La serie de razones y motivos por las que el socialismo, a pesar de su inferioridad, es más atractivo y popular que el liberalismo. La explicación del atractivo socialista.
Tabla de contenidos
En breve: preguntas y respuestas
El socialismo conserva su atractivo porque apela a las emociones y las buenas intenciones, presentándose como moralmente superior. Se beneficia de la tendencia de los gobernantes a buscar más poder, de la fascinación por las utopías y de su capacidad para ofrecer soluciones aparentemente simples e inmediatas. Además, a menudo se compara su ideal teórico con la realidad imperfecta de otras ideologías, y es la opción preferida en muchos círculos intelectuales, lo que ayuda a moldear la opinión pública.
Entre las características clave se incluyen la simbiosis con el poder gubernamental, que permite justificar una mayor intervención estatal; la apelación a las emociones y las buenas intenciones más que a la razón; la atención a lo visible e inmediato frente a las consecuencias a largo plazo; la comparación de su teoría utópica con la realidad de otros sistemas; y una tendencia a la caricaturización del oponente. También se beneficia de la confusión de términos, la simplicidad de sus propuestas y la ignorancia histórica de muchos ciudadanos.
El socialismo exhibe una notable resiliencia al presentarse como una opción idealista y romántica, que promete sociedades perfectas y felicidad general. Se posiciona como la alternativa central en la política, apropiándose de la defensa de «víctimas» y «excluidos», enmarcando la realidad como una lucha de clases. Explota la pasión por la igualdad(a menudo cultivando la envidia y el resentimiento), ofreciendo soluciones sencillas y comprensibles. Su popularidad también se nutre de la ignorancia histórica de sus fracasos y su estatus como opción académica preferida que se asume como un dogma moral incuestionable.
15 minutos
Introducción
La columna intenta dar una explicación del atractivo socialista, de las razones de la popularidad del socialismo. Lo hace enumerando y examinando las razones de esa realidad.
Este examen es necesario para explicar cómo es que una escuela de pensamiento con malos resultados prácticos consistentes no pierde popularidad e incluso, para muchos, es superior que otras que han probado ser mejores.
¿Es mejor el capitalismo que el socialismo?
Una opinión propone que el socialismo es mejor para producir prosperidad y generar mayor bienestar. La otra opinión es la opuesta: el capitalismo produce más prosperidad y más bienestar que el socialismo.
¿Quién tiene la razón? Una manera de responder es acudir a «experimentos históricos», es decir, comparaciones reales entre uno y otro sistema. Un autor da en la clave cuando habla de contrastes entre ambos sistemas:
«Estos contrastes incluyen a los Estados Unidos y la Unión Soviética, Alemania Oriental y Occidental, Corea del Norte y del Sur, India y China bajo diferentes formas de socialismo y la India y China bajo diferentes formas de capitalismo. Venezuela no es sino el último ejemplo de un experimento socialista fallido». Ormerod, Paul. Against the Grain: Insights from an Economic Contrarian . London Publishing Partnership. Kindle Edition. Mi traducción.
Más evidencia:
«En 1980 la producción manufacturera anual brasileña era mayor que la de Tailandia, Malasia, Corea del Sur, India y China combinadas. En 2010, representaba un 10% en comparación con esos países. Una comparación sistemática de los países de América Latina con los de Asia da un resultado similar en las últimas tres décadas». bbc.com
Más todavía, el Índice de libertad económica confirma la evidencia. Los países más ricos son aquellos en los que domina la libertad económica y viceversa. Puede verse el lugar que ocupa Singapur contra los de Venezuela o Cuba.
Funcionará mejor y generará más riqueza una economía de libre mercado, capitalista, que una economía socialista planeada centralmente.
📌 El que no se reconozca esto y sigan implantándose políticas económicas socialistas tiene que ser una de las incógnitas más difíciles de explicar. Debe existir una explicación del atractivo socialista a pesar de su fracaso sistemático.

Explicación del atractivo socialista
Hé aquí una tentativa de enumeración de causas por las que en este caso las ideas malas del socialismo reciben más apoyo popular que las mejores del liberalismo.
Simbiosis entre socialismo y poder
La simpatía natural entre el gobernante, que ama el poder, y el socialismo, que le da una justificación para aumentarlo. Es una inclinación lógica que obedece a que el socialismo propone elevar el poder gubernamental al que todo gobernante aspira.
