¿Qué significa realmente ser conservador más allá del insulto usual? Esta manera de pensar, a menudo malinterpretada, es mucho más que oponerse a lo nuevo y sus principios fundamentales ofrecen una visión original sobre la tradición, la libertad y el orden social. Un desafío fascinante.

29 minutos

Preguntas frecuentes

¿Qué es el conservadurismo?

El conservadurismo no es la imagen simplista de un «partido estúpido» que se opone a todo lo nuevo. Es una filosofía política compleja que valora la preservación de las tradiciones morales y la sabiduría de generaciones pasadas. Los conservadores conciben la sociedad como una entidad frágil y espiritual que requiere un trato prudente, desconfiando de los cambios radicales y la «ingeniería social» que ignora la herencia histórica. Su pensamiento se cimenta en la creencia de un orden trascendente y en la necesidad de un equilibrio entre orden y libertad.

¿Cuáles son las características fundamentales de la mente conservadora?

Kirk destaca seis pilares: la aceptación de un orden trascendente (leyes naturales y morales inmutables), el apego al misterio de la existencia humana (celebrando la diversidad y oponiéndose a la estandarización), la necesidad de orden y variedad social (rechazando las utopías igualitarias), la íntima unión entre libertad y propiedad privada (fundamental para la civilización y la responsabilidad), la sospecha de los rediseños sociales masivos (confiando en las costumbres y hábitos), y el reconocimiento de que no todos los cambios son necesariamente convenientes (priorizando la prudencia y los efectos a largo plazo).

¿Cómo se distingue el conservadurismo de las ideologías radicales y cuál es su contribución única?

A diferencia de las ideologías radicales —que proponen la perfección humana, desprecian la tradición y buscan el poder ilimitado—, el conservadurismo reconoce la imperfección inherente de la naturaleza humana y la necesidad de limitar el poder gubernamental. Su contribución única radica en su capacidad para anclar el liberalismo en la realidad humana concreta, proporcionando un contrapeso crucial a ideas abstractas. Los conservadores, como custodios de la libertad individual y la dignidad personal, actúan como vigilantes que mantienen el poder dentro de sus límites, buscando proteger y ampliar la libertad a través de un orden social prudente.

Introducción

¿Quiénes son conservadores y qué características tienen? Una respuesta muy razonable y completa está en las ideas de R. Kirk.

Hablar de izquierdas y derechas, de liberales y conservadores, de radicales, de socialistas, tradicionalistas, capitalistas, neoliberales, comunistas, moralistas y de otras etiquetas similares, puede llegar a simplificar las conversaciones pero también a dificultar la comprensión.

La mente conservadora no puede ser entendida velozmente y ser colocada como un rótulo fácil. Es algo muy complejo y sutil. Y una buena prueba de esto es Kirk y su libro sobre el tema.


📕 La idea fue encontrada en la obra de Russell Kirk, The conservative mind, Regnery, 2001, 7th revised printing, chapter 1, «The Idea of Conservatism», pp 3-11. 


Punto de partida

Para tratar las características de los conservadores, el autor inicia con una cita. J. S. Mill llamó a los conservadores ingleses, «Ese estúpido partido». Así Kirk inicia el primer capítulo de su libro.

Pueden muchos pensar que los conservadores son gente que no piensa, que se opone a lo nuevo. Sin embargo, la realidad es que este grupo tiene en sus filas a pensadores brillantes, como Edmund Burke.

Personas que durante los últimos dos siglos han sido defensores inteligentes y cultos de ese tipo de ideas, las mesuradas y cautelosas.

📌 Con esto, el autor señala el propósito de su obra: un repaso de las ideas conservadoras de las características que son propias de los conservadores. El libro es eso, un examen de las ideas que son definición del conservadurismo en tiempos en los que ellas no son fácilmente entendidas.

No es un libro de historia, señala Kirk, sino un extendido análisis acerca de la explicación del conservadurismo.

Concretamente del conservadurismo inglés y norteamericano. Una exploración de las ideas sostenidas por los pensadores que han desafiado teorías radicales, que han propuesto la mutación substancial de la sociedad desde la Revolución Francesa.

Choque con la mentalidad actual

Claramente, Kirk contrasta las ideas de los conservadores con las del mundo actual. Uno que se mofa de la tradición, que idolatra a la igualdad, que acepta teorías sociales radicales sin pensar y que da la bienvenida a toda transformación sin discriminar.

