario mínimo. Quienes estuvieran de acuerdo en trabajar por menos, no les significarán competencia a sus privilegios.
Salarios dignos pero posibles
La realidad es que a pesar de eso sigue vigente una idea válida, la de qué hacer para mejorar el ingreso de las personas. Si la elevación del salario mínimo no es conveniente, queda por ver cómo resolver ese problema de ingresos bajos.
Es un problema serio, de tal magnitud que moverá a demasiados a ignorar la realidad elevando ese salario, haciéndoles sentir que están haciendo algo, pero empeorando la situación a la larga.
La solución conocida
La solución es conocida desde hace tiempo, la de facilitar la inversión o al menos no ponerle obstáculos. La inversión eleva la productividad y ésta es la única manera de elevar el ingreso personal.
Más infraestructura, más instalaciones, más tecnología, más capacitación, en suma, más inversión, es decir, más capital. No hay de otra.
Pero esto tiene problemas. Por principio de cuentas, no produce resultados inmediatos y por eso no genera aplausos inmediatos al gobernante.
En segundo lugar, algunas personas se opondrían a las medidas que faciliten la inversión, usando las consabidas frases de «capitalismo salvaje», «neoliberalismo fracasado», «reformas innecesarias», «intereses imperialistas» y las demás de la lista usual.
Sin saberlo, son ellas la causa misma del problema que quieren resolver: el político porque se sostiene en popularidad inmediata y el socialista porque se niega a salir de su caja artificial.
El problema de la pobreza no es económico, sino político y consiste en los frenos que se le ponen a las inversiones de quien quiere abrir un negocio o expandirlo.
Pero también, si las personas mayoritariamente entendieran estas cosas, los gobernantes no usarían al salario mínimo para elevar su popularidad.

Conclusión
La columna explora la noción de salario justo a través de las ideas de los Escolásticos Tardíos (hace unos 500 años), quienes, con una lógica fría y perturbadora para algunos, lo definieron como el precio del trabajo determinado por el mercado.
Para figuras como Santo Tomás de Aquino, San Antonino de Florencia y Luis de Molina, el salario es una cuestión de justicia conmutativa, un acuerdo libre entre trabajador y empleador.
La justicia radica en la costumbre y el consentimiento voluntario, sin considerar necesariamente las necesidades individuales del trabajador, ya que este es libre de aceptar o buscar otra oferta. Ignorar esta libertad y forzar un salario superior al valor de mercado, según ellos, sería injusto y podría incluso justificar la restitución en caso de robo.
Esta perspectiva se alinea con la realidad económica que señala que, si los salarios son bajos, es porque el valor del servicio ofrecido es bajo debido a las fuerzas de oferta y demanda. La abundancia o escasez de trabajadores calificados influye directamente en el precio del trabajo.
El texto también aborda la tensión entre un salario digno (moral) y un salario posible (económico), apuntada por Schmiesing. Aunque existe una obligación moral de pagar un salario digno y, en ocasiones, uno familiar (caridad), la realidad económica debe prevalecer para evitar el cierre de empresas y el desempleo masivo.
La discusión concluye que la intervención directa, como la elevación del salario mínimo por mandato gubernamental, aunque popular, es una medida política con efectos secundarios negativos, como el aumento del desempleo, especialmente en jóvenes.
La solución sostenible para elevar los ingresos y mejorar la vida de las personas es la inversión en tecnología, infraestructura y capacitación.
Esto incrementa la productividad, lo que a su vez eleva los salarios de forma natural y duradera, aunque sus beneficios no sean inmediatos ni tan populares para los políticos. La pobreza, en este sentido, es vista como un problema político, causado por frenos a la inversión, más que por fallas inherentes al mercado.
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