Definición, origen, efectos, consecuencias. La definición de una política económica sustentada en la intención de proteger a un país dañando a su economía. ¿Qué es proteccionismo?

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Introducción

La columna ha sido cuatro partes, con la primera siendo suficiente para tener una idea del significado de proteccionismo:

I. ¿Qué es proteccionismo?

En pocas palabras, la definición de esta política económica es la opuesta a la de libre comercio. Es la implantación de frenos de distinta intensidad a las importaciones, más algo poco mencionado: frenar también las inversiones extranjeras en el país.

📌 El nombre deriva del objetivo que persigue. Se quiere dar protección de las industrias y empleos dentro de un país. Y eso se quiere lograr protegiendo al país de la competencia que viene de empresas del exterior.

Algunas veces el proteccionismo se justifica para dar tiempo a la industria nacional para prepararse a una situación futura de competencia internacional.

La formas específicas que toma el proteccionismo son de muy distintos tipos. Por ejemplo, la prohibición de importaciones o cuotas de bienes importados. O los subsidios a los productores nacionales y a los exportadores. Impuestos o aranceles a las importaciones.

Incluso es posible mantener artificialmente baja la cotización de la divisa nacional para abaratar exportaciones y encarecer importaciones.

Está asociado con ideas de aislacionismo, nacionalismo, autosuficiencia y soberanía.

Justificaciones del proteccionismo

Razones económicas

Las justificaciones económicas del proteccionismo se basan en un razonamiento que es simple. La narrativa es frecuente y popular:

La competencia del exterior es una amenaza a la industria nacional con la que esta no puede competir. Por lo tanto, es necesario impedir o limitar las importaciones para proteger el desarrollo de la industria nacional y el empleo que ellas dan. Las importaciones destruyen a la economía nacional.

Es común que se usen escenarios catastróficos que justifiquen el cierre de fronteras a la importación. Suele asegurarse que si se abrieran las fronteras, se perderían todos los empleos nacionales. En la realidad, y en la teoría también, nada de eso es cierto.

El consenso general es que el proteccionismo daña a los países limitando su desarrollo, mientras que el libre comercio eleva la prosperidad. Uno de los razonamientos más poderosos es el de la ventaja comparativa.

Razones políticas

Las justificaciones políticas del proteccionismo están muy asociadas con el aprovechamiento electoral de esos escenarios catastróficos.

Por ejemplo, es frecuente que gobernantes expliquen la pérdida de empleos por causas de importaciones, capitalizando la ingenuidad de muchos votantes, especialmente de aquellos quienes se sienten amenazados por las importaciones.

También, por motivos electorales y de popularidad política, es común que los gobernantes apelen a sentimientos nacionalistas y de soberanía que terminan en medidas proteccionistas.

Esta es una realidad que muestra cómo la falta de conocimiento del funcionamiento de la economía es capitalizada políticamente con malos resultados en el largo plazo.

Proteccionismo, efectos colaterales

Si el objetivo explícito del proteccionismo es repetido con alta frecuencia —el proteger a la industria y el empleo nacional— , poco o nada se mencionan los efectos no intencionales que le acompañan.

El efecto no intencional más claro es el del contrabando. La prohibición de importaciones abre una oportunidad de negocio ilegal, como sucedió en México cuando se aplicó el proteccionismo.

También, ante la falta de competencia, las empresas nacionales dejan de actualizarse, lo que las hace menos competitivas e innovadoras. Esto lastima a todos los consumidores nacionales que se ven obligados a comprar bienes anticuados, de baja calidad y a precios mayores de lo posible.

No es poco común que el ataque al proteccionismo contenga un aviso considerable: el proteccionismo suele tener una tendencia muy fuerte a crear sentimientos nacionalistas que ven el desarrollo de otras naciones como una amenaza y que eso lleve a enfrentamientos bélicos más probables.

Si, por ejemplo, se imponen tarifas a las importaciones, ello hará aumentar el precio de los productos que consume la gente en el país que quiere protegerse a sí mismo.