Son los tiempos que se han aferrado a Rousseau, dice Kirk, tragándose esas ideas sin rumiarlas, provocándose así más apetito por teorías incluso más tajantes.

Es el industrialismo que ensucia, de la estandarización de las masas, apuntalado todo por autoridades y gobiernos. Son tiempo que vemos cobijados tras una barricada como un mar de descomposición.

Deja el autor ya ver aquí uno de las características esenciales del canon de los conservadores. Su enfrentamiento con las tesis modernas que idolatran al cambio por el cambio mismo. Hay por tanto, en esa mente, un elemento clave que se deja ver en esta exposición, el respeto a la tradición.

Los filósofos radicales han ganado mucho en estos siglos. Los conservadores han cedido terreno y fracasado en general a pesar de algunos éxitos esporádicos.

Bajo esta visión, Kirk señala que su punto de partida es Burke, el innegable conservador en el sentido moderno de la palabra, a partir de su obra Reflexiones sobre la Revolución Francesa, de 1790.  Las 500 páginas restantes del libro llevan al lector a ese prolongado ensayo sobre el conservadurismo sajón.

Conocer a los conservadores, una tarea ardua

Si bien un real conservador, dice el autor, se opone a reducir su forma de pensar a una lista de principios o frases centrales, al estilo de sus enemigos, los radicales, es posible realizar un intento.

La definición del conservadurismo no provee una colección de creencias detalladas que son fijas e inmutables, aunque en Burke se tiene el ingenio para encontrar convicciones que ayudan a entender esa intrincada actitud conservadora.

📌 El conservadurismo tiene ideas sólidas sin duda, consideradas universales, pero su sutileza lleva a aplicaciones flexibles en diferentes tiempos. No es algo sencillo en su primer examen, ni puede comprenderse con facilidad extrema.

La característica medular

Con esta introducción a las características de los conservadores, el autor afirma que la creencia bajo la que puede especularse acerca de la definición de conservadurismo es una idea medular.

📌 Esa idea del conservadurismo se apoya en el pensamiento de la preservación de las tradiciones morales de la humanidad. Esto es el cimiento del pensamiento de este tipo. El respeto a la sabiduría de las generaciones anteriores. El reconocimiento abierto del valor de tiempos pasados. La deferencia a los ancestros, la consideración de lo ocurrido antes.

Es natural, por tanto, que los conservadores vean con recelo los cambios al por mayor, las alteraciones masivas, la ingeniería social. Y todo eso que significa ignorar la herencia que nos han dejado los antepasados.

Las generaciones pasadas también cuentan

📌 Si los tiempos actuales llaman a considerar los efectos de nuestras acciones presentes en las generaciones futuras. La mente conservadora introduce otro elemento, el de no ignorar a las generaciones pasadas y lo que nos han legado.

Los conservadores conciben a la sociedad de una manera compleja, como una entidad que tiene una construcción frágil y espiritual.

📌 Siendo así, quebradiza y delicada, debe ser tratada con extremo cuidado. No es la sociedad un mecanismo que puede desarmarse y volverse a armar de otra manera. No puede ser sujeta de experimentos dependiendo de modas intelectuales y nuevas teorías.

La sociedad presente es producto de las acciones de nuestros antepasados, quienes merecen el mismo respeto que damos a las generaciones futuras.

Las características centrales de los conservadores

Bajo esta consideración general, Kirk señala seis ideas medulares de la definición de conservadurismo. Es un intento de comprensión de esa mente, de eso que la organiza.

1. Aceptar un orden trascendente

Es decir, un cuerpo de leyes que son naturales y con las que la sociedad se gobierna. Pero no solo la sociedad se rige así, sino también la conciencia.

El asunto es de tal hondura que, bajo este modo de pensar, las situaciones políticas son realmente, en su base, asuntos en los que se aplica la moral y la religión.

Un conservador reconoce que existen fuerzas en cielo y tierra que el pensamiento humano está lejos de entender totalmente.

La política es considerada como un arte, el de intuir, comprender y aplicar a la justicia que debe prevalecer en una colectividad formada por almas.

Hay en ese orden un elemento necesario, el de verdades morales inmutables y una misma naturaleza humana. El orden al que hace referencia la mente conservadora aplica a nivel individual y social, ambos niveles asociados entre sí.

