La primera impresión es engañosa. Quien defiende a la libertad suele ser tomado como un demócrata. Eso es falso. Un demócrata puede convertirse en un gran enemigo de la libertad. La idea central es simple, libertad y democracia no son sinónimos, puedes ser antónimos.

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Introducción

Las ideas expresadas en esta columna están tomadas de la obra de Erik von Kuhnelt-Leddihn, Liberty or Equality: The Challenge of Our Time. Un libro central para el defensor de la libertad.

📌 Se trata de un aviso: los triunfos que ha tenido la democracia han dado como resultado real una reducción de la libertad. Este llamativo fenómeno puede explicarse como una oposición entre los principios de la libertad y los de la igualdad. Un contraste entre las formas de pensar del liberal y del demócrata.

📍Este es el terreno de ideas como la democracia liberal, democracia: argumentos y características, ¿son compatibles democracia y socialismo? y los valores de la democracia.

El punto central de esta columna, basada en la obra de Erik von Kuhnelt-Leddihn, es la advertencia de que la democracia, al priorizar la igualdad y la voluntad de la mayoría sin contrapesos adecuados, tiende a reducir la libertad individual y puede degenerar en regímenes autoritarios o totalitarios.

Existe una oposición fundamental entre la libertad (entendida como autodeterminación personal y diversidad) y la igualdad (como uniformidad impuesta por la mayoría). 

La mentalidad democrática, con su legado igualitario y su énfasis en el peso de los números y las masas, es susceptible de caer en la tiranía de la mayoría, la demagogia y el populismo, especialmente cuando carece de frenos como principios morales, creencias religiosas sólidas, y una adecuada división de poderes.

La idea del autor parte de dos afirmaciones sencillas:

🔴 La libertad es la mayor posible y razonable autodeterminación personal.
🔴 La igualdad es esencialmente contraria a la libertad

📌 La mentalidad del liberal se sustenta en su convicción de que las personas tengan la mayor libertad posible y razonable, sin que eso lo haga preferir a un cierto régimen por encima de otros. Esa forma de pensar no se adhiere a ninguna constitución en concreto, sino a la que sea que produzca la mayor libertad para todos.

Sin embargo, el significado de ‘liberal’ ha cambiado y convertido en la preferencia política por el cambio, cualquier cambio, lo que le hace llegar a ser compatible con sistemas incluso totalitarios y aprobar regímenes basados en la exaltación de las masas.

La democracia postula dos ideas. Por un lado, la igualdad política y legal de todos. Por el otro, el autogobierno basado en el mando de la mayoría de iguales.

Tratar de distinguir entre democracia y liberalismo, o entre democracia y republicanismo, no dará resultados para la defensa de la libertad.

La oposición entre libertad e igualdad

Ha sido reconocido, desde el siglo 19, que en la democracia hay elementos que en su evolución son opuestos a ideales humanos, entre ellos, a la libertad. En la libertad hay un instinto de diversidad, mientras que en la democracia hay uno de uniformidad.

La fuerte oposición entre libertad e igualdad es real. La libertad fomenta a la excepcionalidad, mientras que la democracia la rechaza porque como un «monstruoso producto de cerebros mediocres y de su envidia, la democracia sólo puede utilizar como herramientas a hombres mediocres…».

El argumento es fuerte. La mentalidad democrática tiene un legado igualitario, que se muestra en la envidia de las masas votantes que demandan, en su manía igualitaria, cosas como seguridad social y economía democrática. La persona alimentada por esa cultura de reclamos se adapta a su esclavitud.

La democracia se acomoda con facilidad a los escenarios de lucha de clases y conflictos sociales que tendrán fin en la dictadura de las masas. Lleva a la creación de la autoridad paternal que asume la responsabilidad del bienestar de todos. Esto no es estar en contra de las masas, sino del peligro que ellas corren cuando buscan su protección y ponen sus vidas en manos de pillos.