📌 Por tanto, el proteccionismo no tiene ninguna base sólida en su sentido económico. Sin embargo subsiste debido a su gran valor electoral y político. Los gobernantes suelen culpar al libre comercio de los males nacionales y proponer soluciones basadas en la implantación de medidas proteccionistas sin considerar sus efectos no intencionales.


«Entre un buen y un mal economista, esto constituye toda la diferencia: uno solo tiene en cuenta el efecto visible; el otro tiene en cuenta tanto los efectos que se ven como los que es necesario prever. Ahora bien, esta diferencia es enorme, porque casi siempre sucede que cuando la consecuencia inmediata es favorable, las consecuencias últimas son fatales y lo contrario. De ahí se sigue que el mal economista persigue un pequeño bien presente, al que seguirá un gran mal por venir, mientras que el verdadero economista persigue un gran bien por venir, a riesgo de un pequeño mal presente.»

— Frédéric Bastiat

II. Proteccionismo: su origen

Todo empezó realmente hace mucho, por allá en el siglo 16. Fue cuando inició la formación de naciones-estado. Y tuvo un origen simple. Convenía que la nación fuese rica, después de todo es mejor ser rico que pobre. Claro, el problema es cómo tener una nación rica. La definición fue sencilla.

Se pensó lo obvio. Una persona es rica si tiene mucho dinero, específicamente, oro y cosas por el estilo. Por tanto, se dedujo, una nación rica es la que tiene mucho oro. Eso de que «la nación tenga mucho oro» en realidad significaba que el monarca lo tuviera. La siguiente pregunta es la natural, la de cómo tener más y más oro.

La respuesta es el origen de toda una escuela económica, el Mercantilismo: si la nación quiere ser rica tiene que tener más oro y eso puede hacerse exportando cosas a otras naciones, las que las pagarán con ese metal. Al exportar, salen mercancías y entra oro.

Pero hay un problema, el de importar que significaría que sale oro de la nación. Para esa manera de pensar, por lógica absoluta, no conviene importar.

📌 Esto completa la fórmula del Mercantilismo: exportar todo lo que se pueda e importar idealmente nada, o muy poco. La restricción de las importaciones es una protección de las empresas de la nación.

El resto es historia. A esa mentalidad puede usted atribuir las aduanas, los aranceles a las importaciones, todo lo que limita traer al país bienes del exterior.

Proteccionismo y desarrollo

La mentalidad ha tenido sus variaciones sobre el mismo tema. Una de ellas es la de argumentar que un país no desarrollado no puede abrir sus fronteras a las importaciones porque hacerlo acabaría con las empresas nacionales que no podrían competir con bienes mejores y más baratos.

Y, por eso, las fronteras deben cerrarse, al menos un tiempo largo, para dar oportunidad a que las firmas locales crezcan y se vuelvan fuertes y competitivas.

A veces se usan argumentos apocalípticos: toda la industria nacional desaparecería y se viviría solo de las importaciones (algo falso porque para importar se necesitan las divisas que producen las exportaciones).

La mentalidad mercantilista sobrevive aún hoy y tiene manifestaciones claras en las medidas gubernamentales que responden a peticiones de protección de las empresas nacionales. Por eso se elevan aranceles, se imponen cuotas, se aplican medidas restrictivas y cosas por el estilo.

Esto se ha hecho por siglos y es curioso porque no produce realmente resultados buenos para el país. Los únicos beneficiados son los negocios locales que logran mantener cautivo al mercado local (y también se benefician los contrabandistas).

Intervencionismo económico a la antigua

El Mercantilismo pertenece a una de las formas genéricas de intervención económica en la economía del país. Formas basadas en la prohibición de algo, en este caso importaciones, pero podría ser también el prohibir drogas, alcohol, u otros bienes y servicios.

La modalidad que nos ocupa se llama específicamente Proteccionismo, un nombre que lo explica bien y que se origina en el Mercantilismo.