Cuando en los individuos predomina una clara conciencia de lo bueno y de lo malo, será esa una sociedad buena. Lo contrario sucederá cuando las personas, por cualquier razón, ignoren las normas y los preceptos.

Una consecuencia de esta definición del conservadurismo es lógica: el respeto a las ideas prescriptivas, a esas que establecen lo que debe ser y que vienen de la tradición.

Las personas que retan a las ideas prescriptivas llamándolas incluso prejuicios o costumbres anticuadas, y tratan de anularlas, cometen el error de confiar demasiado en sus razones y poco o nada en las razones de quienes les antecedieron.

Nuestros antecesores no eran tontos y lo que ellos hicieron no puede desecharse así nada más.

Es una mente que concibe como imperfecta a la naturaleza humana y hace imposible las utopías prometidas por los radicales. La imperfección humana produce necesariamente sociedades imperfectas que pueden ir siendo reformadas con prudencia y reflexión.

La sociedad humana puede ser razonablemente aceptable, pero no perfecta. Ante esta realidad, la actitud correcta es la de la prudencia, como se verá adelante.

2. Apego al misterio de la existencia humana

Devoción a ese misterio humano, incluyendo su proliferación de variedad y diversidad, que es lo opuesto a las intenciones radicales de estandarización e igualación con fines utilitarios.

Es un sentido, dice el autor, de deleite y de complacencia el creer que la vida merece ser vivida.

La historia ha creado una serie de tradiciones con finas estructuras de instituciones sociales y formas de vida, diferentes y variadas. Ellas son lo opuesto de los anhelos igualitarios de estandarización humana que proponen los sistemas radicales.

Es el tema de multiplicidad y que necesariamente implica el respeto a órdenes establecidos y situaciones que pueden ser vistas como de desigualdad.

Sí, las personas son iguales ante un tribunal, incluyendo el Juicio Final. Pero otros tipos de uniformidad llevan al estancamiento y al arribo de autócratas que se apropien de la autoridad y establezcan desigualdades de otro tipo y más graves.

Los líderes de una sociedad deben ser capaces y tener sentido de lo bueno y lo malo. Y, sobre todo, un muy desarrollado sentido de la virtud que la mente conservadora eleva por encima de las demás, prudencia.

Una de las características más centrales de todos los conservadores, la prudencia aplicada a la existencia humana y el conocimiento contenido en las generaciones anteriores.

3. Una sociedad civilizada necesita orden y clases o variedad

Otra de las características de los conservadores y de la definición de conservadurismo. La convicción y creencia de que una sociedad que se precie de ser civilizada necesita por definición tener orden y clases o variedad.

Eso, en contraposición a los principios de quienes proponen una sociedad sin clases, en la que no hay diversidad. Los conservadores han sido calificados como gente de orden y ley.

Creen que si esas diferencias y distinciones naturales son erradicadas, ellas serán llenadas por oligarcas como, provocando más desigualdad de la que querían corregir.

Las personas son iguales, sí, pero solo ante Dios, ante los tribunales. La igualdad fuera de esto será la igualdad en la esclavitud y en el hastío.

Quizá la palabra clases provoque en el lector esa connotación del clasismo marxista. Las clases en la mente conservadora son sin duda producto de la libertad y de la diversidad que ella fomenta.

Más aún, diversos segmentos de personas, diferentes, conviven en un orden establecido en la tradición que viene del pasado. Tocar esa estructura con fines radicales de cambio es igual a destruir a la sociedad con consecuencias terribles.

4. Íntima unión entre libertad y propiedad

Otra de las características de los conservadores, les hace establecer una asociación íntima entre la libertad y la propiedad privada.

La igualación económica no es progreso. Sin propiedad privada surge el dictador monstruoso. Sin ella no es posible el progreso y la mejora personal, al menos para otorgarle un cimiento sólido y propio al individuo.

La civilización misma está construida sobre la propiedad privada, parte fundamental de la definición del conservadurismo. Atacarla es destruir a la sociedad y su progreso. Las propuestas radicales que atacan a la propiedad privada son claramente rechazadas por el verdadero conservador.

La propiedad privada va más allá de sus atributos físicos para ser también una herramienta de enseñanza en hábitos de responsabilidad personal, de integridad. Otra parte fundamental de la definición de conservadurismo.

Con sus frutos se tienen consecuencias positivas que proveen medios para usar la libertad, para salir de la pobreza.