Más peligros

La oposición entre libertad y democracia es notoria en la conversión de la opinión pública en ley, es decir, la tiranía de la mayoría. Una opinión pública afectada por la «media educación» que presupone tener conocimientos y sirve de justificación a la sumisión del ciudadano frente al líder que lo protege.

La «media educación» produce al demócrata amateur que ve con recelo al conocimiento razonado por tener todos aristocráticos, contrarios a la mentalidad igualitaria. Y, si la igualdad es una meta sagrada, todo lo que se haga en su nombre será bendito; hereje será quien a eso se oponga.

📌 La democracia se enfoca en el tema de quién debe asumir la posición de poder que obedezca a la mayoría. El liberalismo pone su mira en la defensa de la libertad sin importar quién gobierne.

La esencia de la democracia se encuentra en su igualitarismo y la voluntad de la mayoría, preceptos que son contrarios a la autodeterminación personal, es decir, a la libertad.

En la democracia hay un énfasis sustancial en el peso de los números, con sus conceptos de opinión pública, masas, pueblo y mayoría. Sin, por ejemplo, el contrapeso que permiten las reglas morales y las creencias religiosas, las que defenderían a la persona frente a la masa. Abandonar a la religión, por tanto, abre la puesta a la dictadura de la mayoría.

El odio, la tensión social, la infelicidad y la indignación son el resultado de entender a todas las desigualdades como inmorales e injustas. Si acaso el 51% de los ciudadanos se inclinan ligeramente a creer en las bondades del igualitarismo, eso de poco valdrá para proteger al 49% que están totalmente convencidos de los peligros de esa idea.

Colectivismo

La democracia es una moda política que lleva a pensar en grupos y colectividades, entre las que existen desigualdades que resolver. No se piensa en términos de ‘tú’, ‘él’ y ‘yo’ sino en un marco mental de ‘nosotros’, ‘vosotros’ y ‘ellos’.

Ese marco entiende a las masas haciendo demandas igualitarias, que son sentimentales e ilógicas, las que interpretadas por los representantes populares producen «considerables tensiones entre los parlamentos y los administradores».

Los reclamos democráticos de igualdad ignoran a la realidad. La tarea de gobernar es compleja y requiere un conocimiento siquiera mínimo de economía, política, historia, geografía, leyes, diplomacia, ética y demás, que no tienen las masas demandantes. Los problemas son causados por la falta de ese conocimiento mínimo.

Las penas y sanciones democráticas son persecutivas, castigan al independiente y libre, que sale de la norma aprobada, y es aislado y boicoteado masivamente.

Democracia: urna de votos
Emisión de votos democráticos

Los riesgos que presenta la democracia son su consecuencia natural, la demagogia y la ausencia de un poder superior que ponga límites a las autoridades. La democracia se opone a la libertad por causa de la facilidad con la que favorece a los demagogos que enaltecen a la voluntad de las masas que ellos suponen representar.

La situación empeora ante la carencia de fuerzas que atemperen a los gobiernos y, sobre todo, a las ideologías de los partidos políticos. Eso lleva a pensar que «una república o una democracia son monarquías oligárquicas con límite de tiempo».

La democracia, nacida de la atención en la libertad individual, muta en un gobierno de masas, sucumbiendo a su propia inercia. Sucumbe ella a su propia ley de números que vuelve tiranas a las mayorías, las que pierden control, sentido común y razonamiento.

  • La democracia, presa de su propia ley, deviene en tiranía de las mayorías.
  • El ideal democrático, corrompido por el peso de la masa, se extingue en la sombra del populismo.
  • Nacida de la razón, la democracia se ahoga en la marea irracional de las masas.

«Hay, por ejemplo, pocas dudas de que los profesores (y los estudiantes) de la Universidad de Viena disfrutaron de mayores libertades bajo Francisco José que, digamos, sus colegas en la actualidad en la universidad o colegio estadounidense promedio».

Erik von Kuhnelt-Leddihn

La democracia produce un régimen basado en la competencia de partidos políticos que buscan persuadir a las masas de darles su voto para llegar al poder. Dejado sin contrapesos, esta forma política con facilidad se desboca dando entrada a gobiernos autoritarios que se justifican como representantes de la mayoría.