De esta manera es posible entender mejor la postura ideológica de un gobierno. Por ejemplo, el argentino merece ser calificado como mercantilista en ese sentido de que limita importaciones alegando protección nacional a su industria.

Lo mismo que Brasil y otros países. La UE, por ejemplo, protege mucho a sus agricultores y ganaderos.

«La mayoría de empresarios en Colombiatex respaldó medidas del gobierno para proteger industria nacional», Teleantioquía, 22 enero 2013.

¿Da resultados? En realidad no. Logra buenas fortunas para algunos, los propietarios de los negocios protegidos, pero el resto de la gente sufre con bienes más caros y de menor calidad.


«Porque esa nación [proteccionista] fuerza a sus propios consumidores a pagar más por los productos que desean, que lo que de otra manera tendrían que pagar, o bien, los priva de todos esos productos. La protección crea industrias nacionales que son menos eficientes que las industrias extranjeras correspondientes, con el costo de dañar a industrias nacionales que son más eficientes que las correspondientes industrias extranjeras».

— Henry Hazlitt

III. Proteccionismo: sus efectos

Es cierto, en el efecto inmediato, proteger a una industria nacional produce la conservación de empleos en esa industria —esta es la consecuencia inmediata que puede verse. Pero no es la única consecuencia.

Voy a un ejemplo, la prohibición de importación de automóviles. Bajo esta condición, se conservan los empleos de esa industria, a la que se ha protegido. El gobierno estará orgulloso de señalar ese efecto. Pero no es esa la única consecuencia.

Otra consecuencia adicional es clara, la de tener en ese país automóviles más caros y de menor calidad. Un efecto de consecuencias para el consumidor, el que tendrá que desembolsar una mayor cantidad de dinero y sufrir la menor calidad de los autos.

Otro ejemplo, el de la prohibición de importación de gasolina, que tiene el mismo efecto en el consumidor —pagará precios mayores con gasolina de menor calidad.

Empleo

Habrá otro efecto en la creación de empleo. Se dejarán de crear los empleos que hubiera producido una gasolina de menor precio. Es decir, la conservación de los empleos en la industria de producción de gasolina habrá producido una menor creación de empleos en otras industrias.

Sí, por ejemplo, se prohíbe la importación de acero, los productos que necesiten ese insumo dentro del país tendrán un costo mayor. Un costo que afectará el bolsillo del consumidor, que es el precio que se pagará por conservar los empleos de la industria protegida.

Proteger a la ineficiencia

Es común que el objetivo de la política proteccionista sea defender a una industria nacional usualmente ineficiente, para la que el enfrentar a la competencia extranjera significaría su desaparición —esta es una protección artificial de una industria improductiva.

El capital usado en esa industria improductiva sería mejor empleado en otras actividades económicas de mayor dinamismo y eficiencia. El empleo protegido por medio del proteccionismo es igualmente una defensa artificial —se encuentra empleando trabajadores que de otra forma serían más redituables en otros campos.

Resultado neto

Muchos de los ciudadanos sucumbirían al argumento de la defensa de empleos por medio del proteccionismo, creyendo que eso no tiene las consecuencias que no alcanzan a ver . Como precios mayores en otros artículos, es decir, no comprenden que indirectamente ellos están pagando o subsidiando la conservación de empleos improductivos.

Las políticas gubernamentales que se justifican exclusivamente por el objetivo que persiguen suelen ignorar los efectos adicionales y muchas veces indeseables que ellas producen.

El proteccionismo es solamente uno de esos casos de políticas gubernamentales que suelen tener aprobación popular porque ignoran las consecuencias negativas que producen.

La desaparición de una o más empresas por causa de importaciones más baratas presenta material invaluable para crear un escenario dramático de desempleo —este escenario de tragedia sirve muy bien como herramienta de convencimiento popular que el gobernante aprovecha en su retórica.

Los efectos no intencionales, sin embargo, no tienen ese material emotivo que sirva para crear un escenario retórico convincente que hable de los empleos no creados, ni de los precios mayores que se tengan que pagar por otros productos —como refrigeradores más caros por causa de la prohibición de importación de acero, o un mayor gasto de gasolina por la prohibición de importación de automóviles más eficientes.