5. Sospecha de los rediseños y cambios grandes

La desconfianza en todos los que proponen rediseños sociales y reconstrucción del orden de la sociedad.

Tienen fe en las ideas prescriptivas y sospechan de las nuevas concepciones revolucionarias que piden cambios al por mayor, cada vez mayores.

Las costumbres, los hábitos, las convenciones sociales son contrapesos a las humanas tendencias a la anarquía y a la lujuria por el poder. El siguiente apartado arrojará más luz al respecto.

6. Los cambios no siempre convienen

El reconocimiento de que los cambios no son reformas convenientes necesariamente.

Las innovaciones apresuradas no son por definición causas de prosperidad y en realidad pueden ser causa de conflictos destructivos.

Las sociedades deben cambiar, sí, pero hacerlo con prudencia para mantener a la sociedad misma. Los gobernantes deben ser guiados por la sensatez, su virtud central. Es igual a tener en cuenta a la Providencia.

Esta es una clave de las características de los conservadores, la concepción de la prudencia como la virtud del gobernante. Es el poner sobre la mesa de discusión la noción de las consecuencias de la acción humana.

Las decisiones políticas deben ser evaluadas estimando sus efectos de largo plazo y valuando estos efectos muy por encima de las consecuencias de corto plazo que hagan popular al gobernante.

Es otra manera de decir que la Providencia trabaja con lentitud y sabiduría, y la maldad opera con rapidez y precipitación.

Se trata de reconocer que la sociedad es una entidad compleja en extremo y frágil, por lo que las decisiones de los gobernantes deben ser tomadas con sensatez, reflexionando sobre sus posibles efectos. Nada tan dañino como la ligereza y el arrebato.

Sobre esos principios, desde luego, habría que hacer salvedades, dice el autor, y aceptar variaciones e incluir notas aclaratorias. Pero son estas características de los conservadores un cuerpo de ideas que ha sido base del conservadurismo durante más de 200 años.

El opuesto del conservadurismo

Unas cinco escuelas de pensamiento al menos pueden detectarse con principios radicales y, por eso, contrarios a la mentalidad conservadora.

Son el racionalismo, el romanticismo de Rousseau y sus acólitos, las ideas utilitarias de la escuela de Bentham, Comte y el positivismo y las tesis colectivistas de Marx y el resto de los socialistas.

Esos marcos de pensamiento, durante los últimos dos siglos, han significado ataques a las ideas conservadoras. Verlos siquiera brevemente ayudará a comprender a la mente conservadora, mirando su opuesto.

Posibilidad de perfección

Han propuesto esos radicales la posibilidad de la perfección humana y del progreso sin límites de la sociedad. La tesis central de las escuelas extremas es creer que la manejando variables como educación, legislación y otras, los humanos pueden llegar a ser como dioses.

La definición de conservadurismo, por el contrario, entiende a los humanos como poseyendo inclinación al mal, al pecado. Los humanos somos imperfectos y siempre estaremos en sociedades imperfectas.

Desprecio de la tradición

Los radicales desprecian la tradición. La descartan y en su lugar colocan a la razón absoluta, a la determinación materialista y al impulso, como los caminos que llevan a la construcción del bienestar social. Hacen caso omiso de la sapiencia de las generaciones anteriores.

Los radicales ponen de lado a la religión y la sustituyen con variadas ideologías.

Se adivina con facilidad aquí otra de las características de los conservadores, la restricción del poder. La imperfección humana vuelve ilógica la idea de dar un poder ilimitado a los gobernantes, como proponen muchos radicales para que así se impongan sobre los demás las ideas de una nueva sociedad.

La autoridad política debe operar con los límites impuestos por las leyes y los contrapesos del sistema de gobierno, en un sano equilibrio entre orden y libertad.

Mente igualitaria

Los radicales desean nivelación política, es decir, la desaparición de orden y privilegios y recompensas. Su ideal es la democracia absoluta, directa y radical. La nivelación de todos.

Desean centralizar el poder y consolidarlo, desechando los sistemas parlamentarios tradicionales. Esto anula los límites que deben imponerse a los gobernantes.

Desean también los radicales, la igualación económica. Los radicales tienden a sospechar de los derechos tradicionales de propiedad, como los colectivistas.