Por el contrario, las doctrinas liberales tienen en su esencia mínima la solicitud de reducir, limitar y supervisar estrictamente a los gobiernos —lo que el socialismo y el intervencionismo rechazan.
No debe ser causa de asombro que el gobernante sea un promotor del socialismo y sus variantes antes que del liberalismo.
Emociones ganan a conocimientos
La dificultad general del electorado para pensar fría y racionalmente, lo que le hace responder favorablemente a sentimientos, emociones y buenas intenciones que son el terreno natural en el que se mueven el socialismo.
Ese terreno de ilusiones, sueños y emociones es aprovechado para persuadir al electorado de que el socialismo es superior. Sobre todo, moralmente superior.
Por su parte, el liberalismo está más inclinado al uso de la razón, a la lógica de la argumentación disciplinada. Formas que no son de inmediato atractivas a un electorado de escasa preparación económica y política.
La fascinación con las buenas intenciones
El mayor poder de convencimiento general de las buenas intenciones y admirables propósitos y el notable menor poder de persuasión de las más abstractas ideas liberales.
Un contraste entre el romanticismo del soñador y la mente práctica del liberal, donde el primera gana casi siempre.
La atención casi única en las intenciones loables de una sociedad mejor, utópica, son irresistibles para el gobernante y buena parte del electorado. Y son usadas para justificar cualquier medida gubernamental, sea la que sea.
Inmediatez visible del socialismo
La inmediatez del socialismo que promete resultados de corto plazo atractivos masivamente. Es una obsesión con lo visible e inmediato que oscurece la consideración de efectos no intencionales posteriores menos visibles.
Es el fenómeno apuntado por Bastiat acerca de la importancia de las cosas que no se ven. Mientras que el liberalismo atiende consecuencias posteriores y efectos no intencionales, la explicación del atractivo de socialista resalta esta atención con lo visible inmediato de buenas intenciones.
El liberalismo, por su parte, no ofrece resultados inmediatos y sin esfuerzo, por lo que resulta desilusionante.
Comparación: teoría socialista contra realidad liberal
📌 La acostumbrada crítica que el socialismo usa en contra del liberalismo compara los resultados reales del liberalismo contra los resultados teóricos del socialismo.
Un error de lógica varias veces apuntado. En la comparación de la teoría utópica socialista con la realidad liberal, o cualquier otra, es obvio que la situación descrita teóricamente gane siempre.
Intelectuales atraídos por el socialismo
Es un fenómeno curioso el que se inclinen por el socialismo aquellos que se suponen son personas de mayor educación e inteligencia superior.
Pero la realidad es que la combinación de buenas intenciones, propuestas idealistas, desconocimiento, medidas simples, grandes emociones y loables intenciones, son una combinación irresistible para demasiados intelectuales.
Esta es una buena parte de la explicación del atractivo socialista. El intelectual creador de ideas y el intelectual difusor de ellas moldean a la opinión pública hacia la aceptación de más y más poder acumulado en el gobierno.
Caricaturización sustituye a argumentación
La enemistad entre socialistas y liberales es intensa y eso suele llevar a conflictos que usan argumentos ad-hominem, caricaturizándose unos a otros. Esto es especialmente notable en las campañas electorales que son por naturaleza sucias.
Producto de la caricaturización mutua es la propuesta simplista de medidas socialistas para alcanzar las admirables intenciones que persigue. Medidas que no tienen fundamento económico y no consideran efectos no intencionales, pero que el electorado cree posibles.
Confusión de términos y solución universal
Parte de la explicación del atractivo socialista es la frecuente confusión de términos. Por ejemplo, es usual confundir al mercantilismo con el liberalismo y acusar al capitalismo de los defectos del mercantilismo.
Esto se extiende a otra costumbre, la de encontrar fallas en la realidad cotidiana, hacer al liberalismo responsable de ellas y proponer al socialismo como la solución que corregirá exitosamente toda falla actual.
No hay problema, falla, ni error de la realidad actual que no pueda ser solucionada con mayor intervención estatal.
Simpleza contra complejidad
Para la gente común, el socialismo es sencillo de comprender: todo problema tiene una solución perfecta e inmediata en la intervención gubernamental.
Mientras, por su parte, el liberalismo es más difícil de comprender. Sus explicaciones son muchas veces contraintuitivas y siempre más complejas. No promete perfección y considera efectos no intencionales. No es fácilmente comprensible.