La elección final que puede aprenderse de lo anterior es una de escepticismo sano, que contenga en sí misma la disciplina de ir más allá del objetivo buscado por la política económica —poniendo especial atención en los efectos colaterales que potencialmente puede producir.

IV.Conclusión, proteccionismo como miopía

En un sistema económico mercantilista, la principal y más visible política económica es la conocida como proteccionista. Una que supone que lo mejor para el país es evitar las importaciones de bienes extranjeros.

«Doctrina económica que concede sentido económico a las fronteras políticas de los Estados nacionales y se muestra partidaria de proteger las producciones nacionales de la competencia extranjera por medio de derechos de aduana y demás restricciones a las importaciones». economia48.com

Las razones usadas para la implantación del proteccionismo son varias:

«1. La protección de industrias consideradas estratégicas para el interés público. […] 2. El desarrollo de industrias emergentes […] 3. El fomento de la industrialización y la creación de empleo. Si un país decide desarrollar su propia industria nacional con el objetivo de generar empleo, puede llegar a sustituir productos extranjeros por nacionales. De esta forma, se intentaría también incrementar la renta nacional mediante los beneficios empresariales y los salarios de los trabajadores. 4. La recaudación de dinero[…]» elblogsalmon.com

El argumento central, en la actualidad, es el tercero en la lista anterior: el abrigo de la industria nacional para la creación y protección de empleos nacionales —bajo el supuesto de que eso es bueno para el país y puede lograrse sin consecuencias colaterales indeseables.

Las apariencias engañan

Bajo un régimen de comercio libre, las empresas de una nación pueden decidir entre abrir plantas en su propio país o en otro, dependiendo de la rentabilidad calculada para cada opción.

En la superficie, esto crea la alta visibilidad de una situación percibida: los empleos que crea la inversión de una empresa en otro país son empleos que ella podría haber creado en su propio país —lo que facilita la opinión inmediata de que prohibiendo bienes importados esos empleos se crearían en el país de origen de la inversión.

Quiero llamar la atención acerca del punto central que contiene esa visión: se concentra en los empleos y nada más que en ellos, sin ninguna otra consideración. Esto puede ser entendido como miopía —cuando los objetos cercanos se ven claramente, pero no así los objetos lejanos, que se ven borrosos, o no se ven.

En este caso, la miopía económica hace posible ver vivamente al empleo y nada más que el empleo, al que se ve como algo que se pierde por causa de las importaciones —pues eso que se importa podría ser producido dentro del país y se crearían empleos o se evitaría que se fueran al extranjero.

De vista corta

El problema es el irrebatible: la economía es un proceso muy complejo, con gran cantidad de variables, dinámico y lleno de consecuencias colaterales imprevistas. Donde el empleo es solamente una de esas variables y complejísima en sí misma.

En palabras llanas: poner atención única y exclusiva en el empleo y tomar decisiones que solo consideren su efecto en una variable llevará a desaciertos evidentes y seguros, por el error de no considerar al «todo económico».

Un error, por ejemplo, de esa visión miope de enamorado: creer que se pierden empleos por solamente inversiones de plantas en el extranjero, desecha que esos empleos también pueden perderse por otras razones. Como la automatización, o la caída en la demanda de los bienes producidos.

Si se viese con mayor amplitud a la economía, entonces se percibiría, entre otras cosas, a los consumidores y el efecto que en ellos tendrían precios mayores de los productos fabricados nacionalmente por causa del proteccionismo —un estropicio muy apreciable aunque no tomado en consideración por el miope enamorado.

Más incluso: las empresas nacionales eficientes y productivas también serían dañadas, por ejemplo, con proveedores nacionales más caros y de menor calidad . Por no mencionar la canalización de recursos públicos para sostener a las empresas nacionales menor eficientes que las extranjeras.


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[Actualización última: 2023-07]