Otras diferencias

Los radicales rechazan con fuerza la idea de Burke acerca del estado, como una manifestación de la Providencia. Y también, su idea acerca de la sociedad, como un lazo moral perpetuo que liga a todos los humanos, muertos, vivos y por nacer.

Los radicales presentan y acuñan frases y palabras nuevas, aman el cambio por el cambio, lo opuesto de quien considera a las tradiciones e instituciones como los lazos que unen a una generación con otra.

¿Y el cambio?

El resumen anterior, sin duda, para el lector sagaz, ha dejado una inquietud. Es una cuestión no resuelta arriba.

¿Sostienen los conservadores por tanto la tesis de que la sociedad debe permanecer estática y sin cambios? ¿Es esa una de las partes de la definición de conservadurismo?

La respuesta es un no absoluto, según el autor. Los conservadores son pensadores avispados y no han dejado esa pregunta sin contestar. Tampoco en realidad proponen que la sociedad entera se anquilose en su estado actual.

La definición de conservadurismo tiene una actitud ante el inevitable cambio que se da en el transcurso del tiempo. Reconoce que hay cambios, que las cosas no permanecen igual.

Prueba de ello en el resumen anterior es la idea de la tradición que heredamos. La tradición, ese elemento crucial de las características de los conservadores no puede haber sido creada sin cambios en el tiempo.

La sociedad y su cambio deben considerar dos principios. Uno de ellos es la tradición, ese conjunto de cosas perdurables que dan permanencia y sin las que la sociedad se convertiría en anarquía.

El otro es un principio de progreso basado en la prudencia, que aprovecha los talentos humanos e introduce mejoras en la sociedad. Sin ese progreso la sociedad se frenaría.

El sano balance de esos dos principios mueve a la sociedad adelante. La adoración del progreso sin considerar a la tradición es, por tanto, dañino para la sociedad. Lo mismo que la sola consideración de la tradición, que empantanaría a la sociedad.

La acusación de ser conservador

«Eres un conservador». Este es quizá uno de los mayores insultos que alguien pueda recibir.

Ser acusado de conservador («fantoches, conservadores, sabelotodos, hipócritas, doble cara») es un modo rápido y eficaz de descalificar todo lo que sea que la persona piense y diga, por inteligente y razonado que pueda ser.

Hablando de México, un columnista asegura que,

«Lo que sorprende es que, como de costumbre, aquí casi nadie se define conservador porque les da pena. Extraño caso en un país eminentemente conservador». Juan Ignacio Zavala

Y también, con toda razón, que,

«Parte de nuestro problema es creer que el conservador es la caricatura que se ha hecho de una opción válida y que nada tiene que ver, por ejemplo, con la religión». Ibídem.

Acusación primitiva

El punto es ir en contra de visiones tontas que reducen al conservador a casos como este:

«La chica fue detenida tras grabar un video en el que iba caminando con una falda corta y un top sin mangas por un monumento en una de las provincias más conservadoras del país, según se supo después de que la televisión estatal Al Ekhbariya informara del suceso». univision.com

Lejos de ser un insulto que caricaturiza a quien es asociado con actitudes de retrógrado y reaccionario, el conservador tiene opiniones que son ricas en significado.

La posición conservadora

Por ejemplo, su rechazo consistente contra el socialismo y la expansión estatal. Y, más aún, su defensa de la dignidad personal y la libertad individual, lo que le hace un insospechado aliado del defensor de la libertad. Un aliado por demás curioso, porque le sirve de ayuda al liberal.

Sí, usted encontrará a conservadores tontos, cerrados y obtusos, que flaco favor hacen al conservadurismo. Pero, del mismo modo, existen liberales y progresistas que también son tontos, cerrados y obtusos. Encontrar a un conservador de ese tipo no cancela a la opción conservadora.

Entra R. Scruton

«Los conservadores no son reaccionarios. Como dijo Burke, “debemos reformar para conservar”, o, en un modismo más moderno: debemos adaptarnos. Pero nos adaptamos al cambio en nombre de la continuidad, para conservar lo que somos y lo que tenemos». Scruton, Roger. Conservatism: An Invitation to the Great Tradition (Kindle Locations 48-50). St. Martin’s Press. Mi traducción.

📌 En otras palabras, el conservadurismo hace una enorme contribución al liberalismo, al ponerlo en la realidad humana concreta, evitándo pensamientos demasiado abstractos. Esta contribución del conservador dada al liberal es invaluable.

