Las características del cristianismo en la sociedad actual, más los efectos y las consecuencias del abandono del Cristianismo en una civilización que lo tuvo como cimiento central. El vacío que así se produce.
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Introducción
La pregunta fue directa. La hizo una persona respetable e inteligente. «¿Hemos dejado de ser una sociedad cristiana?» Es el tema de las características del cristianismo actual, su abandono y el vacío que eso crea.
¿Dejaremos de ser cristianos? Seguramente no del todo. Podremos, sin embargo, llegar a ser escasamente cristianos en eso que se suele llamar «Occidente».
El tema tiene sus ángulos y ellos merecen examen.
📍 El tema de la columna se asocia con otros, como el lamentable estado moral de hoy, la debilidad moral de las sociedades occidentales y la propuesta de que no hay crisis de valores, hay crisis de virtudes.
1. Sí se tenía una sociedad cristiana
Esto es lo primero que debe aceptarse, que al menos se era una sociedad religiosa, en la que el cristianismo era un factor muy grande. Uno de los grandes cimientos, seguramente el mayor. Puede notarse eso en las celebraciones religiosas, en el arte, la música y la literatura.
La tradición cristiana está en todo. Especialmente, creo, en el modo de pensar la moral, todo eso de deberes, virtudes, vicios, mandatos, obligaciones; y la promesa del Cielo.
📌 Además, es obvio que al preguntar si estamos dejando de ser una sociedad cristiana, se presupone que lo éramos. Entre las características del cristianismo actual debe aceptarse eso inevitablemente. Fuimos profundamente cristianos.
Quizá estamos en proceso de dejar de serlo, pero es imposible negar el fuerte legado sustancial de las ideas cristianas que seguimos teniendo.
2. Dejando de ser cristianos
Esta es la segunda faceta de las características del cristianismo en la sociedad actual. ¿Estamos dejando de serlo? Más aún, cómo medirlo.
T. S. Eliot sugiere en Christianity and Culture ver el «abandono» de prácticas religiosas. Buen punto. Ver la reducción de, por ejemplo, matrimonios religiosos, bautizos; o el aumento de divorcios. Cosas como la caída en Polonia de la asistencia a templos.
Pero no es solo eso, también hay algo más abstracto, menos medible que afecta a lo cultural.
3. Deserción de ideas cristianas
Tercer punto, el examen de las características del cristianismo en la sociedad actual, la deserción religiosa personal producto del abandono religioso general.
Algo como una caída en el papel de referencia general que tenían las ideas cristianas como guías universales de conducta. El dejar de usar la palabra ‘pecado’, por ejemplo.
O el dejar de pensar en términos de virtudes y vicios; de culpa y arrepentimiento. Más la aprobación de la noción relativista que deja de lado a la moral universal absoluta.
4. Desdén religioso
Es el crecimiento de actitudes de desaprobación y desdén a la religión a la que se considera dogmática y retrógrada, algo de lo que la civilización debe liberarse.
No es que el cristianismo desaparezca en el olvido, sino que se vuelve un enemigo del progreso y al que debe combatirse, lo que es una actitud común en la sociedad actual.
5. Materialismo gana
Entre las características que tiene una sociedad que deja atrás al cristianismo, suele presentarse una queja general de «falta de valores»
Frente a la percepción de un aumento de criminalidad y costumbres reprobables, surge ese lamento curioso de pérdida espiritual. Esto es lo que creo que es más notable en la sociedad cuando el materialismo ha ganado terreno.
Incluso los líderes religiosos padecen eso, comenzando a manifestar más preocupaciones económicas y políticas que espirituales; hablan más de la tierra que del Cielo.
6. Preocupaciones espirituales sobreviven
No desaparecen las preocupaciones espirituales realmente, pero ellas se convierten en un menú de opciones a elegir según la inquietud personal.
El activismo social, por ejemplo, sustituye a los mandatos morales. Quizá sea parte del efecto Nova de Charles Taylor: millares de nuevas alternativas morales sin limitación que crean una moral a la carta.
Los gobernantes llegan incluso a anexionar elementos espirituales.
7. Buscando el paraíso social
El desdén al cristianismo, incluso su combate, deja vivo un elemento muy propio de él, el paraíso terrenal y el deseo de lograrlo en la sociedad actual.
📌 En un optimismo sin escrúpulos ni medida, los gobiernos se anexionan la función de cambiar las injustas estructuras sociales y crear otras que hagan posible ese paraíso material en el que el gobierno garantizará una vida sin preocupaciones, ni miedos. De todos ellos el gobierno librará a las personas.