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La débil fortaleza del socialismo
📌 Es una de las características más notables de la izquierda política y del socialismo: su enorme habilidad de supervivencia a pesar de sonados fracasos. Su atractivo y popularidad no parece haber sido menguada por causa de sus chascos.
📌 No hay movimiento político actual con un récord de fracasos económicos como el de la izquierda. La pregunta que surge de inmediato es la obvia. ¿Por qué sigue siendo popular ell socialismo? Es un desafío a la inteligencia y a la lógica.
Si un tipo de propuestas fracasa una y otra vez, sería razonable suponer que ellas serían abandonadas. Si no lo son, eso presenta la paradoja de la que hablo.
Esta fortaleza y popularidad es una especie de «resiliencia política».
«La resiliencia es la propiedad de los materiales que acumulan energía, cuando se someten a situaciones de estrés, tales como rupturas. Estos materiales, después de un momento de tensión, pueden o no ser dañados, y en este último caso, tienen la capacidad de volver a la normalidad». significados.com
La mentalidad de la izquierda política ha mostrado esa características de una enorme resiliencia. Sus consistentes malos resultados económicos no ha sido suficientes como para dañarla severamente.
Y, a pesar de tensiones como el fracaso soviético, el chino, el norcoreano, el venezolano, el cubano, y todos los demás, ha sido capaz de volver a la esfera pública y tener popularidad. La paradoja, que desafía la lógica, necesita una explicación que no puede ser simple.
Otras causas de la popularidad del socialismo
¿Por qué tiene tanta popularidad el socialismo? ¿Cómo es que tiene esa cualidad de supervivencia? ¿Qué es lo que lo hace tan atractivo?
Las siguientes son algunas más de esas razones por las que la izquierda se mantiene como una fuerte y real alternativa en el panorama político de cualquier democracia en el mundo.
Se coloca como una opción idealista
Es la apropiación de una faceta de romanticismo político y de ilusiones sociales que fortalecen al socialismo como una alternativa posible de sociedades ideales que prometen felicidad general. Esto despierta expectativas emocionales que no pueden ser discutidas racionalmente.
Cae en el error de compara a la sociedad perfecta teórica que compara con la realidad imperfecta de la sociedad actual. Esto hace imposible las comparaciones, pues son conceptos inconmensurables. Las propuestas están alteradas por un optimismo sin fundamento y la quimera del poder total que supone que es posible conducir centralmente a la sociedad entera.
Se mantiene como la otra alternativa electoral
La fortaleza del socialismo y su popularidad se deben también a su colocación como alternativa central de la política, siendo sus opositores todo el resto de opciones: conservadores y liberales y neoliberales a los que agrupa como enemigos del bien común.
Ha adoptado el rol exclusivo de la defensa de víctimas, pobres, excluidos, explotados y similares. Su marco de referencia es la de la lucha de clases, en favor de las mayorías y en contra de la burguesía. Es un marco ideológico que explica a la realidad como una lucha hegemónica concebida como caricatura de buenos contra malos.
Aprovecha la pasión por la igualdad
Buena parte se su fortaleza se sostiene en la obsesión con la desigualdad, descuidando a la libertad. Así, capitaliza una de las pasiones políticas propias de la democracia cuando ella se hace extrema. Promete una sociedad igualitaria que así promueve la justicia social.
Por eso, parte de su promoción es la envidia, el rencor y el resentimiento para implantar políticas redistributivas y un sistema de estado de bienestar. Esto produce un gran atractivo electoral entre las mayorías, es decir, crea un sistema de clientelismo.
Es la opción más fácil de comprender
Si la mayoría de los ciudadanos tiene un escaso conocimiento político de asuntos legales, económicos y políticos, la fortaleza del socialismo se manifiesta en su simple fórmula: el gobierno será la solución de todo y lo hará bien.
Nada hay de complejo en eso. La mayoría entenderá las promesas de mejor sociedad y de lograr la felicidad de todos por medio de acciones directas de gobierno. Más aún, la pasión por la igualdad que despierta el socialismo es fácilmente comprendida y anhelada.
No hay en la popularidad del socialismo espacio para consideraciones de complejidad económica, ni de efectos no intencionales, ni de consecuencias imprevistas. Los ciudadanos deciden su voto creyendo que la sociedad ideal vendida por esta ideología es posible teniendo al gobernante correcto, es decir, al socialista que mejor vende sus promesas.