¿Cómo remediar la ausencia de contrapesos y evitar ese régimen desbocado hacia el autoritarismo? La solución puede estar en la consideración de fuerzas superiores, por encima de las voluntades políticas de masas, partidos y gobierno. Una monarquía, por ejemplo, coloca al rey por encima de todo y crea un freno a los riesgos de exceso de poder partidario.

Otro contrapeso es la existencia de fuerzas morales, de conocimiento y racionales, sin las que no habría conexión entre el poder y el bien común. El punto es que las masas, llamadas a actuar y pensar, pueden crear un sentimentalismo masivo sin razón, ni moral.

En esas fuerzas que sirven de contrapeso a la democracia y defienden a la libertad, la religión es la más fuerte, especialmente si ella es sólida y rígida. Esto es una religión que no sucumbe a modas políticas, ni cede a presiones del poder. El autor dice que el Catolicismo es la religión que mejor cumple con esta característica: autoritaria en su organización, pero liberal en su teología.

Se trata de fuerzas externas que sean más federalistas que centralistas, poco inclinadas a ideologías como el socialismo, el fascismo, el nacional socialismo y el nacionalismo étnico. Es necesario que sean más personales que colectivistas y clasistas, con poco gusto por la creación de nuevas sociedades ideales. Más racionales que sentimentales.


«La democracia no ofrece ninguna defensa ante los dictadores, esa es la verdad. Toda democracia puede sufrir en cualquier momento un ataque agudo de dictadura, como se sufre un ataque agudo de apendicitis; y el temperamento nacional no puede hacer nada al respecto».

— G. Bernanos

Conclusión

El propósito del análisis de Erik von Kuhnelt-Leddihn es lanzar un aviso. La democracia es un enemigo de la libertad porque conduce a regímenes autoritarios. Propone una forma de gobierno que preserve a la libertad y que contiene cuatro postulados.

🔴 El régimen debe estar diseñado para conservar a la libertad.

La mayor libertad personal posible porque ella es parte del bien común. Este es el máximo valor a defender y que una democracia tiende a empequeñecer y anular cuando llega a sus etapas autoritarias.

🔴 El sistema de partidos debe ser abolido.

Ese sistema contiene tendencias y vías para la erección de regímenes totalitarios. La competencia entre partidos elegidos por mayorías impone el peso de estas sobre el libre y el inconforme, al que persigue y anula. Más inclusive, es por los partidos que entra la contaminación ideológica que divide a la sociedad y lleva a extremos de construcción de sociedades utópicas.

🔴 Las luchas ideológicas y filosóficas deben ser relegadas.

Ellas no pueden ser suprimidas, ni ser parte del funcionamiento del gobierno. Deben ser llevadas a la esfera privada. Los gobiernos deben gobernar no ser agentes ideológicos con proyectos de nación uniformes para todos.

🔴 La voluntad de la mayoría debe ser limitada.

No tiene ella legitimidad para descartar a lo verdadero, lo razonable y útil. Y, más aún, lo utilitario y lo racional deben estar subordinados a lo ético y religioso. Existen muchas cosas que están por encima de la voluntad de la mayoría.

El defensor de la libertad ve a la democracia como algo razonable cuando se evita a la masa anónima e irresponsable. Lo que él desea es un poder político estable, eficiente y mínimo. Lo opuesto a lo que hoy se tiene, democracias inestables, justas con gobiernos excedidos, o totalitarismos estables, injustos y gobiernos excedidos eficientes.

La democracia es un régimen de números que contiene su propia fatalidad cuando se pone fuera del control del conocimiento, la razón y la verdad. Llega a ser el gobierno de las masas, habiendo sido antes el régimen de la burguesía llega a ser el del proletariado. Originado por el liberalismo pasa a ser propiedad del socialismo y es ahora nada más que una etiqueta que cualquiera usa para su ventaja.


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