Y ahora entra Buckley

Una cita de Buckley ilustra esa mentalidad del conservador celoso de la libertad personal y que sospecha del poder estatal:

«No cederé más poder al estado. No cederé voluntariamente más poder a nadie, ni al estado, ni a General Motors […] Atesoraré mi poder como un avaro, resistiendo cualquier esfuerzo para drenarlo. Entonces usaré mi poder, como mejor me plazca.
Me refiero a vivir mi vida como un hombre obediente, pero obediente a Dios, subordinado a la sabiduría de mis antepasados; jamás a la autoridad de las verdades políticas que ayer arribaron a la urna de votación. Eso es un tipo de programa, ¿no es así? Sin duda es un programa suficiente para mantener a los conservadores ocupados y los progresistas a raya. Y la nación libre». W. F. Buckley

La idea de Goldwater

Calificarse de conservador puede ser una experiencia difícil para algunos. Quizá no tengan una idea definida de lo que eso significa, aunque simpaticen vagamente con la idea.

Goldwater soluciona este problema al dar al conservador una definición concisa: tres creencias de los conservadores y algunas conclusiones naturales.


📕 La idea fue encontrada en la obra de Goldwater, Barry M., The Conscience of a Conservative. James Madison Library in American Politics, Princeton University Press, 2007, capítulo 1, «The Conscience of a Conservative».


Punto de partida

Comienza el autor reconociendo que personas que sienten ser conservadoras también están inclinadas a avergonzarse de serlo. Es como admitir que ser conservador es carecer de una filosofía política digna y confiable.

El problema empeora cuando los progresistas afirman sentirse preocupados por la gente, mientras que todo lo que preocupa a los conservadores es el preservar privilegios económicos.

Los progresistas, afirman ellos, atendemos al ciudadano común y sin poder, no a los ricos y poderosos.

Los ataques, que vienen de amigos y enemigos, son injustos. Aunque tiene consecuencias económicas, el conservadurismo es más que una teoría económica.

Los tres valores de los conservadores

A partir de allí, Goldwater apunta tres rasgos centrales del conservadurismo.

1. Más que solo lo económico y material

El conservadurismo no es solo una escuela económica. Contrario al socialismo, que da toda prioridad a lo material, los conservadores ponen a lo económico en un lugar solo subsidiario.

Esta es la gran diferencia en los valores conservadores. Los conservadores tienen una visión entera de la persona; los progresistas, una visión materialista.

El conservadurismo piensa que la persona es en parte una criatura económica, pero que también es una criatura espiritual.

No solo eso, esas necesidades espirituales muestran lo más alto de lo humano, teniendo precedencia sobre las económicas. Esto es poner la atención en lo espiritual y hacer de esto la preocupación central de la filosofía política.

A los progresistas les sucede lo opuesto. Tomando como justificación su preocupación por los seres humanos, ponen toda su atención en las necesidades económicas.

Y lo hacen con prisa, siéndoles muy propio el dominar a las fuerzas económicas y políticas, dentro de un enfoque colectivo, «para obligar al “progreso”».

Naturaleza humana

Una necesidad total de la filosofía política es conocer la naturaleza humana. No es que el conservador tenga poderes especiales en este conocimiento, sino que acepta las experiencias pasadas, la tradición acumulada, sin desdeñar a pensadores grandes anteriores.

Los conservadores han aprendido sobre la naturaleza humana. Cada persona es única y su más preciada «posesión es su alma individual, que tiene un lado inmortal, pero también uno mortal».

El autor enfatiza ahora un punto. Para estar en concordancia con lo natural, una filosofía política debe reconocer que hay diferencias esenciales entre las personas; y que eso debe considerarse para desarrollar las potencialidades de cada persona.

Considerar a las personas como «partes indiferenciadas de una masa indeterminada» significa condenar a la persona a la esclavitud. La expresión «el hombre común» debe causar sospecha porque pone de lado a las iniciativas y acciones de personas poco comunes.

2. Relación entre lo espiritual y lo económico

En la naturaleza humana las facetas económicas y espirituales están complejamente entrelazadas. Una persona cualquiera no tendría libertad económica si al mismo tiempo es políticamente esclava.

No puede tenerse libertad política si se depende del estado para satisfacer necesidades económicas propias.

3. Responsabilidad personal

El tercero de los valores conservadores, según el autor, es atender al desarrollo humano, que es material y espiritual, «no es algo que puede ser dirigido por fuerzas externas».