«El poder es el afrodisiaco mayor»
— Henry Kissinger
Ignora a la historia
Buena parte de la fortaleza del socialismo, y algo que eleva su popularidad, es el olvidar su récord de desempeño en la realidad anterior. No importa que una y otra vez haya producido fracasos notables porque ellos son excluidos de la narrativa política.
Y, con una ciudadanía que desconoce la historia, cada nuevo intento de implantar medidas socialistas es recibido como una loable intención de hacer más justa a la sociedad. La ilusión socialista parece no tener fin con este déficit de conocimiento histórico.
Es la opción académica preferida
Buena parte de la persuasión ejercida por el socialismo tiene su origen en los círculos intelectuales y académicos. Es la opción preferida de la mayoría de los intelectuales. Manifiestan ellos una atracción clara por este tipo de régimen, incluso a pesar de sus errores y sus malas opiniones.
La herencia intelectual de los años 60 influye también aquí con sus creencias idealistas y anti sistema. El resultado es una masa considerable de ciudadanos inclinado a suponer que la acción gubernamental puede remediar cualquier problema si se logra la igualdad material. Incluso a pesar de perder libertades y correr riesgos de autoritarismo.
«El socialismo es una filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia y el evangelio de la envidia, su virtud inherente es el reparto equitativo de la miseria».
— Winston Churchill
Adquiere tonalidades de dogma
Buena parte de la popularidad de socialismo se sustenta en su posición como dogma inapelable de superioridad moral, lo que produce el síndrome de lo políticamente correcto y hace imposible discusiones razonadas ue defiendan opiniones opuestas.
Obsesión con la ampliación de derechos
Esta razón de la popularidad del socialismo es todo un tema en sí mismo. Toma como cimiento el fenómeno de la inflación de los derechos humanos partiendo de la idea de que los derechos creados son una responsabilidad gubernamental que produce más funciones y requiere más gasto, es decir, más impuestos.

«El socialismo en general tiene un historial de fracasos tan flagrantes que solo un intelectual podría ignorarlos o evadirlos».
— Thomas Sowell
Conclusión
La columna busca explicar la sorprendente popularidad del socialismo, a pesar de su historial de fracasos económicos comparado con el capitalismo.
Evidencias históricas, como las de Alemania Oriental vs. Occidental o Corea del Norte vs. del Sur, y el Índice de Libertad Económica, demuestran consistentemente que las economías de libre mercado generan mayor prosperidad. La persistencia del atractivo socialista, a pesar de esta evidencia, es una incógnita difícil de explicar.
Se exponen varias razones para esta resiliencia. Primero, la simbiosis entre socialismo y poder: los gobernantes se sienten atraídos por el socialismo porque justifica un aumento del poder gubernamental, algo que las doctrinas liberales buscan limitar.
Segundo, las emociones ganan a los conocimientos: el socialismo apela a sentimientos, buenas intenciones e ilusiones, presentándose como moralmente superior, mientras que el liberalismo, más racional y abstracto, es menos atractivo para un electorado menos preparado.
Tercero, la fascinación con las buenas intenciones y las utopías, que son irresistibles y se usan para justificar cualquier medida gubernamental. Cuarto, la inmediatez visible del socialismo, que promete resultados de corto plazo, ignorando las consecuencias no intencionales a largo plazo que el liberalismo sí considera.
Quinto, el socialismo a menudo compara su teoría utópica con la realidad imperfecta del liberalismo, una falacia lógica que siempre lo hace parecer superior.
Sexto, la atracción de los intelectuales por el socialismo, quienes, seducidos por las buenas intenciones y las soluciones simples, moldean la opinión pública. Séptimo, la caricaturización del oponente y la confusión de términos, atribuyendo al capitalismo los defectos del mercantilismo.
Octavo, la simpleza del socialismo (el gobierno lo soluciona todo) frente a la complejidad del liberalismo, que considera efectos imprevistos.
Finalmente, la columna destaca la resiliencia del socialismo, su capacidad de sobrevivir a pesar de fracasos sonados (Unión Soviética, Venezuela, Cuba), volviendo a la esfera pública con popularidad.
Esto se debe a su posicionamiento como opción idealista, su rol como alternativa electoral que defiende a los «excluidos», su capitalización de la pasión por la igualdad (a menudo a través de la envidia y el resentimiento), su facilidad de comprensión para el ciudadano común, la ignorancia histórica de la ciudadanía, su preferencia en círculos académicos, y su adquisición de tonalidades de dogma que impiden la discusión razonada.
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