Conclusión hasta ahora
No hay duda de que Occidente era una sociedad cristiana y que estas ideas están profundamente enterradas en los cimientos de una cultura que está abandonando al cristianismo.
Pero son tantas y tan profundas las influencias cristianas que el abandono es imposible. El cristianismo sigue influyendo en las ideas de la sociedad actual que está intentando dejarlo atrás.
La aportación de Nietzsche
«Dios ha muerto» es la famosa frase de F. Nietzsche. Se repite así, en su versión breve, dejando su interpretación libre. Quizá pueda entenderse mejor si se expande la cita:
«Dios ha muerto. Dios permanece muerto. Y nosotros lo hemos matado. Sin embargo, su sombra acecha aún. ¿Cómo nos consolaremos, asesinos entre asesinos? Lo que era más santo y poderoso de todo lo que el mundo ha poseído ha sido desangrado hasta morir bajo nuestros cuchillos; ¿quién limpiará la sangre que tenemos? ¿Qué agua existe para poder limpiarnos?» brainyquote.com
La idea de Nietzsche tiene su punto. Debemos entenderlo como un ejercicio de la razón, dentro de un estilo que se presta a confusiones. Tal vez pueda comprenderse de la manera siguiente.
Dios no existe, según el filósofo, lo que existe es una creencia en Dios y esa es la que se ha matado. Las personas han asesinado esa creencia, de lo que era más santo y poderoso en la civilización.
La pérdida es importante, la más importante. Se ha perdido la fuente, el cimiento, del significado de la vida, la verdad, lo objetivo.
Consecuencias de perder a Dios
Esto es lo que me parece que es digno de mencionar al examinar las características del cristianismo en la sociedad actual.
Este ateo comprende el significado, las consecuencias, de dejar de creer en Dios. Entre los ateos, la opinión estándar es que dejar de creer en Dios tiene consecuencias positivas: nos hará mejores, la sociedad progresará, todo mejorará. Demasiado inocente y simple.
📌 En cambio, Nietzsche parece entender la consecuencia: desaparecen las anclas de la civilización, todas esas ideas que son cimiento de la cultura. El significado de la vida, la creencia en la verdad, la fe en normas morales objetivas; todas esas cosas que se dan por hechas y que solo se echan de menos al perderlas.
Un examen esquemático
Veamos esto de manera esquemática en dos escenarios diferentes.
A. Una civilización que cree en Dios
Esta civilización que cree en Dios posee textos sagrados y que considera deseable el uso de la razón.
La combinación de fe y razón produce una cultura que presupone la existencia de la verdad y normas morales universales, a lo que ha llegado mezclando esos elementos.
Ha sido exitosa y ha tenido sus grandes fallas, pero ha sido próspera.
B. Esa misma civilización abandona a Dios
Esa misma civilización entra en una etapa siguiente en la que se ha retirado el elemento de Dios, el uso de la razón y su revelación.
El vacío debe ser llenado con algo, supuestamente por la razón que ya actúa sin las supersticiones religiosas. El resultado debe ser una mejora sustancial de las personas.
¿Lo será? Según esto, es la hipótesis básica: sin Dios, sin creencias religiosas que imponen reglas morales insensatas, la razón queda libre y podrá crear una moral racional y creencias sólidas, basadas en la ciencia y el raciocinio. Muy ingenuo, muy cándido.
Resultados
Vayamos al escenario primero, en el que se tiene a Dios y su revelación, más el uso de la razón.
En este escenario, que es el del cristianismo en Occidente, a pesar de lo anterior, no se tienen consensos y acuerdos. Al contrario, hay interpretaciones, pensamientos distintos, que tienen ejemplos claros en la Reforma y el jansenismo.
Y eso sucede dentro de una situación en la que todos concuerdan que existe Dios y que nos ha dejado una revelación en sus propias palabras e historia.
Si retiramos estas «anclas», será en extremo inocente y optimista suponer que el solo uso de la razón no producirá eso mismo en proporción mucho más elevada: muchas ideas de muchos autores, contradictorias entre sí, surgirán creando un escenario de creencias aún más embrollado y turbio.
Se tendrá una civilización sin convicciones, sin ideas que sean tomadas como verdades porque no necesitan demostración y eso, mucho me temo, no es propiamente una civilización (lo será mientras quede la inercia del remanente de las convicciones anteriores).
¿Cómo entender ese otro escenario de las características una sociedad actual de personas con creencias y convicciones que abandonan al cristianismo y que ellas pueden pueden ahora seleccionar a su gusto?
Paul Johnson, el historiador inglés, llama Espíritu de Prometeo a esta idea de creer que puede vivirse mejor sin Dios y sin creencias espirituales, algo que no ha producido precisamente los resultados esperados.