Esto significa que existe la responsabilidad personal, la de su propio desarrollo para el bien de todos.

Las decisiones son propias y no puede la persona ser anulada como cuando otros toman sus decisiones sustituyéndola.

Un ejemplo, el progresista tiene ansias de aumentar los beneficios de la seguridad social. El conservador prefiere que cada uno tenga la libertad de gastar sus ingresos como lo quiera.

La actitud conservadora

Es el entendimiento de lo humano lo que diferencia al conservador del progresista.

A través de la historia, la visión conservadora jamás entiende a la persona como «peón» de otros, ni como una parte olvidada de un todo colectivo. Cada persona tiene algo de sagrado, una identidad distinta.

Eso es lo que ha hecho que el conservador sea enemigo de «autócratas y “demócratas” jacobinos”»; amigo de los campesinos frente a la monarquía tiránica francesa.

Lo que también produce rechazo a regímenes tiránicos de masas que se justifican en el nombre de la igualdad.

Un conservador se rebela frente a quien sea que rebaje la dignidad humana de la persona individual. Se enfrenta a dictadores que gobiernan por medio del miedo; y a amables colectivistas que «solicitan nuestro permiso para jugar a ser Dios con la raza humana».

No debe sorprender que bajo este entendimiento de la naturaleza humana, el conservadurismo comprenda a la política como un arte, el de lograr que las personas sean lo más libres posibles dentro del orden social.

Es decir, el conservador acepta que la libertad necesita orden para permitir que uno sea libre sin que otro pueda negarle esa libertad.

Más aún, el conservador acepta saber que el orden está sustentado en una fuerza que tiende a crecer por sí misma, «cuyo apetito crece al comer». Por eso, el conservador actúa como vigilante y con cuidado mantiene al poder dentro de sus límites.

Para el conservador el reto es claro, el de proteger y ampliar a la libertad. Bajo esta idea, el autor examina en el resto del libro asuntos concretos como derechos civiles, impuestos y gasto, libertad de trabajo y otros más.

Otros valores conservadores

El significado de la postura política conservadora parte de una idea simple —la de intentar conservar y mantener el estado actual de cosas, aceptando cambios de manera lenta y prudente.

Entendida así, la idea es vaga y un tanto inútil. Podrían aceptarse como igualmente conservadoras a personas con creencias opuestas dependiendo de las circunstancias en las que se encuentren, como explico en estas dos posibilidades extremas:

🔴 Conservador es quien desea mantener a la religión como parte de la vida pública en una sociedad que se mueve hacia el laicismo. Pero, también quien fomenta la conservación de las políticas comunistas en Rusia.

🔴 Conservador es quien desea mantener al laicismo como parte de la vida pública en una sociedad que se mueve hacia la religión. También quien fomenta la conservación de las políticas de libre mercado en EEUU.

Dado esta confusión del significado de la posición conservadora, conviene establecer con claridad qué es lo que la caracteriza, esas peculiaridades que realmente le dan carácter.

Énfasis conservadores

Entre los valores que definen a la postura realmente conservadora están los siguientes.

🔴 La familia como centro de toda sociedad, formada por un hombre y una mujer en la que se procrean hijos —lo que resulta en el rechazo de matrimonios homosexuales y su adopción de hijos.

🔴 La vida como el gran valor humano, que debe respetarse —lo que lleva a rechazar al aborto y a la eutanasia.

🔴 La libertad humana y sus manifestaciones económicas, políticas y culturales, que hacen necesaria la existencia de un código absoluto de moral que sirva de guía a esas libertades —lo que lleva al rechazo de mentalidades relativistas.

🔴 La persona humana como poseedora de dignidad y valor, que tiene derechos inalienables y necesidades más allá de las materiales —lo que lleva a rechazar concepciones materialistas que niegan la espiritualidad y la religión.

🔴 La creencia de que la cultura occidental es en buena parte un producto de la mentalidad greco-romana-judeo-cristiana y los valores que ella presupone —lo que lleva al rechazo de movimientos seculares y la relegación de la religión a segundo plano.

🔴 El respeto a las tradiciones en general, las ideas heredadas del pasado y que han probado ser positivas, muy especialmente los fundamentos morales de lo bueno y lo malo —lo que lleva al rechazo del relativismo y de la aceptación de lo nuevo por lo nuevo.

🔴 La sociedad humana es frágil y en extremo compleja y que por eso debe tratarse con extremo cuidado —lo que lleva al rechazo de cambios justificados por la sola modernidad y de medidas gubernamentales de ingeniería social.

🔴 Las ideas del orden sustentado en las experiencias del pasado que valoran a la propiedad personal, la libertad y la moral revelada y avalada por la razón —lo que lleva al rechazo de rediseños sociales y teorías sociales sin fundamento práctico.

Estos y otros rasgos forman la personalidad de los conservadores —una postura compleja que, dado sus valores, no admite la usual simplificación que recibe.

Resumen

Etiquetas políticas como «conservador» a menudo simplifican un pensamiento complejo. La obra de Russell Kirk, The Conservative Mind, ofrece un examen detallado del conservadurismo, centrándose en las ideas angloamericanas y desafiando las concepciones erróneas.

Lejos de ser «estúpidos» o reacios al cambio por principio, los conservadores son pensadores cautelosos que respetan la tradición y la sabiduría acumulada.

Kirk contrasta la mente conservadora con la mentalidad moderna, que idolatra la igualdad y acepta el cambio radical sin reflexión.

Para los conservadores, la preservación de las tradiciones morales de la humanidad es el cimiento de su pensamiento, lo que implica un profundo respeto por las generaciones pasadas y un recelo ante la «ingeniería social» y las alteraciones masivas.

Conciben la sociedad como una entidad frágil y espiritual que debe tratarse con sumo cuidado, no como un mecanismo manipulable por modas intelectuales.

Kirk destaca seis características centrales del conservadurismo:

  1. Aceptación de un orden trascendente: Creencia en leyes naturales y morales inmutables que rigen la sociedad y la conciencia, viendo la política como un arte que busca la justicia basada en la moral y la religión. Reconocen la imperfección humana, lo que hace imposibles las utopías y exige reformas prudentes.
  2. Apego al misterio de la existencia humana: Celebran la variedad y diversidad de la vida, oponiéndose a la estandarización radical que busca la uniformidad. Las desigualdades naturales son preferibles a la tiranía que surge de la búsqueda forzada de la igualdad.
  3. Necesidad de orden y variedad (clases) en una sociedad civilizada: Creen que una sociedad civilizada requiere orden y diversas «clases» (entendidas como segmentos de personas diferentes que conviven). Eliminar estas distinciones naturales lleva a una mayor desigualdad y a la destrucción social.
  4. Íntima unión entre libertad y propiedad: La propiedad privada es vista como fundamental para la civilización, la libertad individual, el progreso y la responsabilidad personal, siendo un baluarte contra el dictador.
  5. Sospecha de los rediseños y cambios grandes: Desconfían de las reconstrucciones sociales masivas, confiando en las ideas prescriptivas y en las costumbres y hábitos como contrapesos a la anarquía y la sed de poder.
  6. Los cambios no siempre convienen: Reconocen que no toda innovación es beneficiosa y que los cambios deben ser lentos, prudentes y guiados por la sensatez del gobernante, valorando los efectos a largo plazo sobre la popularidad inmediata. La sociedad es compleja y frágil, y debe ser preservada.

El conservadurismo se opone a ideologías radicales como el racionalismo extremo, el romanticismo rousseauniano, el utilitarismo, el positivismo y las tesis colectivistas de Marx.

Mientras estas proponen la perfección humana y el progreso ilimitado a través de la manipulación social, el conservadurismo entiende la naturaleza humana como imperfecta y, por ende, las sociedades también lo serán.

Rechazan el desprecio radical por la tradición, la sustitución de la religión por ideologías y la centralización ilimitada del poder, abogando por un equilibrio entre orden y libertad.

Aunque a menudo se les acusa de ser retrógrados, los conservadores no son reaccionarios. Como dijo Burke, «debemos reformar para conservar», adaptándose al cambio en nombre de la continuidad.

Su contribución al liberalismo es invaluable al anclarlo en la realidad humana concreta, sospechando del poder estatal y defendiendo la dignidad y la libertad individual.

El conservadurismo moderno, como describe Goldwater, prioriza lo espiritual sobre lo económico, reconoce la singularidad de cada persona y enfatiza la responsabilidad personal como motor del desarrollo humano. Su esencia es proteger y ampliar la libertad individual dentro de un orden social establecido, vigilando constantemente los límites del poder.


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