Lo que puede concluirse es la vacuna contra la inocente propuesta de que si abandonamos la creencia en Dios todo será mejor, que es una tesis muy inocente sostenida por el ateo popularizado y comercial.
No, las cosas no son tan simples, eso tiene consecuencias que el mismo Nietzsche reconoce en su polémica.
Violencia y sexo explícitos
Esta es otra de las características del cristianismo en la sociedad actual. Es una realidad que está en crecimiento. Algo que en otros tiempos trataba de ser frenado en lo posible, ahora es promovido.
Promovido por entenderse como un adelanto, un síntoma de progreso. Me refiero a la violencia explícita, al sexo explícito. Una película que antes era solo para adultos, ahora pasa por televisión en horario infantil.
Creo que no necesito probarlo. Eso puede verse todos los días en casi todos los medios. Es como un rasgo esencial de la sociedad actual. El contraste es fascinante, por ejemplo, contra las tragedias griegas. En ellas, las acciones violentas sucedían fuera del escenario, sin necesidad de mostrarlas. No más.
Parece una obsesión el mostrar violencia explícita, incluso como parte de una categoría fílmica. E incluso en televisión. Lo mismo sucede con el sexo explícito.
¿Cómo entender estos cambios? Porque, después de todo existe una gran diferencia entre cosas como Edipo Rey y Addicted To Sexting. O entre Macbeth y Nymphomaniac Volume 1. ¿Qué ha sucedido?
La normalidad de hoy, un sacrilegio
Aceptar que ha sucedido es ya un adelanto, igual que reconocer que para muchos esto es aceptado como al nuevo estándar, la normalidad actual.
Y, aceptando su existencia, tratar de comprender su fondo. ¿Qué es realmente ese apremio por lo explícito, ascendentemente explícito?
Una razonable manera de entenderlo es como un sacrilegio. La degradación intencional de lo sagrado, el envilecimiento de lo elevado. Un autor lo ha expresado así:
«La profanación intencional de la forma humana, ya sea mediante la pornografía del sexo o la pornografía de la muerte y la violencia, se ha convertido, para mucha gente, en un tipo de compulsión. Y esta profanación, que echa a perder la experiencia de la libertad, es también una negación del amor. Es un intento para rehacer al mundo como si el amor no fuera ya parte de él». Roger Scruton, Beauty: a very short introduction.
Lo allí afirmado es terrible. Habla de una obsesión por rebajar la dignidad humana, abusando de la libertad y negando el amor. Cuando usted ama no hace esas cosas violentas y viles a otros, pero tampoco hace películas donde se muestran esas cosas. Esto es lo que merece atención.
No es tanto la realidad de la alta disponibilidad de lo explícito degradante en los medios que quiera usted, lo que ya es malo en sí mismo, sino lo que eso dice acerca del espíritu de nuestros tiempos, nuestro zeitgeist.
Abandono de lo espiritual
Quizá pueda explicarse con la pérdida de lo espiritual como una de las características de la sociedad actual y consecuencia de su abandono del cristianismo.
Me refiero al también abandono de elementos místicos e inmateriales de nuestra existencia. Un vacío que ha ocupado lo material y corpóreo, que es grueso y tosco comparado con lo sutil y frágil de lo inmaterial.
Ese mundo material, meramente corpóreo y burdo, es uno en el que la dimensión del amor más allá de lo material es difícil de comprender. Es el mundo en el que incomprensiblemente se entiende que hacer el amor es tener sexo con quien sea.
Un asunto religioso sin duda. Abandonar la idea del amor, que es espiritual, significa permanecer en un mundo en el que el amor solo puede entenderse como gozo físico de plazo corto, sin recompensa futura.
Vaya, incluso cuando la religión se perturba y «materializa», pierde el amor y comienza a justificar la violencia, como en los atentados terroristas.
📌 Hablo de una profanación de la dignidad humana manifestada en el abandono del amor hacia otros y que exhibe en lo explícito de la violencia y el sexo. Conforme más se abandona la idea del amor, más manifiesta es la pérdida de lo espiritual.
El problema, creo, es en su fondo la secularización. La deserción religiosa y su sentido espiritual, más allá de lo material inmediato.
Es lo que lleva a la obsesión sacrílega de la persona, como una adicción al sexo y a la violencia, en donde ambos son confundidos. Una compulsión por lo físico e inmediato.
En resumen
La columna trató las características del cristianismo en la sociedad actual, es decir, los efectos y las consecuencias del abandono del cristianismo en una civilización que lo tuvo como cimiento central.
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